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En la escuela jugaba a que atrapaba ladrones con un palo y tapas de cola

“Después de mi carrera en la Policía me gustaría ser alcalde de Vinces”

El cabo segundo de Policía Aníbal Bustamante Zurita labora en la Unidad de Comunicación Estratégica. Foto: Pilar Vera.
El cabo segundo de Policía Aníbal Bustamante Zurita labora en la Unidad de Comunicación Estratégica. Foto: Pilar Vera.
04 de octubre de 2014 - 00:00

Ni el escepticismo de las personas a las que les contó sus sueños, ni el escaso tiempo y recursos disponibles para cumplirlos desanimaron a Aníbal Bustamante Zurita, quien por el contrario ya realizó 2 de ellos: ser policía y jurista.

Pero antes de obtener esas 2 profesiones fue agricultor, albañil, criador de aves de corral, comerciante, guardia de seguridad y hasta levantador de pesas, así contó el cabo segundo de Policía, recientemente graduado como abogado, que nació en Vinces (Los Ríos) el 19 de noviembre de 1981.

Danilo, su padre, siempre se ha dedicado a la agricultura y su madre, Carmen, a las tareas del hogar y a cuidar a sus 5 hijos: 1 mujer y 4 hombres (hoy todos son adultos).

Bustamante estudió en la escuela Rodolfo Rufo, donde jugó al policía y al ladrón con una pistola de juguete hecha con madera, elástico, una pinza de tender ropa y las municiones eran tapas de cola.

La secundaria la realizó en el colegio 10 de Agosto, donde tomó fuerza la idea de estudiar Jurisprudencia, aunque a esa altura de su vida no sabía si lo cumpliría, lo que sí logró fue graduarse de bachiller el 20 de febrero del 2000.

De Vinces no salió hasta que le tocó hacer el servicio militar. A los 18 años viajó a Guayaquil y se acuarteló en el Fuerte Militar Huancavilca, allí estuvo de marzo a noviembre, también en 2000.

A Bustamante le gustó la milicia, sin embargo no le agradaba el internamiento (tampoco ahora), ese fue uno de los motivos por los que no siguió la carrera, sumado a que no le alcanzó el dinero para comprar los implementos y uniformes necesarios para seguir el curso de ingreso.

Al salir del cuartel necesitaba un sueldo para mantenerse y aportar en el hogar.Vendió ropa, cargó arena y mezcló cemento como oficial de albañil y le dio de comer a patos, pollos y gallinas como criador de aves, hasta que consiguió empleo en una empresa de seguridad.

La compañía daba servicios a petroleras en el oriente del país. Durante 3 años fue guardia. En sus ratos libres practicó halterofilia (levantamiento de pesas), algo que dejó de hacer desde 2004.

Cuando todavía era empleado de esa entidad hizo su primer intento por ingresar en la Policía (noviembre de 2004), no obstante reprobó uno de los exámenes. Por tal tropiezo regresó a su trabajo, pues le dieron 20 días de permiso sin paga. Cuando se recuperó del gasto que le significó la postulación, se arriesgó otra vez y entonces calificó.

El 16 de junio de 2005 empezó el curso de formación en la escuela situada en la Policía Judicial del Guayas (en Guayaquil). Un año después se graduó como gendarme y cumplió su primer sueño.

Su primer puesto de trabajo fue en el cuadrante que forman las calles García Avilés, Malecón, Julián Coronel y Cuenca, donde vigiló a pie, por un año. Cada vez que tenía días francos regresaba a Vinces a visitar a su familia y comer pescado de agua dulce, de preferencia frito.

Luego pasó al Cuarto Distrito de Policía, al Departamento de Relaciones Públicas y Asuntos Civiles, a la Cámara de Comercio de Taiwán y finalmente en la unidad de Comunicación Estratégica.

El trabajo y la universidad

Sus puestos de trabajo, algunos de carácter administrativo, sí le dejaban tiempo para estudiar, por ello en 2008 ingresó a la Universidad de Guayaquil, en horario de 18:30 a 22:00, pero tomó sus precauciones.

Por seguridad, ya que no es un secreto que años atrás ciertos grupos estudiantiles tenían conflictos con la Policía, Bustamante no hizo comentarios sobre su profesión y solo dijo que era comerciante.

El profesor Elías Sánchez, quien lo instruyó en la materia de derecho penal, contó que Bustamante no se camufló solo por cuidar su integridad, pues tampoco quería usar su placa como un comodín para obtener buenas calificaciones.

“Se han dado casos de personas, de cualquier institución, que vienen con sus uniformes o credenciales de servidores públicos al momento del examen, para querer sorprender; suele suceder y no está bien, porque sé que no los pueden usar fuera de hora de trabajo”, manifestó.

Pese a su discreción, un compañero lo vio en un noticiero, sucedió en un operativo nocturno, las cámaras lo enfocaron, por lo que Bustamante le pidió que guarde el secreto, y así lo hizo.

Sobre el rendimiento del alumno, Sánchez afirmó que si bien no era excelente y algunas veces llegaba tarde, era muy dedicado y participativo; con respecto a su comportamiento, reveló que era alegre y lleno de entusiasmo. “Me enteré de que era policía al finalizar el año, me sorprendió un poco porque estamos acostumbrados a ver policías con mucha seriedad, muy fríos, pero él no era así”, expresó Sánchez.

El cabo siempre tuvo el apoyo de sus superiores, algunos también fueron sus instructores en la Escuela de Formación, sin embargo no era fácil ser puntual en su lugar de estudios, porque las tareas asignadas en el trabajo en ocasiones tomaban más tiempo del esperado.

El licenciado Oswaldo Trujillo, compañero (civil) de Bustamante en la Policía, comentó que durante su época de estudiante el cabo no descuidó sus asignaciones laborales, entre ellas colaborar con las actividades oficiales de la institución y actos ceremoniales (encargado del funcionamiento de los equipos audiovisuales y otras tareas del departamento de comunicación).

Entre el estudio, el trabajo y los viajes a su tierra natal, en 2009 conoció a María Solórzano, su esposa, con quien ahora tiene un hijo que está por cumplir 2 años (él tiene otra hija de 12 años que engendró antes de entrar en la Policía).

Al principio a ella le incomodaban la ausencias, porque Bustamante salía de casa a las 06:30 de la mañana y regresaba a las 23:00 y no para descansar sino para hacer deberes. Ahora tiene más tiempo para compartir y son muy felices, aseveró María.

Nada fue un obstáculo y el cabo, a sus 32 años, se graduó de abogado, el pasado 25 de septiembre, y ni bien cumplió con su segundo sueño empezó a idealizar el tercero: ser alcalde de Vinces.

“Después de terminar mi carrera en la Policía me gustaría incursionar en la política y ser alcalde de Vinces, quiero hacer mucho por mi ciudad. Cuando dije que sería abogado muchos se rieron, con esta nueva idea también lo hacen, veremos qué sucede”, dijo Bustamante.

Su esposa cree que si pudo cumplir con sus primeros objetivos, también podrá con el que sigue, mientras que Trujillo, su compañero, opinó lo mismo.

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