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El Telégrafo

Tensión entre las Coreas, sin visos de solución

Tensión entre las Coreas, sin visos de solución
22 de junio de 2013 - 00:00

A tres días de cumplirse 63 años del inicio de la guerra de Corea (1950-1953), las heridas que quedaron abiertas no se cierran. En el centro de Seúl (Corea del Sur), en el abarrotado mercadillo de Namdaemun, uno de los mayores del país, cientos de personas compran y comen en sus numerosos puestos.  

La tensión desatada en abril pasado, tras el lanzamiento de un misil balístico por Corea del Norte y la permanente agresividad lingüística que cruza el paralelo 38, ya no desata el pánico que provocó en 1994 el fallecimiento de Kim Il-sung, el abuelo del actual presidente norcoreano y fundador de la República Popular Democrática de Corea.

“Estamos inquietos pero nadie teme ahora una guerra. Solo nos sorprendió la noticia de que pueden tener la infraestructura para lanzar un misil atómico”, afirma una mujer de unos 30 años que comparte mesa para comer.

La mayoría no quiere responder sobre lo que supondría para su vida una confrontación armada entre las dos repúblicas, ni tampoco qué representa el aniversario del conflicto en el subconsciente regional.  

En 1994, el Norte y el Sur se hallaban en proceso de acercamiento. Ahora atraviesa un periodo de deterioro iniciado con la llegada a la presidencia el pasado diciembre, de la conservadora Park Geun-Hye, la primera mujer que accede a la jefatura del estado surcoreano, en un país donde los valores confucianos de marginación femenina siguen siendo una de las más pesadas cadenas en la historia de Corea.  

Pero estos días se perciben los esfuerzos de los dos gobiernos por no dar ni un solo paso en falso. Beijing mantiene torcido el brazo de Pyongyang desde abril, mientras que Washington, cuyo contingente de casi 30.000 soldados en Seúl solo es superado en número por el despliegue que mantiene en Afganistán, optó por enfriar el incendio.

“Creo que Pyongyang hará algo el día 26. Siempre lo hace”, afirma Jae-un, estudiante de 21 años. “Me da igual la unificación pero me parece estúpida la actitud de los dos gobiernos. Normalizar la situación sería positivo para los dos”, añade.

Según datos de la Agencia de Inversión y Comercio surcoreana, la gran beneficiada sería la República Popular de Corea (Norte). A pesar del hermetismo, se calcula que de los 3.470 millones de dólares del comercio exterior norcoreano de 2010, el 83% fue con China, mientras que en 2004 apenas alcanzaba el 48,5%. Corea del Sur sería el primer país interesado en que el Norte no fuera tan dependiente de Beijing.

En estos días se perciben los esfuerzos de los dos gobiernos por no dar ni un solo paso en falso.Pero las diferencias que mantienen los dos países son más profundas. Seis décadas después del conflicto, se culpan mutuamente sobre quién lo desató. El enfrentamiento comenzó el 25 de junio de 1950, cuando las tropas norcoreanas atacaron el Sur. La península había sido dividida en 1945, tras la derrota de Japón -que había invadido la zona- en la II Guerra Mundial.

Estados Unidos y 15 países más, entre ellos Colombia, enviaron soldados -cinco más mandaron médicos, entre ellos Ecuador- para ayudar a Corea del Sur, bajo el auspicio de la ONU, mientras China desplazó refuerzos para apoyar al Norte.

La visión de Pyongyang del conflicto es diferente. Para el Norte, el enfrentamiento fue iniciado por Washington con un ataque sorpresa. La contienda, que causó unos tres millones de muertos, concluyó con un armisticio, que nunca se convirtió en tratado de paz.

Coincidiendo con el aniversario, Corea del Norte recomienda no navegar en un área del mar Amarillo entre los días 23 y 27 de junio. Seúl anunció el pasado mes realizar maniobras con EE.UU. cerca de la línea de exclusión de la frontera.

A punto de cumplirse 63 años del inicio de una de las guerras experimentales más peligrosas de la historia de la humanidad, las relaciones navegan en aguas turbulentas, con amenazas de ataques nucleares y con insinuaciones de bombardeos selectivos. Aquí se libra el último episodio de la guerra fría.

Seúl, atraída por Ecuador

El canciller Ricardo Patiño expuso en Corea del Sur las posibilidades en Ecuador para la inversión ante empresarios asiáticos, pero enfatizó que debe “ajustarse a parámetros constitucionales de transparencia y con responsabilidad social”.

No realizó promesas financieras concretas, pero auguró beneficios seguros a quien quiera compartir el crecimiento productivo diseñado por el Gobierno de la Revolución Ciudadana para estos cuatro años.

Asistieron directivos de firmas de automóviles y de grandes empresas de biotecnología, los artífices del milagro económico que salvó a la región asiática del hundimiento financiero a finales del siglo pasado. “Hemos quedado fascinados con las posibilidades que ofrece Ecuador, pero habrá que ir paso a paso”, aseguró Y.L. Ahn, director de Hyundai Motors. “El proyecto Yachay es la más inteligente inversión de futuro”, añadió Kim Young-Jun, titular de la firma de ingeniería Cheong Hai.

Mostraron interés por la fórmula de desarrollo en Ecuador y destacaron el modelo: “Cualquier iniciativa debe ajustarse a parámetros de responsabilidad y cooperación”.

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