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El Telégrafo

Soluciones para desarmar al espionaje en el Ecuador

Soluciones para desarmar al espionaje en el Ecuador
25 de julio de 2013 - 00:00

La primera parte de este artículo está publicado aquí.

Finjamos por un momento que en Ecuador existe una persona que se comunique de una manera completamente segura (aunque actualmente, no la hay).

Por ejemplo, el presidente Rafael Correa. Talvez él tiene un celular seguro, y no es vulnerable al espionaje. ¿Pero qué pasa si él está con su hija, y su hija quiere llamar a una amiga del colegio? ¿Y que pasa con el teléfono de su amiga?

En algún momento, la seguridad que tiene el Presidente desaparece, por las conexiones sociales de su entorno. Cualquiera que llega a comprometer la seguridad del teléfono de la amiga de la hija del Presidente, puede espiar el cuarto donde se encuentra Rafael Correa, porque cada celular es un posible micrófono. Si Correa tiene un teléfono seguro, pero su hija no, ¿qué pasa? Él no está seguro. Y cuando el país entero está tan inseguro como la hija, ¿qué pasa?

La intensificación del espionaje es un juego, y los EE.UU. juegan con un equipo cargadoYa sabemos lo que pasa: la agencia NSA de los EE..UU. espía a todo el planeta, y usa esos datos para su beneficio político. Las libertades fundamentales de los individuos, comúnmente descritas como derechos humanos, son la base de la democracia moderna.

Para que estas libertades sean limitadas, una entidad judicial debe establecer los motivos para dejar de un lado estos derechos. Además, debe dejar en claro, con orden judicial, las actividades que se llevarán a cabo que limiten los derechos básicos.

Por ejemplo: en los EE..UU. si policías desean incursionar en el hogar de algún acusado de algún crimen, o leer su correspondencia, un juez deberá emitir una orden judicial para autorizar que ingresen al espacio privado, y esa orden debe enumerar los objetos que buscan y que ameriten la incursión.

En el pasado, era imposible que cada casa fuera rebuscada, que cada carta fuera abierta y leída, que cada llamada telefónica fuera grabada. Pero con la tecnología que existe hoy, es posible que cada aspecto de la vida digital privada de uno sea capturado. En Ecuador y en muchos países se ha establecido que, aunque exista la capacidad de hacerlo, incursionar digitalmente y vulnerar los derechos de privacidad de las personas es un delito, igual que lo sería entrar sin orden judicial a su casa.

Las órdenes judiciales de alcance masivo que permitan capturar y almacenar todo, sin especificidad, son, entonces, una tiranía impuesta a los humanos civilizados.  Es solamente usando la criptografía que podemos combinar los principios de la libertad y el poder de nuestro estado de derecho para declarar la independencia de aquellos que desean imponer esa tiranía.

Todas las personas debemos tener la seguridad que ahora solo tienen las personas más importantes, como el presidente Correa en el ejemplo inicial.

Consideremos que aquel que tiene una base de datos que incorpore información masiva de todos los ciudadanos, maneja el equivalente a una bomba nuclear. El espionaje específico es, en cambio, como una mina antipersonal.  Ambas armas le dan bastante poder al opresor, quien controla el arma.

Hoy debemos mitigar el poder que tienen las armas “nucleares” de bases de datos masivos, y “las minas” que son el espionaje específico, mediante una nueva forma de desarme.

Desarmar los sistemas de espionaje es posible: y no es necesario esperar hasta que los opresores dejen a un lado sus armas. Aquellos que son víctimas pueden acelerar el desarme defendiéndose de una manera activa.

Hoy, la ley ecuatoriana no requiere la criptografía. No existen teléfonos, SMS, correos ni servicios de mensajería instantánea encriptados disponibles para personas regulares. Aunque máquinas normales pueden ser equipadas para incorporar la criptografía mediante sistemas GnuPG/PGP, mensajería OTR ("off the record", o fuera de registro), aplicaciones para teléfono como Redphone, TextSecure, y en ordenador, el navegador Tor. Todos estos requieren que el usuario tenga el deseo específico de instalarlos, y destrezas especiales para usarlos.

El presidente Correa ya ha declarado la importancia del software libre. Este software es un paso importante para crear redes distribuidas y descentralizadas de comunicación. Este compromiso debe fortalecerse.

La intensificación del espionaje es un juego, y los EE..UU. juegan con un equipo cargado.  Ecuador siempre va a perder enfrentándose al país más grande, más poderoso que juega el juego. La única manera de ganar, como a menudo lo dicen  los hackers, es no jugar en absoluto. Ecuador y otros países necesitan salirse de ese juego y crear uno nuevo.  

¿Cómo  hacerlo? Ecuador debe alejarse del espionaje, ya sea como blanco o como autor de dicha práctica. Se debe incorporar la encriptación de lado a lado, creando un mundo donde el anonimato es posible. Solo cuando estemos seguros en nuestras vidas personales, podremos asegurar los ideales democráticos de nuestras naciones.

Juntos podemos hacer esa transición hacia un mundo con un elemento de seguridad que entendamos y trabajemos. Donde aunque las reglas del juego digan que uno no debe espiar, cuando alguien rompe las reglas y espía solo logra capturar datos cifrados.

En un mundo así, aunque los EE.UU. ejerzan su poderío y violen las leyes, capturando todos los datos informáticos del planeta, sus agentes no podrán hacer búsquedas de texto para encontrar datos específicos como tu dirección de correo.

En un mundo así, Ecuador podría proveer servicios informáticos seguros no sólo basándose en su estado de derecho, sino en las matemáticas.

Imagina un país con empresas de seguridad que certifiquen que sistemas estén protegidos en contra del espionaje. Las leyes que regulen el comercio podrían penalizar a las empresas que implementen "puertas traseras" a sus tecnologías, que permitan el acceso a los datos privados de los clientes.

Estos son beneficios actuales, al alcance de Ecuador, que podrían mejorar la sociedad y el mundo. Es una manera de asegurarse que la era del imperio acabe de una vez y para siempre.

Jacob Appelbaum es co-autor con Julian Assange de un libro acerca de la criptografía y el futuro de Internet: Cypherpunks, disponible libremente en http://bit.ly/1bw9Sc6

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