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El Telégrafo

Justicia negó ayuda en caso de violencia sexual

Justicia negó ayuda en caso de violencia sexual
27 de abril de 2011 - 00:00

El período que tuvo que soportar Álex Aníbal Santander Chiriboga durante su estadía en el centro de rehabilitación social de Azogues es calificado por este ciudadano homosexual y travesti como el peor de su vida. En abril de 2007, Santander fue trasladado hasta este centro desde la cárcel de Cuenca, para cumplir con una pena de cuatro años de prisión.

Según relató el ciudadano a la Comisión de la Verdad, entidad creada para investigar las violaciones a los derechos humanos entre 1984 y 2008, desde el primer día en esa penitenciaría fue víctima del acoso sexual por parte de dos de los guías, a quienes identificó como Michael Lituma y Daniel Pesántez. 

En la investigación realizada por la Comisión de la Verdad también se recogieron las declaraciones de Segundo Tenesaca, quien fue compañero de celda de Álex Santander. En sus versiones, el reo dio fe del abuso infligido por Lituma y Pesántez a su compañero de pena. “Siempre le hacían bromas pesadas a Santander, y a él no le gustaba. Le decían: “Colorada, quiero pasar una noche contigo”, consta en la versión entregada por Tenesaca a la Comisión de la Verdad. 

El propio testigo reconoce que la situación era bastante incómoda también para él: “Este señor [Michael Lituma] llegaba hablándole pendejadas a Santander. Entonces yo me salía de la habitación hasta la hora del encierro. Me iba a otro cuarto de un compañero a ver televisión. Y cuando regresaba ya lo encontraba llorando a Álex [Santander]. Le dije: ¿Qué pasó Álex? Y me contestó que Michael le decía cosas, que lo va a ayudar en esto, que lo va a ayudar en esto otro, si accedía a hacer cosas”.

En sus declaraciones sobre lo sucedido en la cárcel de Azogues, Santander afirmó: “El señor Lituma era el que más me acosaba. Él era el que me invitaba a su dormitorio, me decía que me vaya arreglar el cuarto de él; como estaba interno tenía que obedecerle, porque él me amenazaba que, si no obedecía, me iba a castigar o me trasladaría a otro lado. Me acomodó para que viva frente al dormitorio de él. A la hora que él quería, me sacaba del cuarto y me llevaba al cuarto de él”. 

A pesar de estas situaciones, el acoso no había alcanzado niveles físicos, sino solo verbales. Hasta que llegó una noche en donde esa barrera se sobrepasó y fue relatado por la víctima en su testimonio: “Un día llegaron dos guías penitenciarios [Lituma y Pesántez, en estado de embriaguez], entonces comenzó el abuso sexual entre los dos: él uno le cuidaba la puerta y él otro me hacía lo que él quería. Yo traté de defenderme hasta donde pude. Así, uno entraba y después el otro”. “Tenía también un compañero [Segundo Tenesaca] que presenciaba esas cosas, pero no podía hacer nada porque a él también lo amenazaban”, recordó Santander.

Tenesaca agregó que en otra ocasión los guías penitenciarios obligaron a beber licor a su compañero de celda y lo hicieron bailar con otro de los jefes de vigilias. “Ellos lo filmaron con el teléfono y después chantajearon al guía con ese video, diciéndole que lo harían  botar del puesto, si declaraba a favor de Santander”, afirmó.

A los dos meses de recuperar su libertad, Álex Santander denunció lo ocurrido en la fiscalía en Azogues, ante el fiscal Martín Flores. Sin embargo, Tenesaca aseveró que a su ex compañero le dijeron: “Ya ha pasado mucho tiempo. En dos meses ya no hay pruebas de violación, no hay pruebas de nada, así que ya no hay cómo hacer nada”. 

Más allá de las denuncias en contra de los guías penitenciarios Michael Lituma y Daniel Pesántez, Santander afirmó que no se hizo justicia y ni siquiera se inició un sumario administrativo para investigar a los guías penitenciarios. “Después de la violación y de que puse la denuncia, ni siquiera hubo un sumario administrativo. Además, el guía Michael Lituma era pariente del doctor Máximo Ortega, ex director de ese centro de rehabilitación social”, manifestó. 

La víctima confesó a los comisionados que luego de recibir la negativa por parte de los operadores de justicia cayó en estado de depresión, que derivó en problemas en su hogar y laborales. Después de meses de vivir con esos conflictos, Santander decidió buscar ayuda profesional psicológica para superar los traumas que le provocaron los constantes abusos de los que fue víctima en la prisión.

En el informe se indica que Santander acudió por varios meses a terapia y pudo reponerse de sus problemas sociales y psicológicos. En la actualidad, a pesar de lamentar que los administradores de justicia le dieron la espalda en su caso, el ex reo tiene un puesto de trabajo y logró continuar con sus actividades cotidianas.

 

 

 

 

 

 

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