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El Telégrafo

El dolor por los desaparecidos es una llaga eterna en las familias

El dolor por los desaparecidos es una llaga eterna  en las familias
31 de julio de 2011 - 00:00

La familia de Galo pasó de la desesperación a la alegría en un mes. Este joven desató todos los sentimientos de culpabilidad en cada uno de sus parientes luego de que no llegó a su casa. Cuando regresó a su hogar entendieron, como muchos, lo que significa perder o dar por desaparecido a un familiar querido.

Un desaparecido provoca todas las preguntas en sus familiares: ¿Dónde está? ¿Por qué se fue? ¿Lo habrán matado? ¿Cuándo vuelve? ¿Con quién está? ¿Está vivo? Y casi siempre los desaparecidos no vuelven. Solo en caso de pérdida de niños se tiene registro de su retorno.

¿Qué pasa con los desaparecidos? Por lo general son víctimas de asesinato y sus cuerpos son enterrados, descuartizados, arrojados a las quebradas y solo  un examen científico puede identificarlos para luego comunicar a sus parientes, si hay registro de su ADN o de su dentadura.

De hecho, según los especialistas, el impacto sicológico en la familia de un desaparecido no se elimina, a veces, ni siquiera cuando encuentran, vivo o muerto, a su pariente. Por eso se recomienda un acompañamiento sicológico, sobre todo si los parientes del desparecido son menores de edad, que están en proceso de maduración en su personalidad.

Para el caso de niños hay más esperanza, como explica el coronel Édgar Martínez, jefe de la Dirección Nacional de Protección Especializada para Niños y Adolescentes (Dinapen) en Pichincha. Según él, en Ecuador la desaparición de menores se debe a tres causas. 

La primera y más recurrente es la fuga del hogar, por maltrato familiar. La edad promedio es de 11 a 15 años... En lo que va del 2011 hay 11 denuncias por esta causa, 21 de sexo femenino y 19 de sexo masculino.

Estos casos son comunes  con adolescentes, como ocurrió en la familia de Alicia, quien prefiere mantener su apellido en reserva. Galo, su hijo de 22 años, después de una pelea decidió marcharse sin llevarse nada. Durante días lo buscaron en hospitales, cárceles, morgues, colocaron anuncios y acudieron a instituciones en busca de ayuda. Después de un mes de angustia familiar, Galo regresó a casa. Su rabia lo llevó a esconderse en la casa de un amigo. 

La segunda causa es cuando se pierden involuntariamente. En Pichincha hay 12 denuncias en lo que va del año. Esto sucede comúnmente en lugares con aglomeración. Un momento de distracción basta para que los niños tomen un rumbo diferente al de sus padres. El rango de edades va de 6 a 10 años.

La tercera causa es la tenencia ilegal: cuando uno de los padres sin permiso del cónyuge se lleva definitivamente a los menores. Se registran apenas 4 casos entre las edades de 5 a 17 años. En total por estos tres motivos se constatan 210 desapariciones reportadas, 125 corresponden al sexo femenino y 85 al sexo masculino.

Otro de los factores que se toman en cuenta, dentro de la tenencia ilegal,  es cuando producto del “robo de niños” los menores son entregados  en adopción a cambio de dinero. Uno, cinco,  diez, cuarenta años, no importa el tiempo que pase, familiares y amigos de estas personas continúan en una  búsqueda incansable a través de redes sociales, avisos, llamadas, lo que sea, con tal de obtener alguna información para localizar a sus seres queridos.

Andrea Estefanía Cabezas, de 15 años, desapareció en abril del 2011 cuando salía del colegio. No hay noticias ni pistas de su paradero.

31-7-11-policial-desaparecidosEn caso de menores, la angustia aumenta, pues a lo largo de la historia, hay ejemplos como el del colombiano Luis Alfredo Garavito  que sembró el terror en la década del 90. Garavito fue catalogado como asesino en serie  y capturado como autor de la muerte de 140 niños, en varias regiones de su país. También pasó por el Ecuador  y por los crímenes perpetrados acá podría ser extraditado para ser juzgado y sentenciado por la muerte de al menos dos niños en la Región Costa.

En la Sierra, las provincias de Imbabura, Carchi, Otavalo, Tungurahua y Chimborazo registran un alto índice de niños desaparecidos que son utilizados para la explotación laboral y mendicidad. Paola Calderón, quien trabaja en el INFA, aclara que  las desapariciones relacionadas con la explotación laboral se enfocan en las provincias de El Oro, Imbabura, Guayas, Pichincha, Santo Domingo de los Tsáchilas y Sucumbíos, provincias con un alto índice de denuncias por desaparición.

Desde el 2009, el INFA ha intervenido en 13 operativos distintos para recuperar a varios niños. Según estadísticas de la Policía Nacional, los detenidos por el delito en contra de las personas, específicamente por desapariciones, son cinco en Otavalo y 4 en Carchi.

En la década del 90 y principio de este siglo se denunciaron varios casos de tráfico de menores con destino a Venezuela, procedentes de la provincia de Chimborazo. Incluso, en esos años se detuvo a algunas personas que transportaban a menores por la frontera con Colombia.

Los llevaban para trabajar en los mercados de Caracas y en algunas tareas agrícolas. Además, se conocieron casos de menores encontrados trabajando en Colombia y Chile, pero no se descarta que haya ocurrido algo similar en países europeos.

Consuelo Romero, abuela de tres niños, toma precauciones para cuidar a sus nietos. Recuerda que hace poco el menor de ellos, de apenas 6 años, se perdió de su vista en un centro comercial, aunque apenas fueron unos minutos...

Consuelo no borra de su memoria su angustia, pues ella es de Ambato y en la capital siente algo de temor con respecto a la seguridad.

Pedro Alfonzo López, conocido como el “Monstruo de los Andes”, fue el culpable de la desaparición de decenas de jóvenes mujeres, especialmente en la ciudad de Ambato, provincia del Tungurahua, en la década del 80, en donde el índice se incrementó. Fue detenido y cumplió su condena en el ex Penal García Moreno. Él mismo no sabía con exactitud cuántos niños o menores había violado y asesinado para luego enterrarlos o botarlos en algún lugar.

En el Ecuador hay organizaciones, como Teléfono Amigo, que atienen a las personas que pasan por  distintos problemas, entre estos, la desaparición de un ser querido. Ellos direccionan a familiares a diversas instituciones con las que pueden tomar contacto para organizarse y no perder el rumbo.

El psicólogo Francisco Guevara, quien trabaja en provincias de la Sierra con población indígena, explica que muchos jóvenes salen en busca de trabajo y no regresan. Se trata de familias  de pocos recursos... muchos de ellos ni siquiera ponen la denuncia, solamente esperan que algún día regresen.

El dolor se agudiza en los días de cumpleaños, aniversarios, fiestas, días en los que la tristeza de familiares y amigos por quienes no están se vuelve innombrable.

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