“La verdad perdura por sí misma, todo el resto será barrido por el correr del tiempo”
                                                                                                                                                Ghandi

La ligereza del diario La Hora se ha convertido ya en una inveterada costumbre. Ligereza propiciada por el desprecio a principios profesionales que exigen a los comunicadores y medios de comunicación comprobar la veracidad del hecho sobre el cual se pretende informar.

Inconducta que, adicionalmente, les induce a otorgar veracidad a aseveraciones de personajes como Fernando Villavicencio y Cléver Jiménez, quienes, según la misma fuente, habrían presentado una denuncia ante la Fiscalía General en contra del ministro de Recursos No Renovables, Wilson Pástor,  por haber: “venido aparentando y arrogándose una falsa calidad profesional, haciendo que la sociedad lo reconozca como tal, cuando en realidad jamás obtuvo dichos títulos”.

Ante ello, permítasenos plantear los argumentos que explican la razón de ser de los juicios de valor que acabamos de expresar.

El diario La Hora, en su edición del 28 de diciembre de 2012 asevera, en referencia al secretario de Estado que: “En su hoja de vida, colgada en la página electrónica de esa cartera de Estado, consta que ha obtenido el título de máster en Economía de la Energía por la Universidad Pierre Méndes France de Grenoble (Francia) y el de ingeniero en Geología, Minas y Petróleos por la Universidad Central del Ecuador.

Igualmente, en declaraciones públicas, como en la comparecencia ante la Fiscalía por el caso Palo Azul, ha asegurado que es economista. Sin embargo, en la página de la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Senescyt) no aparece registrado ninguno de los dos títulos”.

Contenidos que tienen por objetivo permitir a La Hora concluir implícitamente que: si los títulos que ha manifestado poseer el ministro Pástor no aparecen en los registros de la Senescyt, no existen, por lo que y en consecuencia la denuncia de Villavicencio y Jiménez es pertinente. Así de fácil.

Pero ¡no!, no es así de fácil. La conclusión, que se muestra irrefutable desde la estructura lógica propuesta por La Hora, pierde toda consistencia y viso de verdad cuando se reconoce la siguiente circunstancia: los registros de títulos profesionales de la Senescyt solo contienen los emitidos desde el año 2000 en adelante.

En consecuencia, todos los títulos otorgados por universidades y politécnicas ecuatorianas, con anterioridad al año 2000, no se hallan en esos registros, salvo los casos de aquellos que han cumplido el trámite que se precisa inmediatamente.

Para que no quepa duda alguna, debo precisar que el trámite que deben seguir quienes se graduaron, por ejemplo, en la Universidad Central del Ecuador con antelación al año 2000, para que sus títulos puedan ser inscritos en los registros de la Senescyt, es el siguiente:

1. Deben concurrir a la Universidad Central, a la facultad en la que se graduaron con el título original, una copia del mismo y copias a color de la cédula de identidad y de votación.

2. Concurrir al archivo de la Facultad donde se graduaron para que certifiquen la existencia y autenticidad del título.

3. Presentar una solicitud dirigida al decano de la facultad en la que se graduaron, adjuntando los documentos mencionados en los numerales 1 y 2, para que se certifique que el título otorgado es válido.

4. Demandar la entrega de la certificación otorgada sobre la validez del título, debidamente certificada y suscrita por el decano y el secretario de la facultad en la que se graduaron.

5. Concurrir a la Oficina de Documentación que informa a la Senescyt sobre la validez del título y solicitar, por escrito, proceda a solicitar a la Senescyt el registro correspondiente.

Si este procedimiento no se ha cumplido, todos los profesionales graduados con antelación al año 2000 en las universidades y politécnicas ecuatorianas no
constan en los registros de la Senescyt.

Esta es la verdad pura y simple, como lo puede comprobar todo ecuatoriano graduado en la Universidad Central antes del año 2000. Ante ello, no podemos menos que señalar que el diario La Hora, Villavicencio y Jiménez estaban obligados a investigar, reconocer la verdad y solo luego pronunciarse. Investigar y conocer, antes de calumniar.

Actuar en la forma como han procedido solo demuestra ligereza en el actuar, menosprecio por la verdad. Esperemos que recuerden, con Ghandi que: “La coherencia tonta es el caballo de los mediocres”, y que: “Un error no se convierte en verdad como resultado de la propagación multiplicada, y tampoco la verdad se vuelve un error porque nadie la percibe”.