En el Suburbio de Guayaquil se encuentran dos de los viaductos que evidencian mayores problemas en la ciudad: el puente 4 de Noviembre y el puente de la G.

El primero, ubicado en las calles 4 de Noviembre y callejón 21, se ha constituido en una trampa para los peatones, pues en varios tramos ya no hay barandas que impidan que ellos caigan al Estero Salado.

Originalmente, el paso tenía barreras metálicas con forma de tubos. No obstante, con el transcurso del tiempo las citadas piezas han sido sustraídas por desconocidos.

Eruberto Obando, quien reside 35 años en esa zona periférica, recordó que hace un año las mencionadas barras fueron pintadas y colocadas, pero nuevamente “han desaparecido”.

El vecino culpa de los robos a los recicladores de la zona. “Parece que se llevan las partes para venderlas”, asegura.

En las noches, por la escasa iluminación que hay en el lugar, los caminantes pueden resbalar y caer en el agua, que emana un olor desagradable.

El paso está sobre uno de los puntos más contaminados del Estero Salado. Actualmente, en la zona todavía flotan desechos por el afluente: palos, fundas, botellas, etc., que se observan en la mañana y tarde.

Asimismo, en uno de los extremos del paso la maleza presenta una altura considerable. “Nadie ha venido a retirarla”, se queja Julio Macías, peatón que frecuentemente transita por ese camino.

También, el puente de la G se ha constituido en una trampa. En uno de sus extremos una parte del piso se ha desmoronado y se ha formado un agujero por el que puede caer, al Estero Salado, cualquier persona que circula por el lugar.

Los vecinos del sector relatan que el año pasado un morador resbaló y quedó atrapado, por lo que llamaron a los bomberos para que lo sacaran.

Ahí hay fierros salidos y restos de palos clavados, que son un peligro para los transeúntes.

Los muros de protección también están deteriorados. Algunos vecinos coinciden en que gente desconocida ha dañado las paredes para sustraerse el metal.

Los habitantes del callejón 29 y la G, que residen al pie del viaducto, piden, además, a las autoridades locales que se preocupen por la seguridad del lugar.

La vecina Esperanza Moreira denuncia que algunas personas con problemas de adicción a las drogas se esconden bajo el paso y ahí las consumen. “También aquí dejan botados a quienes hacen secuestro exprés”, advierte.

De acuerdo con el artículo 129 del Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (Cootad), a los municipios corresponde planificar y construir la vialidad urbana.