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El Telégrafo
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Especial coronavirus

Las medidas de prevención en los mercados se respetan de la puerta para afuera

En algunos supermercados la situación es similar a la de los mercados municipales. La falta de distancia entre personas es la norma menos respetada.
En algunos supermercados la situación es similar a la de los mercados municipales. La falta de distancia entre personas es la norma menos respetada.
Foto: William Orellana / El Telégrafo
29 de marzo de 2020 - 00:00 - Mario Valiente Velásquez

Mantener una distancia mínima de un metro entre cada persona y utilizar mascarilla y guantes son las medidas de seguridad implementadas que casi nadie respeta en los mercados de Guayaquil.

En el mercado Norte, ubicado en las calles Piedrahíta y Boyacá, en el centro de la urbe, la fila empieza a formarse poco antes de las 06:00, hora en que la plaza abre sus puertas durante la emergencia sanitaria.

A pesar de que las autoridades han sido reiterativas en pedir que las compras las realice un solo ciudadano por vivienda, para los vecinos del barrio esta no es más que una sugerencia que no están dispuestos a acatar.

Así, una mujer de mediana edad, con ropa deportiva, espera su turno acompañada de su esposo, hija y quien bien podría ser su madre o suegra. En cualquiera de los casos, una persona de la tercera edad.

En un hecho poco usual en el puerto principal, la puerta del mercado efectivamente abre a las 06:00, es decir, puntual; es hasta este momento que dura el supuesto orden y la compostura.

A medida que empiezan a ingresar, la brecha entre vecinos se va reduciendo. Un metro, ochenta centímetros, medio metro, un brazo. Para cuando el guardia dice “hasta aquí el primer grupo”, la distancia entre persona y persona difícilmente supera los 20 centímetros.

mercadosEl mercado Las Manuelas, en Durán, tiene pasillos tan angostos que no se puede transitar sin tener contacto con las demás personas. Además, no todos los compradores usan protección Foto: César Muñoz / El Telégrafo

Los minutos pasan, la espera desespera y no demora en aparecer la primera queja. “Qué desgracia. Tenemos que esperar tanto porque el ‘bigotón’ regaló el antiguo edificio; ese era más grande, ahí entraba más gente”, reclama un hombre que lleva pantalón corto, sandalias y camiseta sin mangas (para no aguardar bajo el sol se protege en la sombra de un pilar).

Tras una espera de 25 minutos, el celador permite el ingreso del segundo grupo. Uno a uno empieza a aplicar gel desinfectante en las manos de los compradores, quienes una vez adentro lo primero que hacen es quitarse guantes y mascarilla. “Al fin entramos, ahora si nos podemos sacar tanta pendejada que están obligando a usar”, dice en voz baja y con claro tono de malestar la misma mujer que llegó acompañada de familia y media.

Otro más consciente de la emergencia en el país reprueba esta actitud con un comentario lanzado al aire. “Ignorantes, uno busca protegerse lo más que puede y estos se creen futbolista ingresando al cambio, que ni bien entran se sacan la camiseta del pantalón. Estos, en cambio, se sacan la mascarilla”.

En el interior de la plaza la situación ya es caótica y preocupante. Por un lado solo un puesto de vegetales está bien surtido y las personas ya han formado el clásico círculo del desorden. Todos piden y todos quieren ser atendidos primero. Y a la tendera no le importa más que vender y seguir vendiendo.

Algunos residentes que aguardan entrar en el tercer grupo, optan por retirarse ante el evidente desorden. “Me voy a comprar al supermercado nomás, aunque esté más caro, hay menos posibilidades de infectarse”, dice una joven mujer que se encuentra tercera en la fila de espera.

Al escucharla y ver su intención de desertar, vuelve a mí el recuerdo de la mala experiencia del día anterior. Me acerco a ella y le digo: “si está pensando ir al Tía, allá la cosa está igual o peor”. Me mira fijamente y resignada regresa a su lugar. (I)

mercadosEn el mercado Grau Ruiz, en el Suburbio, se irrespeta la capacidad de clientes. Aquí tampoco usan guantes ni mascarilla. Foto: Danny Mera / El Telégrafo

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