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La participación de los montuvios no era nueva: a lo largo del siglo XIX protagonizaron guerras civiles y otras luchas

Los montuvios montoneros y la revolución

Los montuvios montoneros y la revolución
04 de junio de 2016 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

Poco se ha estudiado sobre la participación de los montuvios en el proceso de gestación de la Revolución Liberal, hasta la llegada al poder de Eloy Alfaro Delgado, el 5 de junio de 1895. No obstante, la principal minoría étnica de este país fue la base social del liberalismo radical costeño que acompañó al ‘Viejo Luchador’ en sus luchas revolucionarias.

La contribución del pueblo montuvio a las luchas alfaristas es trascendental, porque se trata de la mayor movilización popular, de largo alcance, contra las estructuras del Estado oligárquico-clerical-terrateniente en el siglo XIX, en el marco de un proyecto que se propuso la transformación del régimen político y socioeconómico imperante hasta entonces.

El programa de cambio liberal radical evidenció una matriz ideológica anticlerical, democrática y nacionalista, expresada en medidas de ruptura, como la supresión de conventos y monasterios, abolición del Concordato con la Santa Sede, decretos de expropiación de ‘manos muertas’, enseñanza laica obligatoria, creación de fuerzas armadas profesionales y construcción del ferrocarril trasandino.

¿Qué papel jugaron los montuvios en esta historia de héroes, bayonetas y proclamas revolucionarias? En primer lugar, a ellos les tocó asumir los costes de una guerra contra los diferentes gobiernos que no implementaron cambios radicales en las bases del Estado y la sociedad ecuatorianas.

Entre 1883 y 1884 se formaron, paralelamente, dos grandes milicias en el litoral: las huestes de ‘chapulos’, en la actual provincia de Los Ríos, bajo el liderazgo del caudillo palenqueño Nicolás Infante Díaz, y las milicias de los montoneros manabitas y esmeraldeños que apoyaron a Eloy Alfaro, quien se proclamó Jefe Supremo de estas provincias, en su lucha contra el dictador Ignacio de Veintimilla.

Paradójicamente, a pesar de la mayoritaria presencia de los montuvios como base social del radicalismo, la historiografía oficial ecuatoriana ha padecido una proverbial ceguera, pues no ha sido capaz de descubrir a los verdaderos actores de la gesta liberal radical: los montuvios montoneros, quienes fueron ‘carne de cañón’ en el campo de batalla y los principales artífices de una campaña que se extendió por los campos del litoral interior y que culminó con el sitio de Guayaquil, encabezado por el manabita Plutarco Bowen, el 5 de junio de 1895, y el consiguiente llamado al máximo caudillo radical, para que asuma el poder.

Pero la participación de los montuvios no era nueva: a lo largo del siglo XIX protagonizaron guerras civiles y otras luchas contra el poder terrateniente. El novelista e historiador guayaquileño Alfredo Pareja Diezcanseco, así lo señala, en su libro clásico La Hoguera Bárbara: “Montuvios y cholos, los primeros con algo de sangre negra, los segundos con india sangre marinera en las venas, no trepidaban en alzar miradas retadoras, así de ágil tenían el alma, no obstante la presencia dominadora del patrón. Eran valientes, pero descalzos. Activos, pero sensuales […] De ese material humano había surgido la alfarada invadida de amor por la nacionalidad quebradiza, vacilante. Con esos hombres, Guayaquil construyó el gesto del 6 de marzo de 1845”.[1]    

Otro de los contados historiadores que no pasaron por alto la presencia de la alfarada montuvia fue el cuencano Gabriel Cevallos García, quien en su crónica del movimiento revolucionario, expresó: “La obra de Alfaro, lentamente realizada, penetró en el medio humano hasta una hondura cordial y entrañable. No era cuestión de principios, solamente la que en torno de este personaje se debatía. Era un problema de afectos y simpatías humanas, nacidas en un sector popular que hasta entonces poco o nada había contado en el hacer histórico ecuatoriano: el montuvio o campesino de la costa, hombre leal, sacrificado, capaz de todo cuanto ama o cuanto odia. Alfaro concentró en sí la simpatía de estos hombres”.[2]

Por otra parte, historiadores más modernos, como Elías Muñoz Vicuña y Enrique Ayala Mora, reconocen los orígenes de la base social de Eloy Alfaro, aunque no entran en detalles sobre su origen étnico-cultural. La excepción del caso es un libro de divulgación histórica sobre Alfaro y los montuvios, que el historiador Willington Paredes publicó en 2007.[3]

En conclusión, podemos decir que. aunque la mayoría de los historiadores ecuatorianos no reconoce el rol decisivo que tuvieron los montuvios en el sacrificado camino hacia el cambio sociopolítico que emprendiera Eloy Alfaro, ya es hora de que las nuevas generaciones de historiadores y otros actores culturales valoren y difundan el enorme aporte social y legado histórico de una cultura que ha sido secularmente invisibilizada en las amarillentas y desgastadas páginas de la historiografía oficial de este país. Que el recuerdo de un aniversario más de la Revolución Liberal ecuatoriana sea motivo para que comencemos a reparar esta situación.

[1] Alfredo Pareja Diezcanseco, La hoguera bárbara, Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión/Campaña Nacional Eugenio Espejo por el Libro y la Lectura, 2003, p. 119.

[2] Gabriel Cevallos García, Historia del Ecuador, Cuenca, Editorial Don Bosco, 1964, p. 401.

[3] Willington Paredes Ramírez, Eloy Alfaro, los montuvios y la transformación revolucionaria del 5 de junio de 1895, Guayaquil, Archivo Histórico de Guayas, 2007.

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