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El Telégrafo
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Los visitantes quedan maravillados con el número de estas especies

Las iguanas consentidas de los turistas

Algunas hasta parecen posar para la foto. Guayaquileños, afuereños y extranjeros gustan admirar a las iguanas del parque Seminario. Foto: Cortesía
Algunas hasta parecen posar para la foto. Guayaquileños, afuereños y extranjeros gustan admirar a las iguanas del parque Seminario. Foto: Cortesía
23 de febrero de 2014 - 00:00 - Paola Salazar, Génesis Hernández, Carolina Herrera. Estudiantes de la Universidad Laica Vicente Rocafuerte

A las 10:00  Guayaquil suda la gota gorda... en el centro los porteños van y vienen a un ritmo acelerado. La ciudad se despereza. Los vendedores ambulantes vocean sus productos, los canillitas gritan las buenas nuevas y también las malas noticias. Ahí en pleno corazón de Guayaquil, frente a la Catedral (Chimborazo y 10 de Agosto), está el parque Seminario. A ese sitio llegan los visitantes.

Este parque  tiene un diseño colonial que nos transporta al antiguo Guayaquil y es el hogar que acoge a los personajes y que roba la atención de todo visitante: las iguanas.

La mayoría de quienes se acercan al parque lo hacen con el interés de rodearse de estos reptiles que emanan aires de majestuosidad. Mientras las personas deben soportar el caluroso clima de la ciudad, los animales se dejan ver con su cabeza erguida hacia el cielo mientras reciben un baño de sol.

El viento sopla moviendo las largas y anchas hojas de las palmeras y refresca a los visitantes que comparten sonrisas y comentarios entre sus acompañantes, así como de desconocidos, rompiendo  el escepticismo a la hora de observarlas.

Hay niños, adultos y ancianos, algunos sentados leyendo algún libro o periódico, así como extranjeros que ansiosos señalan a los animales y sonríen mirando hacia la cámara para inmortalizar el momento.

Según Priscila Ruiz, quien lleva diez años trabajando como fotógrafa en el parque, algunos visitantes llegan con temor a que los animales sean agresivos, pero que luego se impresionan por lo amigables que son y sienten confianza para posar a su lado. “Muchas personas visitan este lugar porque en su país no encuentran esta distracción”.

El parque además de ser conocido por la presencia de la vida animal, lo es también por sus monumentos.


Algunos extranjeros comentan que es raro ver a estas especies habitando en el centro de la ciudad.
Este comentario se refleja en el caso de Misael Figueroa, un joven chileno que decidió visitar varias ciudades  de Ecuador. Este ‘mochilero’ eligió Guayaquil como su primera parada. Mientras mira una iguana comenta que pese que el parque está ubicado en el centro de la ciudad, le hace sentir el contacto con la naturaleza y asegura que “en Chile no hay un lugar como este”.

Es una mañana de febrero, personas de origen mexicano, chileno, estadounidense y argentino  contemplaban a los animales sin que dejen de sacar una cámara para congelar el momento.

Las iguanas, muy relajadas y vanidosas, no muestran temor en ser admiradas y dan la impresión de estar  posando para ser fotografiadas. Se quedan quietas se dejan acariciar; pero, por supuesto, llega un momento en que se cansan y les dan la espalda (en este caso la cola) y se alejan con lento caminar.  Juan Manuel, de 32 años y  oriundo de Argentina, asegura que el lugar  es muy bonito, pero que le gustaría que haya una guía en donde se detalle  la historia del parque.

Aunque las iguanas son las protagonistas principales, no son los únicos animales del parque. Aquí las palomas son sus compañeras. Comparten el agua, se alimentan de la mano de algún visitante y revolotean libres sobre las cabezas de las personas. Iguanas y palomas reposan sobre los árboles o sobre el césped, pero juntas, como buenas vecinas.

Aparte de las aves, bajo la gruta de piedras donde reposa la figura de la Virgen María, habitan numerosos peces que nadan alrededor de pequeñas tortugas.

El parque además de ser conocido por la presencia de la vida animal, lo es también por sus monumentos, como aquel que hace memoria al libertador Simón Bolívar, obra que se levantó en 1872. El Monumento de los Jabalíes, una donación de la colonia China para la ciudad  y colocado el 24 de julio de 1889, y La Glorieta o el kiosco, que es parte del parque desde 1900.

Ruiz, quien además de fotógrafa ayuda a mantener el orden en el parque,  dice que los visitantes se sienten fascinados por el paisaje del lugar, pero se decepcionan al encontrar basura.

Inaugurado desde 1895, el parque acoge a creyentes que esperan la misa de la Catedral. Ahí se distraen viendo a  los animales. Al sonar las campanas de la iglesia, empiezan a aproximarse para acudir a misa. Se despiden de las iguanas y se marchan... mientras la ciudad siguen convulsionada por su gente y por su caos...

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