Ya no es extraño que los equipos de fútbol profesional de Manta tengan una reducida hinchada. Muchos pensaban que Delfín Sporting Club podía romper esquemas, que era el plantel cuyos seguidores, los pescadores y sus familias, acudían a apoyar al equipo.

Pero aquello no se reflejó en los últimos cuatro partidos. A fines de 2017 cuando jugó la final contra Emelec. Ese día el estadio Jocay se vistió de azul, más del 80 por ciento de los aficionados eran hinchas del equipo guayaquileño. Hace una semana, cuando jugó con el Nacional, sucedió lo mismo, graderíos semivacíos.

El 28 de febrero, en su inicio en Copa Libertadores ante el Bolívar, el certamen que todo club pelea en los campeonatos nacionales y añora jugarlo para permitir que sus integrantes muestren sus habilidades, el público nuevamente no respondió como la dirigencia esperaba.

Desde el lunes 26 de febrero se pensaba que se vivía un ambiente de Copa Libertadores, pero nada. El 28, por la mañana, apenas hubo algunos destellos con la venta de camisetas.

Ante Bolívar -según registros de Delfín- llegaron 3.886 personas entre hombres, mujeres y niños para apoyar el equipo manabita. En la general norte, donde se concentran las barras de Delfín, la confianza en el equipo era evidente después del empate ante Bolívar.

Luis Flores es uno de esos hinchas que no se pierde un partido del equipo manabita. “Hubo emociones, nos salvamos, ellos se salvaron; creo que los muchachos lo hicieron bien”.

Mauricio Mera, residente de la zona de Los Esteros (noroeste de la ciudad), cree que la poca presencia de público sería por el costo alto de las entradas y además el día. Por lo general, la hinchada espera los fines de semana. Mera está seguro de que el empate no es un mal resultado.

Roberto Reyes, periodista deportivo de Manta, sabe  que el hincha mantense se identifica con equipos como Emelec y Barcelona, por eso responde cuando esos elencos juegan en Manta.

“Es difícil hacer entender a estos aficionados que hay que apoyar al equipo local, así es el manabita”. (I)