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El Telégrafo
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La prensa peruana es la “barra brava” de su selección

La prensa peruana es la “barra brava” de su selección
07 de junio de 2013 - 00:00

Hasta ayer Lima aún no  mostraba el ambiente de algarabía que precede a un importante partido de fútbol, más aún ante su clásico rival: Ecuador. La capital peruana mantenía la tranquilidad, como es su proceder habitual. Solo la prensa explota el tema, pero el tráfico y el movimiento son, según los peruanos, los mismos de todos los días. Talvez hoy sea distinto.

El diario deportivo Depor de Lima tituló: “Para freír monos”, una nota gráfica y con tintes racistas donde se explica detalladamente el juego de la Selección de Ecuador, en una edición que le dedica al partido 10 de sus 16 páginas.

La prensa peruana piensa que el punto débil de la Tricolor está en la parte central de la defensa, a la que Argentina “hizo añicos” hace poco más de un año, con un aplastante 4 a 0. Otras notas de rotativos locales llaman a la reflexión acerca del papel del aficionado y de cómo “a estas alturas de las eliminatorias, el jugador número 12 sí juega”.

El vuelo charter que trajo a la Selección de Ecuador aterrizó al mediodía en el aeropuerto Jorge Chávez de Lima. En los exteriores de la terminal aérea un grupo de ecuatorianos esperaba para ver a los futbolistas; entre ellos una mujer que tenía en las manos tres camisetas de la Selección, aún sin sacarles las etiquetas. Había uno o dos que las llevaban puestas. La mayoría eran ecuatorianos residentes en esta capital.

Edison Campoverde es un quevedeño que vive desde hace 5 años en Lima. Compró dos entradas (irá al estadio con su esposa) a 400 soles (unos $ 160).

Pese a que trabaja en Malvinas, un local de venta de artículos de segunda mano -él habla directamente de una “cachinería”-, dice que en Perú alcanza un mejor ingreso que en su ciudad natal.

Él también siente un ambiente de rivalidad horas previas al cotejo. Se refiere al trabajo del Hinchapelotas, que pide a los ecuatorianos que hagan barras de apoyo a la “Tri” para una nota en EcuadorTV, antes de la llegada de los jugadores. Los peruanos que circulan por el área de salida del aeropuerto imponen sus gritos con el nombre de su país.

Pero Édison recuerda que en 2009 el mismo encuentro por Eliminatorias terminó a favor de un Ecuador que jugaba con varios suplentes y que fue talvez el partido que catapultó a Jéfferson Montero en la Selección.

En el 2009 Ecuador ganó 2 a 1 y fue el partido que catapultó a Jéfferson Montero en la SelecciónEn el aeropuerto hay otros paisanos. Por ahí está Raúl Noriega -no el “Pavo”-, un guayaquileño con raíces peruanas que vive en Lima hace un año. Pese a su ascendencia, dice no tener ningún tipo de conflicto por el partido clave que se jugará esta noche en el estadio Nacional de Lima. “Ecuador por siempre”, agrega Noriega -a pesar de los gritos peruanos en el salón- y vaticina que “creo que nos vamos a comer un sequito de gallina”, también con un tono altamente descortés.  

Por ahí ondea también una bandera de Sucumbíos, la tierra que vio nacer a la estrella de la Selección, Antonio Valencia. La lleva Jairo Valladares, un ecuatoriano de unos 28 años que afirma haber jugado fútbol con el “Toño” en el equipo Sub-13 del Caribe Junior. Aunque recuerda que  a esa edad a Valencia ya lo hacían jugar en la Sub-18.

Valladares -dice que no ha tenido contacto con Valencia desde 2005, cuando jugaba en El Nacional- llegó al aeropuerto con su colega Nelson Cevallos, otro compatriota con quien trabaja en el Grupo GYB, un consorcio ecuatoriano-peruano dedicado al tratamiento de aguas residuales. A Cevallos le parece que hay pocos hinchas esperando a la “Tri”. “Debe ser por la hora”, dice.

Y la hora es protagonista en esta espera. La Selección, que aterrizó unos minutos antes de las 12:00, no salió sino hasta una hora después, sin acceso a la prensa y sin más contacto con los hinchas que los saludos breves de los jugadores a través del cristal del bus.

Mientras eso pasa, hay personas que, mezcladas con los periodistas cerca de las barreras metálicas, comentan que los jugadores están callados porque tienen miedo. Un taxista que pasa por ahí, sin embargo, dice amargamente que “no sé por qué tanta rivalidad, si mañana nos van a golear”.

Felipe Caicedo sube abstraído al bus, sin ver a nadie, con sus audífonos gigantes y sus gafas estilo hipster, mientras una periodista local, de unos 50 años, pregunta: “¿Ese monito es Caicedo?”.

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