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El Telégrafo

El balón se disputa en los libros

El balón se disputa en los libros
11 de junio de 2013 - 00:00

“Si yo pudiera escoger una forma de morir, escojo esa”, remataba Roberto Fontanarrosa en las líneas finales de su cuento “19 de diciembre de 1971”, un relato sobre las cábalas en el fútbol, donde narra el viaje previo y el partido providencial que Rosario Central le ganó en Buenos Aires a su clásico rival, Newell’s Old Boys.

Aquel juego, dice el narrador, “era una final final, porque si bien era una semifinal, el que ganaba venía a Rosario y le rompía el culo a cualquiera”. Ese año, Rosario Central quedó campeón por primera vez en el Torneo Nacional Argentino.

Son las cábalas un punto de partida interesante para hablar del fútbol en la literatura, porque son construcciones sociales que definen costumbres y se legitiman en el imaginario popular.

George Orwell, escritor británico, autor de dos obras que recogían de manera elocuente la historia de la humanidad (“Animal Farm”) y los miedos sobre el futuro (“1984”), decía que las competencias deportivas internacionales “no tienen nada que ver con el juego limpio. Se hallan ligadas al nacionalismo”.

Incluso Raúl Pérez Torres, actual presidente de la CCE, tiene fútbol en
su literaturas
Los escritores latinos más importantes le han dedicado líneas, poemas, cuentos, ensayos y novelas al fútbol. A vuelo de pájaro, tres nombres que lo comprueban son Eduardo Galeano, Roberto Fontanarrosa, e incluso Mario Benedetti. El propio Raúl Pérez Torres, actual presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, tiene fútbol en su literatura.

Hoy, que Ecuador juega contra Argentina por eliminatorias al Mundial de Brasil 2014, los “albicelestes” en primer lugar de la tabla y la “Tri” aún con posibilidades de ganar el grupo de Conmebol, hacemos un recuento de obras literarias de autores de estos dos países sobre el fútbol, además del inefable Eduardo Galeano, un hincha apasionado y confeso del rey de los deportes.

“Cuando me gustaba el fútbol” (1990) es el título de uno de los cuentos de Pérez Torres, donde narra cómo el juego callejero se convertía para el protagonista, un joven de un sector pobre de Quito, en uno de sus únicos espacios de libertad. O de escape de la realidad, que no faltan quienes han hablado de este deporte como una nueva versión del “opio del pueblo”, como llamaba Karl Marx a las religiones.

Contado en primera persona, el narrador en algún momento dice: “Pero en la cancha me olvidaba de todo y le daba a la pelota más que ninguno, tal vez solo por eso gozaba de un pequeñísimo respeto”.

En el fútbol, ha dicho Pérez Torres en una entrevista publicada en el blog Bebida y Memoria, se expresan todos los dramas humanos, como el dolor, la alegría, la miseria o el odio, y que todo eso constituye un universo, “y los escritores trabajamos con universos”. Plantea así una metáfora entre el fútbol y la literatura, porque “encontramos la dramatización de una sociedad”.

La obra del rosarino Roberto Fontanarrosa en torno al fútbol es tal vez una de las más apasionadas del continente. El “Negro” se acercó al deporte desde distintas perspectivas, sin dejar de lado su enorme pasión por Rosario Central, como en aquel cuento del que se habla al inicio de este texto.

Son muchos los cuentos y las caricaturas -también era dibujante- en los que  Fontanarrosa aborda al fútbol, incluso en pequeñas gambetas, como cuando a su emblemático personaje de historietas, Inodoro Pereyra, le preguntan cómo se gana la vida. “¿Ganar? A duras penas voy sacando un empate”.

Entre sus obras literarias están “Puro fútbol” (2000), en el que recoge varios cuentos sobre el balompié y “Área 18” (1986).  

El autor argentino Jorge Luis Borges decía que el fútbol “es un deporte estéticamente feo”Mención aparte merece Eduardo Galeano, escritor y periodista uruguayo, que dedicó una obra entera a analizar la realidad de los latinos a partir de la dominación de las potencias extranjeras desde la colonia en “Las venas abiertas de América Latina”, título publicado en 1971 que marcó el pensamiento de una generación joven y de izquierdas en tiempos en que las dictaduras en el subcontinente eran casi tantas como las democracias. Y eso sí, más poderosas.

Galeano, un aficionado que reconoce que le gusta todo el show que se genera en torno a este deporte por la euforia que produce, escribió en 1968 “Su majestad el fútbol”, una selección de textos antologados por él que incluía reflexiones de figurísimas de la literatura como Albert Camus, Horacio Quiroga y Mario Benedetti.

Pero Galeano también llegó a publicar “El fútbol a sol y sombra”, en 1995, un título en que inicia confesando que quiso ser un jugador de fútbol como todos los niños uruguayos, pero que siempre fue un “pata dura”. “Fue un caso de amor no correspondido”.

En “El fútbol a sol y sombra”, Galeano (que en la puerta de su casa solía colgar un letrero de “cerrado por fútbol”) habla de una acción del marketing que interviene más de la cuenta en la cancha. La “tecnocracia del deporte”, le llama a este conjunto de agentes económicos que volvieron al fútbol un juego más de fuerza y de velocidad, “que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía”.

Ha habido, por supuesto, intelectuales que renegaron del fútbol por considerarlo una herramienta de enajenación. El poeta inglés Rudyard Kippling en 1880 se burlaba del fútbol y sus aficionados, y Jorge Luis Borges “fue más que sutil”, al dictar una conferencia sobre la inmortalidad el día que jugaba la selección argentina su primer partido del Mundial del 78, detalla Galeano.

Borges, no obstante, se refería al fútbol como “esa cosa estúpida de ingleses... un deporte estéticamente feo”. También ha declarado que “Once jugadores contra once, corriendo atrás de un balón no son especialmente hermosos”.

Pensaría completamente lo contrario el poeta argentino Juan Gelman, quien de hecho se encuentra en Ecuador en el Festival de Poesía que se realiza en Quito.

El autor, en una entrevista con el programa radial de Argentina De puntín, expresó: “La literatura deportiva me parece muy interesante. El deporte es una  realidad muy fuerte, no se lo puede minimizar ni desdeñar ni nada por el  estilo, como hace cierta gente”.

Confesó aquella vez que “hace muchos años” escribió un cuento sobre fútbol que nunca se atrevió a publicar. También dijo que escribió poemas sobre balompié como parte de una iniciativa lanzada en México para conformar un equipo de once escritores en vistas al Mundial Sudáfrica 2010.

Y hay más autores. Ariel Magnus ha escrito una obra con 11 cuentos sobre fútbol llamado “Ganar es de Perdedores” (2010).

Los textos están narrados desde las problemáticas cotidianas que genera en la sociedad este deporte. Uno de los relatos, por ejemplo, centra su trama en una mujer que quiere tener sexo con su esposo, sin embargo él está atado al televisor viendo un partido de Boca, el equipo que arrastra pasiones en Argentina.

Y no solo hay literatura sobre balompié. Son los mismos autores quienes se han dedicado a este deporte de distintas maneras, por ejemplo Eduardo Sacheri, escritor del texto “La pregunta de sus ojos” (2005), desempeña como comentarista de fútbol. En ese sentido, ha luchado por revalorizar la “literatura deportiva”.

Efectivamente, entre su bibliografía se encuentran textos sobre este deporte, están sus relatos como  “Esperándolo a Tito” (2000) o “ Lo raro empezó después” (2004).

Uno de los trabajos en los que la visión de Sacheri sobre el fútbol se vuelve trascendental es en su novela “Papeles de viento”, (2011). En este libro se presenta la idea del “fútbol como salvación”, según el autor en una entrevista con la periodista argentina Silvina Friera.

En ese sentido, el autor afirmó en ese mismo diálogo:  “El fútbol es el último refugio de la inocencia”.

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