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El Telégrafo

Ecuador hace la mejor de sus actuaciones

Ecuador hace la mejor de sus actuaciones
01 de abril de 2013 - 00:00

Tal vez podría decirse, en términos políticos, que las eliminatorias sudamericanas son elitistas. De mínima, que no son inclusivas. ¿Por qué? Porque ganan los mejores, una constante de los campeonatos largos. Esto es algo que pasa en todo el mundo y puede citarse el caso español: no es imposible ganarles un partido al Barcelona o al Real Madrid. Sí lo es sacarles un campeonato, salvo raras excepciones.

En la Argentina suele definirse al torneo vernáculo como apasionante porque cualquiera puede alzarse con el título. Cierto. Es una competencia corta y un equipo enrachado, con un poco de viento a favor, se mete en la lucha. Una lucha que es más fácil de sostener en 19 fechas que en 38. Ahora, ¿qué es más justo? ¿Posibilidades para todos o que ganen los mejores?

Por lo pronto, tal vez porque la FIFA quiere en el Mundial a los mejores –son los que más réditos dan-, el sistema eliminatorio sudamericano cambió con el tiempo: de los viejos grupos que dividían en dos zonas a los participantes a una competencia continental que incluye a todos, ida y vuelta. Eso reduce la influencia del azar y potencia las calidades. Por eso, no es raro que Argentina, Ecuador y Colombia, las tres mejores selecciones del momento al menos de este lado del mundo, encabecen con relativa comodidad las posiciones y empiecen a mirar más de cerca a Brasil 2014.   

Argentina está aprovechando quizá por primera vez la bendición de tener a Messi, que no atiende en el Vaticano como Francisco pero es Su Santidad el fútbol y ahora no solo en el Barcelona. Hizo falta un técnico con el suficiente sentido común para darse cuenta de que debía hacer girar al equipo a su alrededor y también el grupo. Más allá de ser un profesional, Lionel funciona mejor cuando está con amigos como el Kun Agüero.

Sabella priorizó la formación de un plantel sólido en el que quizá se queda afuera alguna figura (en su momento Riquelme, ahora Tévez) a favor de que todos se sientan cómodos, sobre todo Messi. Eso son hoy los técnicos de selecciones: conductores de grupos, alquimistas que deben saber manejar cada ego en su dosis exacta para evitar explosiones dañinas. Aun sin tener resuelto el equipo de la mitad hacia atrás -será un problema cuando enfrente rivales que lo ataquen, algo que ocurre poco en Sudamérica-, tiene tanto potencial del medio hacia adelante que seguramente apostará sus fichas a monopolizar la tenencia de la pelota para no sufrir.

Lo de Ecuador es, en contraposición con Bolivia, la demostración más clara de que la famosa y tan temida altura no gana partidos por su cuenta. Puede ayudar o condicionar, según desde donde se respire, pero es necesaria la jerarquía que tiene Ecuador para pelear seriamente. Mientras el equipo de Reinaldo Rueda hace una de las mejores participaciones de su historia, y defiende sus principios fuera  de Quito, por ahí anda Bolivia penando.  

Tanto lo de Ecuador como lo de Venezuela es el premio a la continuidad de un proceso. La Vinotinto, con Farías a la cabeza, no tiene asegurado su pasaporte a Brasil pero lo va a pelear por primera vez. No había razones, por biotipo de sus jugadores ni por geografía, para que no pudiera jugar un fútbol como el colombiano, por caso. El hecho de que el fútbol no sea el principal deporte del país retrasó su desarrollo. Pero el profesionalismo de Farías, su trabajo de hormiga buscando sangre venezolana por el mundo (Amorebieta es un ejemplo) para enriquecer la técnica natural da resultados.

Sin embargo, no siempre la continuidad garantiza resultados. Óscar Washington Tabárez llevó a Uruguay a las semifinales del Mundial de Sudáfrica 2010 y pocos conocen como él a los futbolistas de su país. Pocos son más respetados, también.

Pero el Maestro no se decide a hacer la renovación que se le reclama y la apuesta por la vieja guardia tiene sus altibajos. No siempre los talentos como Luis Suárez o Edinson Cavani, jugadores probados en Europa, son suficientes. Uruguay quedó mal parado luego de la última doble jornada: estará libre en la próxima y después tiene algunas visitas de riesgo (entre ellas con dos adversarios directos como Venezuela y Ecuador). Chile, su pasado rival, supo cambiar a tiempo porque Borghi estaba lejos de representar la soñada continuidad de Bielsa y seguramente luchará por un viaje directo o la posibilidad de ir al repechaje.

Por último, la grata sorpresa del regreso de Colombia, que parece haber hecho al fin el duelo por la mejor generación de futbolistas de su historia, aquella que sorprendió al mundo por su humillación a Argentina y también por su rápida despedida del Mundial 94. Encontró en Pékerman a un técnico que revalorizó la importancia de la técnica dándole un marco táctico justo y parece recuperada como para hacer brillar a sus estrellas: Falcao, Guarín, James Rodríguez. El negativo de esta imagen luminosa es Paraguay, que no tiene recambio y que perdió su identidad. También Perú, que no encontró en la disciplina de Markarian el encuadre para sus talentos díscolos. Se volvió lógico, de pronto, el fútbol sudamericano. Ganan los que hacen bien los deberes y no hay lugar para los débiles.

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