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El Telégrafo
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El MTOP ratificó, tras un análisis, que los puentes de la Unidad Nacional están en buen estado

243 edificios y viviendas inspeccionados en Guayaquil presentan daños parciales

La Avenida 9 de Octubre, desde Rumichaca hasta Chile, estuvo acordonada por daños en un inmueble.
La Avenida 9 de Octubre, desde Rumichaca hasta Chile, estuvo acordonada por daños en un inmueble.
Fotos: Karly Torres / El Telégrafo
20 de abril de 2016 - 00:00 - Redacción Guayaquil

William Vera ayer continuó desarrollando su trabajo de tornero en la planta baja del inmueble ubicado en las calles Medardo Ángel Silva y Carchi (Guayaquil).

Su morada de dos pisos, construida con ladrillos y madera, se mantiene en pie. Salvo que una pared de la segunda planta, que da a la calle, se desplomó tras el sismo del sábado pasado. Los pedazos de escombros acumulados en una esquina evidencian la magnitud del daño.

El vecino contó que sus hijos le pidieron que abandone el inmueble, donde reside y trabaja hace 29 años. Pero sigue allí. ¿Cómo duerme con una pared menos? Él explicó que ya compró una plancha de madera que va a colocarla en el agujero que se formó.

En la fachada de su casa hay un letrero en el que reza que la construcción se vende. “Han venido a preguntar por el costo, pero no se concreta nada”.

Su vivienda es una de las que presenta deterioro en esta urbe. Hasta la mañana del martes -según el Municipio de Guayaquil- se detectaron 243 edificios y casas con daños parciales.   

El último reporte del ente seccional también precisa que hay 20 viviendas colapsadas.

En la mañana y tarde del pasado lunes se observó que personal del Cabildo inspeccionó las obras que están en el centro. El objetivo, indicó uno de los supervisores, es levantar información sobre los riesgos en ese sector de la ciudad. Por ese motivo estuvo bloqueado el tránsito vehicular y peatonal en la Avenida 9 de Octubre, desde Rumichaca hasta Chile.

Ayer fue reabierta parcialmente. Sin embargo, el tramo que está entre Chimborazo y Chile se mantuvo acordonado. Esto se debió a las fisuras que hay en una de las edificaciones. Un balcón se desplomó. En las calles 9 de Octubre y Escobedo también se delimitó una zona para que los ciudadanos no transiten por allí.

Los locales comerciales en los puntos señalados no atendieron al público. En las puertas de esos negocios se recomendó a los clientes que acudan a otras sucursales o que ingresen por la parte que da a la calle de atrás.

El nerviosismo de los transeúntes se evidenció en distintas avenidas. Decenas de ciudadanos ayer se aglutinaron en la intersección de Chimborazo y Vélez. Ellos observaban hacia arriba y debatían si uno de los inmuebles se estaba hundiendo. “Está recostado al otro edificio” y “yo lo veo igual”, comentaban los curiosos.

El pánico aumentó a través de las redes sociales, desde donde se enviaron mensajes que indicaban que el edificio de Solca se partió en dos y que se derrumbó un inmueble en  Chimborazo, entre Cuenca y Calicuchima. Esas informaciones son falsas. La última zona fue acordonada, pero por un pedazo de concreto que cayó el domingo.

Por su parte, el Cabildo anunció que el paso elevado que une la Quito con la Pedro Menéndez Gilbert pasó el examen técnico. Aunque solo podrán circular vehículos livianos.

También, el Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) ratificó, mediante un comunicado, que las estructuras de los 4 puentes de la Unidad Nacional están en buenas condiciones. “No presentan daños que obliguen a restringir el tránsito”. (I)

En varias edificaciones del centro se evidencian secuelas del terremoto. Sus habitantes se mantienen en las construcciones. Foto: Karly Torres/ El Telégrafo

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Katty Cruz vivía en la casa que quedó reducida a escombros

"Ahora solo nos queda comenzar todo de nuevo, desde el principio"

Han pasado más de 2 días del terremoto, pero en el rostro de Katty Cruz aún se evidencia la desazón y la tristeza. Ayer observaba muda y resignada, junto con uno de sus hijos, los escombros de lo que fue la vivienda en la que habitó.

Permanecía de pie, en la acera de enfrente de las calles García Moreno y Ayacucho (centro de Guayaquil), con la mirada fija a los trabajos que realizaba una cuadrilla de trabajadores, con un volquete, una pala mecánica, un taladro y una retroexcavadora. La maquinaria demolió los restos de paredes y pisos.

Ella es una de las pocas familias de Guayaquil que lo perdió casi todo luego del terremoto. Actualmente una hermana le ha facilitado temporalmente un espacio en la casa que alquila, justo enfrente.  

Fue poco lo que alcanzó a rescatar la noche del sábado: algo de ropa que guardó en tres fundas negras, pues lo demás quedó destruido. Incluso algunos enseres que rescató aquel día fueron sustraídos por individuos que aprovecharon la confusión y la oscuridad que reinaban en la zona.

Respira un poco y con una voz que apenas se le escucha recuerda que cuando se produjo el fenómeno telúrico, ella había salido de su trabajo. Junto con varios compañeros de labores se quedaron en otro sector de la ciudad para comer algo que ya ni recuerda.

“El piso se movió bien duro, y al ratito se sintieron varias explosiones y se fue la luz; yo dije: mi casa se cayó”, narra la mujer. Estaba consciente de que el inmueble esquinero en el que habitaba junto con su esposo y sus 2 hijos, hace 3 años, se mecía solo con el paso de los carros.

De inmediato pensó en sus hijos, que se habían quedado en la casa con su madre, pues su conviviente también estaba trabajando. La desesperación se apoderó de ella al notar que el servicio telefónico se interrumpió y no había manera de tener noticias de su familia.

Justo ahí interrumpe su relato al recordar el momento. Sus ojos se llenan de lágrimas y  respira con dificultad. “En ese momento yo solo pensaba en mis hijos, en mi familia, no sabía cómo estaban”, cuenta, al continuar su historia.

Después de casi media hora recibió la llamada de su madre, Elisa Holguín. “Quédate tranquila, hija, yo estoy con los bebés; salimos a comprar a la Bahía”, dijo la señora. Esa noticia le devolvió parcialmente la tranquilidad. Pero al llegar a su domicilio, sorteando muchas dificultades, se quedó sin reacción. Todo el inmueble estaba destruido.

Para ella, pese a todo lo que perdió, lo que había comprado con muchos años de trabajo y esfuerzo, le queda la tranquilidad de que su familia se encuentra bien. Ahora les toca comenzar, como ella afirma, “todo de nuevo, desde el principio”.

Expresa su agradecimiento a las personas que se han acercado a ayudarla. Amigos, familiares y hasta personas que no conoce han ido en estos días a ofrecerle su respaldo moral y para entregarle enseres, ropa, alimentos y colchones. “Gracias a Dios y a esas personas que no nos han dejado solos”, manifiesta.

En otro sector de la ciudad, en las calles Lizardo García y 10 de Agosto, Freddy Morales (52 años) recogía junto con 4 trabajadores, los restos de la vivienda de construcción mixta que, por más de 30 años habitó junto con su esposa, un hijo y  un nieto.

La casa, de madera recubierta de cemento y con base de madera de chanul, cuya antigüedad era evidente por su estado casi carcomido, quedó parcialmente destruida.
Tuvo suerte de que ni a él ni a su familia  le haya pasado algo, pues cuando ocurrió el terremoto se refugiaron debajo de una mesa en la planta baja. Allí  escucharon el estruendo producido por la pared frontal y parte del piso superior que se vino abajo.

“Mi esposa cayó en shock y traté de animarla, cuando pasó todo, pudimos salir de la casa”, aseguró.

Un vecino le dio albergue hasta que pueda reconstruir en algo la vivienda, aunque no es suya, pues también es inquilino. “El dueño me dio la potestad de hacer una pared nueva, ojalá haya personas que me ayuden”, sostuvo. (I)

Foto: Karly Torres / El Telégrafo

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