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William Ospina habla sobre Fernando Vallejo y García Márquez

William Ospina presentará en Quito Guayacanal, novela que lleva el nombre de la finca de su infancia; lo que recuerda a La Oculta, de Héctor Abad Faciolince.
William Ospina presentará en Quito Guayacanal, novela que lleva el nombre de la finca de su infancia; lo que recuerda a La Oculta, de Héctor Abad Faciolince.
Foto: Mario Egas / et
19 de diciembre de 2019 - 17:12 - Luis Fonseca Leon

Guayacanal, la más reciente novela del escritor colombiano de William Ospina, inicia con una constatación que la acerca al estilo de Gabriel García Márquez. “La tarde en que volvimos de la selva de Florencia fue una sorpresa descubrir que esas montañas del oriente de Caldas todavía hoy son un inmenso manantial”, dice el narrador en primera persona.

La obra se ha presentado como la más personal del autor, que llegó a Quito el 18 de noviembre de 2019. Contar su historia familiar −como ha hecho esta vez− fue algo nuevo, admite, “pero la perspectiva es entender nuestro mundo, a América Latina y a Colombia. Nuestra época”.

Esa intención −intelectual y emocional− atraviesa su narrativa, pero también su ensayística y lírica. “Es un fragmento del mosaico de la historia”, de lo que “perversamente llamaron Tercer mundo para tratar de convertir a nuestros países en naciones que iban a la saga del desarrollo”.

Sobre la obra del Nobel García Márquez, siente que fue el “gran inventor, quien descubrió un mundo por narrar y una manera de hacerlo que abrió muchas puertas a la narrativa latinoamericana y Occidental”.

Contrario a aquella postura de que el autor de Cien Años de Soledad eclipsó de alguna manera a las formas de escribir posteriores al boom literario de la región, Ospina hace una lectura más optimista. “Abrió horizontes creativos, lo que supone exigencias: todo el que escriba después de él no puede impedirse sentir su sombra, sentirlo como desafío”.

En ese sentido, el de haber subido el nivel de lo contado, lo compara con Borges, Rulfo, Neruda. Y en relación a Fernando Vallejo, que ha sido un crítico mordaz del realismo mágico, tampoco tiene reparos. “Hay cierto tremendismo en la entonación con que Vallejo habla y eso puede intimidar algunas conciencias, hay algunas personas que se sentirán regañadas por esa manera de hablar”.

Del autor de una prosa tan cuidada como la de El Desbarrancadero o de otras tan mordaces como Memorias de un Hijueputa, el común de sus lectores captan cosas como “una insolencia que es rebeldía −explica Ospina−, una insolencia que es denuncia de muchas arbitrariedades del poder y que también es una incitación a perderle el miedo a las palabras en un país como Colombia, donde la tradición clerical tendió a confundirse con la sumisión, la buenas maneras y los modales” excesivos.

Lo que Fernando Vallejo combate es la hipocresía y, como sabe que el insulto puede llegar a ser arte, trata de enseñarle a sus lectores que hay maneras elocuentes de insultar, siempre con lucidez y un sentido del humor extraordinario, concluye el autor de El País de la Canela, para quien “toda sociedad necesita un tábano que le esté picando continuamente, poniendo en duda sus certezas y contrariando su teoría del gusto”.

Los diarios personales como libros apetecidas

En diciembre de 2019 coincide que los escritores antioqueños Héctor Abad Faciolince y Darío Jaramillo Agudelo han vuelto sobre sus memorias. El primero a través de sus diarios, Lo que fue Presente (Diarios 1985-2006), y el segundo, con la reedición de Cartas Cruzadas, que escribió basándose en diarios.

Jaramillo Agudelo es, como Ospina, otro de los invitados a la XII Feria Internacional del Libro (FIL) de Quito y −la mañana de este viernes 19 de diciembre− ha dicho que “el fomento de la lectura parece una forma de propaganda, pero no tiene que ver con eso sino con el más refinado método de usar el tiempo libre”.

¿Publicará diarios William Ospina, para que sus lectores usen su tiempo descubriendo sus experiencias reales? Pues no lleva diarios, y “si los tuviera, difícilmente los publicaría”. Sin embargo, su vida tiene gran presencia en su literatura. “Casi todos mis secretos personales, si no están en mis novelas y ensayos, lo están en mis novelas”, suelta.

Guayacanal en Ecuador

Llena de música y naturaleza, la última novela de William Ospina tiene como título el nombre de la finca de su familia. Allí creció y a través de su recuerdo narra la historia de sus bisabuelos, de sus abuelos y de la Padua (Tolima, Colombia) de su niñez.

La presentará, el viernes 20 de diciembre (11:00), en el Fondo de Cultura Económica (Seis de Diciembre, entre la Niña y Colón) y, el 21 de diciembre (11:00), en el salón “Nelson Estupiñán Bass” de la FIL (Centro de Convenciones Metropolitano). (I)

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