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Veloz o ‘el gitano de la acuarela’ dibujó los recodos de la capital

Veloz o ‘el gitano de la acuarela’ dibujó los recodos de la capital
10 de octubre de 2012 - 00:00

Carlos Veloz era una especie de inventariador de Quito. A cada lugar que visitaba (caminaba por todo rincón) lo hacía figurar sobre la cartulina. Las estructuras quiteñas, ante todo, fueron sus motivos. La acuarela fue su motor de expresión.

Iba a presentar un libro, cuyo título hacía juego con su transhumancia. Al tomo, que recogía centenares de acuarelas, lo llamaron Quito Patrimonio de la Humanidad porque, como se conoció, pintó cada recodo. Precisamente el jueves anterior, en la capital, se realizó la presentación de dicho volumen. De todos modos el autor no pudo asistir por una enfermedad que lo orilló en una cama de hospital.

Ahora, luego de su repentina muerte aquella misma noche de la presentación, queda el libro y una muestra en el Centro Cultural Metropolitano como registro de su inventario. Para quienes quieran atestiguar u observar sus obras pueden ir a Espejo y García Moreno, justo al frente de la parte lateral del Palacio de Carondelet. El ingreso no tiene costo. 

Lenin Oña, quien presentó el libro del pintor, acuñó “Gitano de la Acuarela” como un apodo/descripción para revelar quién era Veloz. El acuarelista “andaba de barrio en barrio, de rincón en rincón, no haciendo gitanería, sino pintando, es decir, él era todo un artista trashumante. Estaba en las afueras y los alrededores de Quito y esto lo hace un pintor único, digamos por la dedicación que tuvo para retratar los rincones de la ciudad y sus entornos”, describió el arquitecto y también fue amigo del artista. 

Comentó que “la ciudad se ha vuelto tan compleja que ya nadie se da el lujo de hacer un recorrido especial, y ver una escalinata nueva, por lugares que no conocen, pero Veloz se daba la molestia no solo de reconocerla, sino de pintarla”. “La acuarela es una técnica compleja que requiere un trabajo rápido, muy reflexivo de gran conocimiento y experiencia, eso hace que muchos pintores no tiendan a ésta, pero Veloz destacó”, agregó.

La técnica tiene, en el plano de la complejidad, varias aristas: los pigmentos se diluyen en agua para alcanzar el tono adecuado y su secado es rápido por lo que la precisión de quien pinta debe ser milimétrica. Para Alfonso Ortiz, editor del libro, lo más complicado en la edición de Quito Patrimonio de la Humanidad fue dejar de un lado algunos dibujos para quedarse con un número adecuado de acuarelas que dieran la visión de la ciudad de Quito. Las plazas, los atrios, las iglesias, las escalinatas son 101 cuadros que reposan dentro del libro.      

Pero, Carlos Veloz no solo era replicador de las imágenes de Quito y de sus edificaciones: “el pintaba el mar, las cascadas, la naturaleza tiene una obra larga”, matizó el también arquitecto. “Como pintor ha preferido, sobre todo la acuarela, aun cuando no le han sido ajenas otras técnicas. En cuanto a los temas, el de Quito no es el único del que se ha ocupado -el desnudo, la abstracción de otras ciudades han sido materia de su atención y de numerosas exposiciones- pero sí es al que más tiempo le ha dedicado”, afirmó Lenin Oña, quien también escribió el texto introductorio del libro.

“Toda la vida fue un acuarelista”, dijo Ortiz tras recordar que el pintor salía con un grupo de arquitectos a pintar y descubrir nuevos lugares de la ciudad. Ortiz fue crítico al juzgar las razones por las que Veloz no pudo ver el libro.

Dijo que fue por culpa de la burocracia del Municipio de Quito, quien no tomó las decisiones oportunas para sacar el texto. “Eso da rabia, ahora que Carlos ha muerto, uno se puede enterar de que ese libro no salió porque no hubo la voluntad de sacarlo, porque la burocracia llevó a eso, pero otros libros donde sí había intereses salieron rapidito”, reflexionó. Veloz vio su libro terminado pero no alcanzó a ver el texto que publicó el Instituto Metropolitano de Patrimonio. Desde el Municipio de Quito un funcionario, cuyo nombre mantuvo en reserva, contó que fue Ortiz quien demoró la publicación del tomo.

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