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El Telégrafo
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Telesur, ocho años de contar historias invisibilizadas

Telesur, ocho años de contar historias invisibilizadas
28 de julio de 2013 - 00:00

¿Quién es? Nombre completo: Patricia Villegas Marín. Nacionalidad: Colombiana. Cargo: Presidenta de Telesur desde febrero de 2011. Educación: Comunicación Social en la Universidad del Valle (Cali). Experiencia Laboral: Telepacífico (Cali), programa familiar “El espejo de los días”. Foto: Cortesía

Uno de los propósitos de Telesur, en su creación, fue romper la hegemonía informativa construida por las cadenas multinacionales, ¿se ha logrado?
Eso es algo que se construye todos los días; no es algo que se haga solo sumando estadísticas. Pero sin duda, en estos ocho años, se ha logrado romper el discurso, en buena parte, de las historias de América Latina, sobre todo el de aquellos medios que dicen ser para los latinoamericanos, hechos por latinoamericanos. Había un imaginario del latinoamericano bien alejado de lo que estaba sucediendo en nuestros países. Hay ejemplos emblemáticos: el golpe de Estado en Honduras que habría sido contado de otra forma si no hubieran estado allí las cámaras de Telesur mostrando las imágenes del pueblo que se opuso al golpe, mostrando las puertas de la casa del presidente Zelaya violadas, mostrándolo a él en pijamas en Costa Rica, o intentando ingresar nuevamente a su país en un avión. Creo que  eso se habría contado de otra forma. El propio intento de golpe contra el presidente Correa. Hasta hoy, medios de comunicación transnacionales dicen que se trató de una sublevación policial y no un intento de golpe de Estado. También a nivel internacional, las cámaras de Telesur en Trípoli, en Libia, en pleno proceso de invasión a ese país, contamos otra historia que estaba siendo invisibilizada. ¿Cuál era el relato hegemónico en ese momento? Que Gadafi estaba bombardeando a su pueblo. Y nosotros llegamos a una Trípoli que no había sido bombardeada y que, por el contrario, la gente estaba participando activamente en la plaza de esa capital.

Habló de ubicar un relato distinto de América Latina, contando aquello que se omite en medios tradicionales, ¿cómo se marca la agenda informativa de Telesur?
Ese es el trabajo de mucha gente, estamos involucrados muchos periodistas en la construcción de la agenda que día a día presentamos a la audiencia. Lo primero que hemos aprendido a lo largo de estos años es que debemos escoger tres o cuatro historias que serán nuestras grandes apuestas de la jornada. Hay historias que, por experiencia, sabemos que serán claramente invisibilizadas. Por ejemplo: todas las reuniones de los organismos nuevos que han creado los presidentes de América Latina en los últimos años: la Celac, la Unasur, la ALBA, el Consejo de Defensa Suramericano. Una línea nuestra es ubicar lo que no tendrán los medios tradicionales. Otra forma de encontrar nuestra agenda son las grandes historias que, sin duda, cubrirán los medios de comunicación, pero que no les darán ángulos interesantes o cuestionadores. Por ejemplo: la visita del primer Papa latino a Brasil. Estamos ofreciéndole a nuestros usuarios esa historia con cinco equipos periodísticos en simultáneo, con ángulos desde, por ejemplo, la Iglesia popular, la Teología de la Liberación, que supuestamente estaba acabada, y que descubrimos que no es así. Y un tercer elemento, quizá el más importante, es que nadie tiene una operación como la que Telesur tiene en América Latina. Nosotros no dependemos de las agencias de noticias. Por ejemplo, tenemos una serie que se llama “Pachamama”, que pone en pantalla los recursos naturales que existen en América Latina.

Cuando se habla de equilibrio, viene a colación la mirada del periodista, es decir, desde dónde se cuenta una historia, ¿cómo maneja Telesur el equilibrio para no caer en el sesgo?
Creo que ese debate acerca de la objetividad, del equilibrio sigue estando en los grandes medios para desprestigiar a quienes buscan construir otro relato que esté más apegado a lo que está sucediendo. Nosotros presentamos distintas visiones, no necesariamente visiones antagónicas. No creemos que en un espacio de dos minutos tú tienes el blanco y el negro, tú tienes a lo largo de una jornada distintas visiones. Por ejemplo, vuelvo a lo del Papa, que es lo que me parece más actual: nosotros hemos transmitido buena parte de su visita pastoral a Brasil, pero también hemos tenido una mirada crítica al papel de la Iglesia en América Latina y eso te podría decir que hay un equilibrio. Ahora, ¿están haciendo así los otros medios de comunicación? ¿Se hacen esos cuestionamientos? Pregunto: ¿Quiénes son las fuentes válidas del equilibrio? Ahí creo que hay mucha hipocresía. ¿Sería una fuente válida para hablar del gobierno de Rafael Correa su hermano? ¿No hay en ello una búsqueda más de morbo, de meterse en los asuntos particulares de una familia? ¿Es el hermano del Presidente quien puede ser un equilibrio informativo? Y así no es. El universo es multicolor, no blanco y negro, y queremos reflejar eso. No todos los medios están empeñados en contar la realidad, ponen por encima de sus prestigios la verdad. El País, por ejemplo, se jugó su prestigio con la foto de Hugo Chávez entubado. ¿Quisieron ser equilibrados? ¿Quisieron decir la verdad?

Al surgir los medios públicos, en las salas de redacción de los medios tradicionales surgieron visiones antagónicas sobre el oficio. Hay un imaginario de que el periodista de la prensa pública es un escribano oficial y el de la privada un relator de los intereses del mercado, ¿no es el periodismo uno solo, sea donde sea que se lo practique?
Fundamentalmente creo en eso. Me parece despreciable que muchas organizaciones y gremios periodísticos están muy prestos para apoyar a los colegas de medios privados, pero no así a los de los medios públicos. A nosotros, cuando estamos en riesgo, no nos  apoyan y encima nos dicen que nos pagan los gobiernos, que no tenemos criterio, autonomía y voz propia. Y se supone que esos intereses del Estado no son tan nobles como los intereses de una empresa privada que defiende el ejercicio periodístico como una ganancia. Soy de las que piensa que debe haber de todo, que debe ser variopinto. Lo que debe suceder es que cada vez deben existir audiencias más críticas que se permitan, en la multiplicidad de opciones, encontrar la posibilidad de entender lo que está sucediendo en nuestra realidad. Y que surjan medios públicos es un triunfo de nuestras sociedades en los últimos años; hace algunos años Ecuador no tenía una televisora pública, hoy la tiene, y esta hace su propia búsqueda; hace ocho años no existía una multiestatal de la comunicación y hoy le hace contrapeso a canales regionales que ni siquiera se hacían desde nuestra región. Es hipócrita decir que desde otro lugar del mundo se hace un medio para América Latina con latinoamericanos. Los periodistas tenemos la responsabilidad, más allá del medio en donde trabajemos, de contar la verdad, cuestionar la realidad, problematizarla.

Usted está desde la fundación de Telesur y desde 2011 en la dirección, ¿qué autocrítica le hace a todo este camino recorrido?
Creo que Telesur tiene que contribuir mucho más en una búsqueda de historias diferentes, tiene que reforzar el campo transmedia, porque eso nos permitirá conectarnos con múltiples públicos, por ejemplo, de jóvenes que hoy consumen la información de manera distinta. También tenemos que trabajar mucho más en los géneros de opinión, debemos tener más segmentos regionales (andinos, del Caribe y Medio Oriente), tenemos que necesariamente ampliar nuestros equipos periodísticos. Por ejemplo, tenemos que ir al Caribe oriental. Lo haremos con el programa “Causa justa”, que lo conduce Piedad Córdoba. Telesur tiene que seguir insistiendo en no evadir temas,  no evadir las preocupaciones diarias de la gente. Ahora estamos empeñados en sacar un Telesur en inglés; eso hará que Telesur en español sea más fuerte y compacto.

Al ser una televisora multiestatal, es decir, cuya manutención proviene de los gobiernos que la patrocinan, ¿cómo mantiene independencia de contenidos del poder político?
Esa es una cuestión central y sobre la cual siempre me preguntan. Nosotros surgimos del momento político que vive la región. El neoliberalismo había llegado a desestimar el derecho a la información. Nosotros nacemos de esos procesos de liberación y de reinvención de los Estados. Pero que nosotros compartamos la visión, ese anhelo de un mundo más justo, no quiere decir que estemos subordinados a sus presidentes o a sus ministerios. No he recibido una llamada del presidente Correa para decirme qué temas salen o cuáles no, o si tiene un tema por posicionar.

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