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Raúl Sánchez McMillan, actor, director y profesor de actuación

Sánchez: "El ego puede matar el talento"

Sánchez: "El ego puede matar el talento"
Fotos: cortesía de Teatro Sánchez Aguilar
20 de enero de 2019 - 00:00 - Giselle Hidalgo Villagómez

Raúl Sánchez McMillan lleva poco más de cuatro meses en Guayaquil impartiendo sus métodos de interpretación actoral -basados en la técnica de Sanford Meisner- a una  nueva generación de actores del Estudio Paulsen.

Para quienes poco conocen su trayectoria artística, este peruano que inició su camino  en el Conservatorio de Formación Actoral del Británico con Leonardo Torres Vilar (Perú) se ha pulido en seminarios y talleres de Francia, Argentina y también ha producido obras en las capitales de Colombia y España, sin olvidar su participación en novelas y series como  Conversando con la luna, Confesiones e Historias detrás de la muerte, y otras en su natal Perú, que le han otorgado reconocimiento internacional.

En su estadía por Guayaquil, ha tenido la oportunidad de  recorrer algunos escenarios y trabajar en ciertas producciones de teatro en formato corto, con  artistas   locales que se desenvuelven en este mismo campo. Junto a este grupo pudo palpar el auge teatral en el aumento de obras y extensión de las temporadas, lo que le motivó a expandir sus enseñanzas a través de una conferencia dirigida a estudiantes de la carrera de actuación.

Los secretos del actor fue la charla que ofreció la noche del pasado miércoles, en el Teatro Sánchez Aguilar, donde habló sobre sus métodos interpretativos, sus visiones acerca de la labor del actor en escena y las claves que utiliza una vez que adopta sus personajes. En la antesala de esta conferencia, el artista resumió sus enseñanzas para compartirlas con los lectores de EL TELÉGRAFO.

¿Cuál fue tu interés personal en convocar a esta conferencia?

Soy de la idea de que debemos compartir y que cada artista no debe ser una isla en la que yo tengo mis temas,  secretos o formas de llegar... Más bien el compartir nos va a generar como industria, nos hará crecer.

¿Podrías decir que hay una técnica idónea? ¿Cuál sugieres?

Hay tantas técnicas de actuación como actores en el mundo. Yo no soy puramente la técnica Meisner, la aprendí como una columna vertebral a la que me aferro porque me encanta. Sin embargo, con toda la experiencia que he tenido en obras de teatro he adquirido mi propia técnica. Cada actor debe llevar y hacer su propia técnica y siempre repito que  ninguna técnica es la mejor, cada uno debe utilizar la que le sirva y se amolde a sí mismo. Esta es muy linda.

¿Cómo ves la producción local?

He visto un crecimiento. En comparación a ustedes, Lima también lo ha hecho culturalmente, ha crecido mucho en los últimos diez años, ya que antes no teníamos tanta cartelera. Lima está buscando su identidad y yo veo a Guayaquil como la Lima de hace diez años, entonces es una buena oportunidad para esta ciudad, a la que veo  como tierra virgen en muchas cosas y cuando hay tierra virgen es fértil. Creo que están en un momento de ebullición artística.

¿Qué recomiendas para realizar  una buena interpretación?

Creo que explorar la propia honestidad. Como tenemos experiencias y pensamientos distintos, somos cada uno un filtro y no debemos de tratar de ser otro. Todo el mundo quiere ser Al Pacino o Sean Penn. La honestidad y trabajar contigo mismo es lo idóneo y una vez que lo haces vas a generar una interpretación honesta.

¿Cómo se canaliza este proceso?

El actor debe estar abierto a explorar el mundo. Lo primero que debe hacer es no juzgar a su personaje y saber que somos contadores de historias, somos comunicadores sociales. Debe ir a una cafetería y observar a la gente, pues es un estudiante de la conducta humana y la debe analizar  para poder asimilarla.

¿Qué sugieres para la  construcción del personaje?

El actor es como un ilusionista, un mago, porque el público ve el actor de magia y se sorprende, no tiene idea de cómo lo hizo. Así es la construcción de un personaje. El público ve al personaje pero sigue viendo a Raúl Sánchez McMillan. El actor fusiona las ganas de ser camaleónico, transformarse y su propia verdad y ese vínculo y propio matrimonio en el medio de ese puente es el personaje que vemos.

¿Se debe ser autocrítico?

Sí y no. Hay que serlo fuera del escenario, por ejemplo; si no vas bien en la proyección de la voz, puedes tomar un curso y mejorar. El ego puede matar el talento y en ese sentido creo que hay que ser autocríticos. Considero que hay que saber mirarse y decir: Okey, no soy perfecto.

¿Qué aconsejas leer?

El libro On Acting, de Sanford Meisner, para mí es como la Biblia y en general que lean todo, el periódico y que se enteren de lo que pasa en todos los ámbitos: político, socioeconómico, artístico, cultural. Que vayan al cine, al teatro, a una galería, que viajen, que les rompan el corazón, que se enamoren otra vez porque el actor tiene una mochila de experiencias que podrá usar para sus personajes.

¿Hacia qué rumbo se dirige el teatro local en tu opinión?

Creo que Guayaquil está en un momento en que poco a poco tendrá otras dramaturgias, otros géneros que no sean solo la comedia. Pienso que el microteatro va a continuar, creo que se expandirá en géneros y propuestas.

¿Hay algún plan para vincular la producción peruana a la local?

Una de las razones por las que vine, además de ser  docente del Paulsen, es porque he querido generar puentes. Junto a mis representantes en Perú y con Rompecabezas, productora de Catrina Tala, que me representa acá,  estamos pensando en traer actores y llevar los de acá, allá. Estamos ideando hacer una película, coproducción peruana-ecuatoriana. (I)  

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