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¿Qué tan largo se lo fiáis?

¿Qué tan largo se lo fiáis?
19 de septiembre de 2013 - 00:00

Hay muchas cosas que decir sobre la primera producción teatral del  Sánchez Aguilar: Las burladas por Don Juan. Pero primero -y sobre todo- que ha desperdiciado un elenco que daba para -mucho- más. Un talk show dirigido por Mariela Viteri era una entradilla a cada una de las historias de las burladas.

Gran idea, el talk show, pero atenuada por el prescindible papel de la moderadora, limitada a la breve presentación de cada burlada, y a hacer pobres preguntas al espectador.

En una reflexión propia de consejería escolar, Viteri “interrogaba” al público sobre el accionar de Don Juan, así: ¿Están de acuerdo?; o sobre las burladas, con la -muy- penosa: ¿Se confundió, la confundieron o se dejó confundir?

No hay que malentender esto: Mariela hizo su papel (se interpretó a sí misma) a partir de un guión -del español Sergio Adillo- que fue mal planteado desde el inicio y que suena a una visión de la vida desde las nociones del bien y el mal.

El volumen del cierre sería otro si otro fuera el preámbulo, si no se hubiera contado como comediaLa obra es un “Frankenstein” que falla en su adaptación. Cada parte del talk show(intercalada con fragmentos en verso de la obra original) era como romper el artificio.

El guión no merecía a actores como Aníbal Páez, Ángela Arboleda o Gilby de la Paz. Y a esa lista tendría que sumarse quien interpretó a un Don Juan que -entre abusos de gestos pélvicos- ha sido un triste rol para Ricardo Velasteguí, que en Cock, en cambio, estuvo soberbio.

Los roles de las ¿protagonistas?, que fueron la cara de Las burladasen la prensa por semanas, eran tan breves -casi pastillas- y de tan pocas dimensiones, que se disolvieron entre el inexplicable talk show y el cierre.

Ese cierre reproduce una serie de audios donde mujeres reales, maltratadas física y psicológicamente, cuentan sus experiencias. Y su dimensión sería otra si otro fuera el preámbulo, si no se hubiera contado como comedia.

La violencia de género no termina de calzarle a Don Juan. El discurso de la obra, que quiere reflexionar con intención casi pedagógica, es de una dramaturgia que pareciera haberse terminado en la lluvia de ideas.

Promocionada durante semanas como una indagación sobre la violencia machista, el guión -adaptación de El burlador de Sevilla y convidado de piedra, de Tirso de Molina- no acabó de fusionar sus tres relatos, en un deshilachado argumental.

Es difícil saber si Las burladas por Don Juan es solo un triste intento de coser a la fuerza tres narrativas -y al guión le faltó maduración para articular la obra- o si es el non plus ultra de la vanguardia teatral, cubierta en ese caso por una tela que pareciera ser propia del traje nuevo del emperador.

Comentarios en redes sociales sobre la obra aseguran que Las burladas le ha abierto los ojos al público. Aquí cabría que Don Juan hiciera su pregunta: ¿Tan largo me lo fiáis?

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