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El Telégrafo
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Problemas en exhumación de Pablo Neruda

Problemas en exhumación de Pablo Neruda
04 de abril de 2013 - 00:00

Pocos días después del 11 de septiembre de 1973, cuando el general Augusto Pinochet derrocó a Salvador Allende con un ataque directo al palacio de La Moneda, en Santiago de Chile, la casa del poeta Pablo Neruda, ganador del premio Nobel de Literatura en 1971, fue saqueada y sus libros quemados.        

Neruda, que meses antes había renunciado a su cargo de embajador chileno en París porque el cáncer de próstata le impedía ejercer esa labor, murió tan solo 12 días después del golpe, el 23 de septiembre.            

La versión oficial es que el poeta chileno falleció por el cáncer. Sin embargo, este domingo empieza en Chile una segunda exhumación del cadáver de Neruda, luego de que en 1992 su cadáver fuera trasladado desde Santiago hacia su casa museo en Isla Negra (a 120 km de Santiago), donde ahora reposa junto a su esposa, Matilde Urrutia, como había sido su deseo.

A diferencia de la primera ocasión, esta segunda exhumación se realiza por motivos distintos a la primera: el Partido Comunista de Chile, al que pertenecía Neruda, la solicitó en diciembre, luego de una denuncia en 2011 del antiguo chofer del poeta, Manuel Araya Osorio.

Araya aseguró que Neruda había muerto envenenado por una inyección de dipirona, un potente analgésico que le habrían suministrado en la clínica Santa María, donde estaba internado el poeta.

Esa inyección, según el otrora chofer, le habría inducido a un estado de precoma y causado la muerte, lo que contrasta con la versión oficial del cáncer de próstata. La denuncia levantó las sospechas de que aquella inyección podría haber sido ordenada por la dictadura.

La inyección fue ordenada por el doctor Sergio Draper (quien no era el encargado del poeta), luego de que la enfermera que atendía al Premio Nobel le informara que Neruda sufría de mucho dolor.

Todo eso está en la historia que contó Araya, y Draper no lo niega. Sin embargo, en una entrevista a la Revista Ñ del rotativo argentino Clarín en septiembre de 2011, el doctor explicaba que le había ordenado a la enfermera que “le aplicaría la inyección indicada por su médico, si mal no recuerdo fue una dipirona... Fui nada más que un interlocutor”.

Ahora que el juez chileno Mario Carroza ordenara la exhumación para examinar el cadáver y determinar las causas de la muerte, son algunas las complicaciones que se prevén en este caso, a pocos meses de cumplirse 40 años del deceso.

Carroza ordenó la exhumación como parte del expediente de investigación sobre la muerte de Neruda, aprobado a finales de 2012. El martes, el juez anunció que "ya está listo el programa detallado de las diligencias que se van a seguir”.

Sin embargo, uno de los expertos que participarán en los exámenes, el forense español Francisco Etxeberría, ha dicho que irá a Chile “sin ninguna hipótesis de partida”.

Etxeberría tomó parte también de los análisis realizados a los restos de Salvador Allende en la primera mitad de 2011, poco antes de que se presentara la denuncia de Araya. También es conocido por su labor en las exhumaciones de restos humanos vinculados con la Guerra Civil española y el franquismo.

Uno de los mayores problemas que se prevén para la tarea de la exhumación es el alto nivel de humedad del terreno en que reposa la tumba de Pablo Neruda, lo que reduce las posibilidades de determinar con éxito las causas de su fallecimiento.

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