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Pleamar, muerte liviana

Pleamar, muerte liviana
25 de enero de 2014 - 00:00

Hace dos años la artista visual Juana Córdova y su esposo, el diseñador gráfico, Sebastián Malo, se mudaron a la playa dando la espalda al confort que brinda en ocasiones lo cotidiano. Hoy esa vida enfrentada con limitaciones y nuevas experiencias tiene como resultado Pleamar, una muestra de escultura marina elaborada por Córdova que tiene la intención de aproximar a los espectadores al final de ese proceso que destina la vida, la muerte.

Falanges, vértebras y escápulas de ballena se exponen trabajadas con papel y pegamento desde este 15 de enero hasta el 9 de febrero en la galería de arte NoMíNIMO en Plaza Lagos, en Samborondón.

A la muestra se unen trabajos ya presentados por la artista como vértebras de delfín moldeadas en pan de plata y Corriente Blanca 1 y 2, unos audífonos donde el medio para escuchar son dos grandes conchas blancas en alusión a esa práctica de la infancia en la que se pretende escuchar el sonido del mar con estos objetos.

Córdova está cada vez más involucrada con la naturaleza, espacio en el que encuentra todo lo que expresa en sus obras.

En Pleamar la muestra de esta vinculación juega con la coincidencia de residir en las costas de La Rinconada, al límite de las provincias ecuatorianas de Manabí y Santa Elena. Su posición geográfica permitió a Córdova ser testigo del tiempo en el que varó una ballena y el destino de esta con las aves de rapiña y los gusanos hasta quedar solo sus huesos.

Córdova impactada por la suerte del cetáceo llevó piezas específicas de este esqueleto a su casa para enterrarlas, limpiarlas, quitarles la grasa y moldearlas para su obra. Trabajó con ellas durante un año, aproximadamente.

Pilar Estrada, curadora de la muestra, describe el proceso de Pleamar como un exorcismo personal. Destaca, desde su acercamiento a la obra de Córdova, su capacidad de elaboración milimétrica, cuyo nivel de detalle, considera, empata con la obsesión con la que trabaja y narra.

El trabajo de Córdova tiene la intención de quitarle a la voluminosidad de los huesos el peso y el miedo que tiene de la muerte dándole una resignificación con papel, material que utiliza por considerarlo sublime y efímero.

La delicada y laboriosa manufactura de Córdova en papel araña puede entenderse -si enfocamos las manualidades como tradiciones transmitidas secuencialmente entre generaciones-, como una alusión a aquellos saberes curativos perdidos, impostados y suplantados por otras prácticas de sanación que, si bien lucen acordes a las demandas de vértigo de la vida contemporánea, se perciben menos humanizadas y artificiales. Así lo describe el crítico de arte Rodolfo Kronfle en un catálogo sobre el recorrido de la artista.

“Esa dulzura que esconde Juana con una sensibilidad negra, es una manera de mirar a la muerte ni siquiera desde la poesía, aunque lo sea, sino con curiosidad, como cuando te quieres acercar a alguien a quien temes y lo haces con mucha dulzura, con delicadeza”, sugiere Estrada.

Para Sebastián Malo estos son procesos que su esposa vive muy intensamente y en los que aporta desde su compañerismo. Malo es parte de la dinámica de Córdova como autor de los dos videos que se exponen en Pleamar, editados a partir de fotos que se documentaron con una pequeña cámara instantánea de forma recursiva. En uno de cincuenta y cuatro segundos que se repite constantemente transcurren los seis meses en los que las ballenas fueron devoradas, mientras que en el otro se ve lo que queda de todo este tiempo en un día.

Pleamar muestra lo que pasa alrededor de sí. Para Malo, con esta muestra se trata de contar ese momento en el que se enfrentaron la vida y la muerte. La autora da una nueva dimensión a esta dinámica, la recategoriza sin dejar de sensibilizar al público sobre el varamiento de las ballenas, una amenaza para esta especie que durante los últimos años se repite con mayor frecuencia. Para la ciencia existen explicaciones diversas, una de ellas vinculada a la forma en la que viajan tras su líder, que si se pierde, el resto le sigue con el riesgo de quedar toda la manada varada. Estar débil por intoxicación sería una de las causas, otra los radares que siguen erróneamente. Córdova, interioriza este hecho, al que califica como triste y profundo.

Una vez culminada la exposición en NoMíNIMO, Juana Córdova tiene pensado llevar su exposición a Quito y Cuenca. En el caso de Cuenca tiene previsto hacerlo en un evento paralelo a la Bienal que está programada para marzo de este año y no descarta la posibilidad de presentarla en el exterior.

Vértebras de ballena moldeadas con papel y pegamento (2014), obra que se exhibe en la galería NoMínimo como parte de la muestra Pleamar. La exhibición integra varias obras de la cuencana Juan Córdova.

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