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Melvin Hoyos Galarza, director de Cultura y Promoción Cívica del Municipio de Guayaquil

“No podemos dejar a Guayaquil a la deriva por un ‘refrescar’ generacional”

“No podemos dejar a Guayaquil a la deriva por un ‘refrescar’ generacional”
Foto: Miguel Castro / EL TELÉGRAFO
20 de enero de 2018 - 00:00 - Jessica Zambrano Alvarado

El arquitecto Melvin Hoyos es director de Cultura y Promoción Cívica del Municipio de Guayaquil desde 1992. Tiene en el cargo el mismo tiempo que llevan las dos alcaldías socialcristianas de la ciudad. Como cabeza de dicha dirección está a cargo de la gestión del Museo Municipal y la Biblioteca.

Dice haber recibido la Biblioteca Municipal con un faltante de 17.000 libros, tras las alcaldía de Elsa Bucaram y Harry Soria (1988-1992); y el Museo con las paredes desgastadas porque asegura que “raspaban todo lo dorado para ver si era oro y llevárselo”; además de un inventario de objetos desaparecidos que nunca retornaron a la reserva.

Es miembro de la Academia Nacional de Historia y trabajó con el arqueólogo Julio Estrada en el Banco Central. En su cargo ha enfrentado críticas por el cambio de bases del Salón de Julio en 2010, que se enfocan en la imposibilidad de proponer contenidos ‘sexualmente explícitos’. Él dice que se trata de un grupo reducido de personas a las que puede señalar con nombres y apellidos, según una entrevista en revista Mundo Diners.

Destaca de su gestión la realización de un programa editorial que, a través de cómics, cuenta la historia de la ciudad y cuyo primer número  trató de desmitificar el origen del nombre de Guayaquil que parte de la leyenda que publicó Gabriel Pino Roca, en 1920, en el libro Leyendas y tradiciones y páginas de la historia de Guayaquil.

Además cuenta –con entusiasmo– que llegan a pedirle asesoría para replicar el Festival de Artes al Aire Libre (FAAL), cuyo presupuesto es de $ 300.000. Entre los programas de la dirección a los que Hoyos describe como excepcionales en el país están el Musimuestras, Teatromuestras, el Museo Itinerante y los conciertos didácticos. Dice que nadie ha hecho más por la cultura en el país que esta dirección y Alcaldía.

Le gustaría tener una red de museos y galerías en los que la gente puede culturizarse sobre todo ‘de manera amena’. Para ello piensa en reutilizar edificios patrimoniales y conseguir colecciones históricas gratuitas. Entre ellas está la colección más grande de discos de vinilo, de Carlos Wong Silva; la colección de abanicos de Rosa Amelia Alvarado Roca y la de medallas históricas, repatriadas al país por gestión particular, de Ricardo Estrada. “Pero todo cuesta plata y hay prioridades vivenciales”, dice.

26 años en el cargo. ¿No se siente agobiado?

Para nada.

¿Considera que la dirección necesita refrescarse?

¿Qué es para ti refrescarse?

Tener a una nueva persona que renueve lo que haga falta

¿Después de todo lo que te he contado, tú quisieras hacerte cargo de esta dirección? ¿cómo lo harías?

Yo no, pero debe haber alguien en la capacidad de hacerlo

Me encantaría que otra persona coja la posta, pero otra persona debería tener experiencia básica de al menos cinco años en todo el espectro de actividades que la dirección realiza.

¿Alguien que haya estado trabajando aquí?

Y que haya aprendido, o alguien que haya estado permanentemente vinculado con nuestro trabajo desde afuera. Mira, no podemos dejar a Guayaquil a la deriva solo por ese “refrescar”. Eso es ridículo. ¿A ti te gustaría ver que por el refrescar generacional se pierda todo lo que se ha hecho en los últimos 20 años?

Que se haga mejor...

Eso queremos ver todos, no queremos ver menos, ni caídas. Pero tenemos que ser realistas. Para obtener eso necesitamos darle las riendas de cualquier departamento municipal a alguien que tenga experiencia. Esto no es fácil, para nada fácil. Te puedo contar un caso revelador. El FAAL han intentado hacerlo en Montevideo, Santiago (de Chile), Valparaíso... Han preguntado por los costos, la estrategia y sacan siempre un presupuesto no menor a $ 4 millones.

Yo lo hago con $ 300.000 e involucro como voluntarios a 280 personas que se preparan más o menos tres meses antes. ¿Te imaginas alguien que no conozca esto como director? ¿Crees que seguiría habiendo FAAL?

Habría que ver

Con toda seguridad que no. “Re-fres-can-do ge-ne-ra-cio-nal-men-te” —repite pausadamente—. Eso suena chévere pero no funciona, solo si esa persona joven, bien intencionada se prepara para eso. ¿Pero cuántos han venido a prepararse? Ninguno. Aquí no ha venido nadie. Mucha gente pregunta. Lo que sí hay son muchas ambiciones que se mueven alrededor de eso. A mí me da pena por mi ciudad porque me encantaría tener discípulos. Miles de personas vienen a preguntar cosas. Cientos —baja la voz y agrega— pero ¿sabes cuánta gente se sostiene para preguntar cosas? Nadie. ¿Qué quieren? El municipio tiene una bolsa enorme, porque genera mucho dinero por autogestión.

Lo mismo podría pensar un presidente, que no hay personas preparadas para su cargo.

No, es totalmente diferente porque las personas que suben al poder con mediana preparación que han hecho un buen papel son contados. Están Galo Plaza Lasso, Clemente Yerovi Indaburo. El resto no estuvieron preparados ¿Cuál es la historia del Ecuador? Es un desastre.

¿En los últimos 20 años?

En los últimos 20 años han sido peores.

¿Eso le afectó mucho a la  cultura?

Todo lo que es malo afecta a los pueblos y todo lo que afecta a los pueblos afecta a la cultura, pero hay que reconocer que Guayaquil se ha manejado como un oasis los últimos años porque hemos tenido unos alcaldes fuertes.

Dos...

Pero dos con más de 20 años. Esa gente que ha estado por más de 20 años ha luchado porque se mantenga como un oasis. Puedes estar orgullosa de decir que la ciudad está como está gracias a eso, que tienes un espectro cultural distintísimo al que ocurría 20 años atrás gracias a eso. ¿Te puedes imaginar hablar de Guayaquil desde el punto de vista cultural en la época de los Bucaram? Por favor, eso era una vergüenza. Aquí venían para raspar todo lo que se veía dorado para ver si era oro y se lo llevaban.

Esto era una cosa aterradora. Hay un inventario de lo que se llevaron.

En 1992 había 350.000 ejemplares, hoy tiene 1’200.000 textos. Esta es la biblioteca más grande del Ecuador. (I)  

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