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Especial La Iglesia católica en crisis

No hacer daño, punto en común de distintas fes en el mundo

osé León Ruiz, abogado con un título en Teología, revisa un texto en el espacio de su biblioteca que dedica a las publicaciones de carácter religioso.
osé León Ruiz, abogado con un título en Teología, revisa un texto en el espacio de su biblioteca que dedica a las publicaciones de carácter religioso.
Foto: José Morán / El Telégrafo
31 de diciembre de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

En 2012, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) hizo por primera vez una encuesta sobre filiaciones religiosas en el país. La muestra, que reúne respuestas de 13.211 personas de Quito, Guayaquil, Cuenca, Machala y Ambato, arrojó que el 91,95% forma parte de una religión.

El resto de personas se declararon ateas (7,94%) y agnósticas (0,11%). La mayoría se identificó como católico (73,56%).

En segundo lugar están los cristianos evangélicos (10,39%) y en tercer lugar aparecieron los testigos de Jehová (1,18%). Los siguientes son mormones (0,34%), budistas (0,26%) y judíos (0,23%). Es decir, solo el catolicismo y el cristianismo evangélico superan al ateísmo.

Ecuador, país fundamentalmente católico, no registra problemas de convivencia entre miembros de distintas religiones. “Lo más cercano han sido casos puntuales en relación a Israel. Por ejemplo, con los 70 años hubo algunas manifestaciones contra la ‘ocupación’ israelí, como lo llaman estos grupos, pero como judíos no sentimos persecución”, señaló Abraham Vigoda, presidente de la comunidad judía en Ecuador, en una entrevista concedida al portal Diario Judío, cuando le preguntaron si existía antisemitismo en el país.

La capacidad de convivencia del catolicismo con otras religiones es necesaria para entender la ausencia de confrontación entre grupos religiosos. “La Iglesia católica no desconoce otras religiones similares y monoteístas”, dice José León Ruiz, abogado de 67 años con un título en Teología que destaca que en el Concilio Vaticano II se señala el diálogo interreligioso y el respeto que mantiene la Iglesia católica con otras creencias.

Esto se sostiene, explica, en el principio que rige todas las directrices de la Iglesia católica: “Amarás a Dios, amarás al prójimo y te amarás a ti mismo”.

Ese principio resume todas las prácticas que se esperan de un buen católico, como los Diez Mandamientos, que hoy siguen vigentes, no solo como mandatos religiosos, sino en el estilo de vida de nuestras sociedades contemporáneas.

Alejandro Bellolio, de 30 años, fue bautizado en la Iglesia católica e hizo la primera comunión, pero hace 11 años se volvió a bautizar, esta vez en la Iglesia cristiana evangélica. Hace 9 años, Bellolio se convirtió en líder de barcas, grupos de personas de edades similares a la suya que se reúnen en domicilios para realizar actividades de carácter social, pero también de guía de vida cristiana.

Una de las cosas que enfrenta constantemente son los prejuicios. “Me causa desasosiego que desde afuera se defina a los evangélicos por lo que supuestamente no podemos hacer”, dice Bellolio refiriéndose en especial a actividades de recreación, como el baile y la bebida.

“No me va a caer una maldición si voy a una discoteca. Lo que pasa es que yo elijo no ir y no beber porque sé que no es bueno para mí”, sostiene este comunicador, que además aclara que parte del cristianismo es también no juzgar, “aunque esa es una de las cosas en las que más fallamos”.

La Iglesia evangélica solo mantiene dos de los rituales que la católica llama sacramentos: el bautizo y el matrimonio. El bautizo es una decisión que toma cada persona, y por eso no se realiza en el primer año de vida. Así como él se hizo cristiano por voluntad propia hace años, piensa esperar a que su hijo, Dante, tenga unos 10 años, tal vez más, para que siga este ritual de ingreso a su religión.

El cristianismo evangélico, la segunda religión más numerosa de Ecuador, concuerda con el catolicismo en ayudar al prójimo, algo que comparte otro de los grupos que aparece, un poco más abajo, en la encuesta del INEC. “Trata de hacer todo el bien en favor de todos los seres que existen. Y si no puedes, al menos no hagas daño”, dice Gustavo Ramírez, psiquiatra de 50 años y coordinador de estudios del Centro de Budismo Tibetano de Guayaquil. Así resume una ética sencilla en una religión en la que no existe la noción de pecado, aunque sí de faltas, cuando se causa daño.

El budismo no es exactamente una religión, explica Ramírez, sino que se lo entiende así en Occidente. “En términos generales podríamos calificar a una religión como un sistema de creencias, y el budismo no lo es”. Ramírez acota que no por llamarse budista una persona lo sea. “Lo que realmente te define es el estilo de vida, la adherencia a ciertos principios básicos y el desarrollo de la sabiduría”.

Hay otros puntos de vista que consideran al budismo una filosofía. Pero Ramírez opina que eso es reducirlo aún más. “A pesar de que ha tenido la capacidad histórica de generar miles de textos que son ubicables dentro de lo que en Occidente denominamos filosofía”.

Las personas autoidentificadas como budistas, según el INEC, superan a las que practican el judaísmo, que según los datos de la Comunidad Judía en Ecuador son de alrededor de 1.000, de las cuales 600 viven en Quito y 100 en Guayaquil. El judaísmo no considera a Jesús como hijo de Dios, sino como profeta.

Hay muchas similitudes entre las distintas religiones. Empezando por el hecho de que las tres más practicadas tienen como figura central a Jesucristo como vía para llegar a Dios. (I)

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