¿Usted ha viajado por la India, España, Nigeria, etc.? ¿Cómo se refleja eso en su obra? Algunos de los cuentos de ‘Los olvidos de Dios’ ocurren en lugares  remotos.

Los viajes, estoy segura, te aportan más que la lectura de un libro. Los humanos tienen desgarramientos del alma en cualquier latitud, pero creo que verlas de cerca deja huellas tan nítidas e indelebles, que son bagajes indispensables que te ayudan al momento de contar una historia.  

Usted es una de las autoras más prolíficas del Ecuador (tiene más de cuarenta libros publicados). ¿Cuál es su disciplina?
Soy muy disciplinada, (en parte los rusos me dejaron su sello de rigurosidad). Generalmente escribo en el silencio de las madrugadas. Trabajo mis textos a las 04:00. Los cuajo, los organizo, poniendo gran cuidado en el lenguaje poético. Creo que el ejercicio de la escritura y la lectura son diarios, como todas las artes, si no se pierde la agilidad para elaborar una narración.  “Canto y muero con mis cantos”, como decía Neruda. Y es bueno, a través de ellos, dejarse llevar, dejarse vivir. Dejarse ser.

¿Cómo aúna siquiatría con literatura? ¿Cómo en su vida se complementan? Usted tiene su consultorio en su casa/estudio...
La creación literaria es un acto de introspección, de aislamiento, por eso escogí la psiquiatría como especialidad médica. El mismo problema que para el filósofo es ontológico, para el poeta es éxtasis y canto, para el loco es delirio y exasperación. Vincular ambos mundos no es nada difícil.

Usted es una doctora muy respetada en el ámbito nacional e internacional. Tiene manuales publicados sobre su área de especialización y hasta un libro que analiza la figura de Michael Jackson. ¿Qué le dejó su experiencia de más de cuarenta años trabajando en el Hospital Siquiátrico Lorenzo Ponce?
El hospital Lorenzo Ponce, hoy Instituto de Neurociencias, fue un verdadero ‘caldo de cultivo’ para abordar de una manera muy singular las conductas que afloran bajo ‘el influjo del plenilunio’.

¿Cómo surgió la idea de escribir ‘Los olvidos de Dios’; y el título?
No podemos desentendernos del momento histórico que nos ha tocado vivir, los sufrimientos y pesadumbres, nos remiten a las diferentes latitudes del orbe globalizado. Hombres, mujeres y niños desgarrados por la pobreza y el infortunio. Estoy convencida de que a través de la escritura debemos y podemos inculcar lo importante, que es tomar conciencia de todos aquellos cuyo entorno es un verdadero infierno. En cuanto al tiempo, le diré que lo he cuajado y me ha perseguido en los últimos años, pero es recién en estos meses que lo llevé a la realidad. El título surgió como consecuencia de las cavilaciones que permanentemente me han rondado sobre a qué se debe tanta injusticia y desequilibrio humano.

En la portada de su libro hay un grabado de Goya. ¿Cree usted que sus narraciones son pesadillas sobre la condición humana?
Admiro su obra. Él prefigura el arte moderno, desde impresionismo hasta surrealismo. Dejó un gran testimonio de su época. El aguafuerte de la portada lo dice todo.