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Lo social y las ciencias brillaron, el cine se opacó

Lo social y las ciencias brillaron, el cine se opacó
02 de diciembre de 2012 - 00:00

Desde 2003, el Consejo Metropolitano de Quito premia los trabajos de creadores, investigadores e intelectuales. La entrega ocurre cada 1 de diciembre, día en el que se recuerda la “interculturalidad”. Este año no fue la excepción y el pasado viernes se llevó a cabo la premiación en 14 categorías en las que destacaron las ciencias.

Entre ellas están las sociales, las exactas, la biología y la política. Otras que ganaron reconocimiento fueron la novela, el cuento, la poesía, así como el tema de género y derecho público. Pero hubo categorías que no cumplieron con lo requerido y estuvieron ausentes en la gala. Entre ellas: cine o audiovisuales, música, periodismo y teatro.

Fabricio Villamar, concejal y presidente de la Comisión de Deportes, Cultura y Educación de Quito, explicó que se declararon desiertos porque no se cumplió con uno de los requisitos, el cual es que debe haber al menos tres obras o productos para poder realizar la debida evaluación, comparación y análisis. El Concejal relató que en años anteriores se podían premiar incluso autopostulaciones, pero se decidió cambiar el reglamento para darle mayor calidad al concurso.

Tras realizar un análisis, Villamar apuntó que las causas para que estas categorías sean declaradas desiertas son  la falta de interés de los gremios y la poca difusión por parte del Municipio. “No hay que asustarse de que se declaren desiertas estas categorías, lo verdaderamente importante es que se sostenga la exigibilidad de la norma, para que exista el interés y, por otra parte, que sirva de lección para que el Municipio publicite estos premios que son importantes”, reflexionó el funcionario.

Explicó, además, que hay tres jurados por cada categoría, los cuales analizan los trabajos durante un mes, aproximadamente. Rosana Iturralde, actriz e involucrada en el tema del teatro, dijo que no se enteró del concurso.

Paloma Dávila, directora ejecutiva del Festival Internacional de Teatro para la Infancia y Juventud Guaguas de Maíz, informó que conocía del concurso, sin embargo aclaró que la invitación que le extendió el Municipio de Quito le llegó a destiempo. “Estuvo mal difundido, nos llegó la invitación hoy y querían que mañana ya estemos con todos los requisitos. Teníamos que hacer un video y no se puede trabajar de un día para el otro, eso no es así”, expresó Dávila, quien también forma parte de la directiva de la Asociación de Artistas Escénicos Profesionales del Ecuador (Asoescena).

Dávila manifestó que su gremio no comparte la “conceptualización” de la calificación por parte del jurado que analiza los videos de las obras de teatro; a su criterio, deben ir a ver los montajes en las salas para que puedan valorar y formarse un criterio del trabajo que presenta el grupo. Según la directora escénica, el teatro visto en video pierde calidad. Explicó también que para la elaboración de sus festivales en los que participan grupos foráneos viaja para evaluar al grupo.

El cantautor Ataúlfo Tobar coincidió con Iturralde al decir que no conocía sobre los premios y añadió que sabe de muchos trabajos, tanto en cine como en música, que merecían ser galardonados. “Hay muchos productos que pudieron ser premiados. Vi un documental  que retrataba el trabajo de los miles de personas que intervienen en la reconstrucción de Quito, entonces ahí hay mecanismos de construcción antes de la época colonial. Ese documental creo que debió ganar. Si no postuló nadie es porque no le interesaba o no lo conocía”.

En el ámbito de la música el cantautor explicó que esta es una de las categorías más representativas de la interculturalidad y que, a diferencia de las otras, es intangible. Tobar recordó un trabajo que realizó el año pasado al que denominó “La música del sendero de Alfaro”, que consiste en recoger las melodías de los pueblos por donde pasa el ferrocarril. El ejemplo lo puso para visualizar los trabajos que se elaboran en el país, los que, además, son de diversos géneros desde  la música étnica hasta la tecnocumbia.

La premiación

Del otro lado del concurso estuvieron los ganadores, a los que se les entregaron, además de la estatuilla Rumiñahui de Oro, 1.200 dólares, así como un diploma de honor. También hubo quienes se llevaron menciones de honor. Lucrecia Maldonado estuvo este año en el lado de los ganadores. El reconocimiento le cayó de sorpresa, pues quien la postuló para el premio fue su casa editorial.

Para la escritora y novelista, “el premio está en escribir y disfrutar lo que uno hace, eso es lo que nos da alegría. Claro que el premió también da alegría, pero la mayor está en crear, en el hecho de hacer cosas que uno ama y que puede ser también un espejo de la vida de otras personas”, dijo emocionada. Maldonado, quien lleva toda una vida dedicada a las letras, ganó con la obra “Las alas de la soledad”.

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