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JAVIER ANDRADE ESTRENA SU PRIMER LARGOMETRAJE DOCUMENTAL

La Casa del Ritmo, un registro de Los Amigos Invisibles sobre el ring

Javier Andrade, licenciado en Administración de Empresas con una subespecialización en Cine. Maestría en Dirección de Cine en la Escuela de artes de la Universidad de Columbia. 36 años. Foto: Karly Torres | El  Telegrafo
Javier Andrade, licenciado en Administración de Empresas con una subespecialización en Cine. Maestría en Dirección de Cine en la Escuela de artes de la Universidad de Columbia. 36 años. Foto: Karly Torres | El Telegrafo
24 de marzo de 2014 - 00:00 - Jessica Zambrano Alvarado

Los Amigos Invisibles empiezan sus días en la música en la capital venezolana, Caracas. Sus inicios surgen contra el acaparamiento del rock en escenarios y porque la rumba es más que la salsa y el merengue. Con una fusión de diferentes elementos de danza latina y otros ritmos tienen ya 23 años en el camino de la “gozadera”.

En La Casa del Ritmo, el primer largometraje documental de tipo musical del manabita Javier Andrade, se celebra y documenta la carrera de la banda, la misma que el músico David Byrne, en una de sus tantas contribuciones al rescate de la memoria musical y popular, ayudó a dar un salto internacional.

Este documental, la primera película de Andrade apta para todo público, se estrenará el 18 de abril en las salas comerciales de Guayaquil y Quito, posteriormente en los cines de Portoviejo, Manta y Cuenca. Luego de su estreno estará en formato DVD.

¿Por qué han esperado tanto tiempo para estrenar la Casa del Ritmo?
No hemos podido manejar dos ‘pelis’ a la vez. Mi compañía, PUNK S.A. somos básicamente mi productora y yo, y a Mejor no hablar de ciertas cosas le fue tan bien en tantos niveles que eso tomó nuestras vidas por casi un año y medio, y ahora que las cosas se están calmando un poco sentíamos que podíamos ya manejar el lanzamiento de una película nueva. Además la película ya está terminada hace mucho tiempo, hizo sus festivales y tenemos muchas ganas de compartirla con el público.

DATOS

Javier Andrade es el director de La Casa del Ritmo, que registra el show que ofreció la banda en marzo de 2011 por sus 20 años.

Juan Miguel Marín tiene la idea original, es el productor ejecutivo junto a Catalina Kulczar. BANG realiza la mezcla de sonido.

La película se estrena en 2012 en el Festival de Cine Internacional de Miami.

La Casa del Ritmo fue parte de la Selección Oficial Buenos Aires en el  Festival Internacional de Cine Independiente, Selección Oficial EDOC (Ecuador), Selección Oficial Festival del Cine Venezolano
Aunque no fue una estrategia de marketing igual le sirve porque ganó el prestigio de Mejor no hablar de ciertas cosas....
Sí, puede ser. Son películas muy diferentes en el sentido que Mejor no hablar de ciertas cosas es una película de ficción que yo desarrollé durante mucho tiempo y es extremadamente personal en términos de mis intenciones como autor. La casa del ritmo es una suerte de colaboración con el productor de la película, Juan Miguel Marín, que es quien tuvo la idea original, y también con la misma banda. Entonces era más bien proponerles una idea de lo que yo veía que se podía hacer como película documental, tipo concierto. Tenía que ver con lo que se podía hacer, con los recursos que podíamos levantar, que eran pocos. Con un presupuesto entre los 35 mil y los 40 mil dólares, de los que no cobramos nada, fue una película hecha más bien por el cariño y la admiración que sentíamos por la banda, y porque no había un documento audiovisual que retratase a la banda en vivo y Los amigos Invisibles son unas de las mejores bandas en vivo que hay.

¿Cómo se financió el documental?
Toda la película se hizo con la plataforma ‘crowdfunding Kickstarter’, para lo cual hicimos una campaña y finalmente la película la pagaron los fans de Los Amigos Invisibles.

Y que tienen 20 años de carrera...
La película celebra un poco eso, a sus 23 años se ve la perspectiva de una banda que está como a la mitad de su carrera. Están dejando de ser jóvenes, están volviéndose adultos, pues ya están entre los 35 y 40 años.

Pero no dejan la gozadera....
No dejan la gozadera, entonces la pregunta es qué va a pasar con “la gozadera” cuando lleguen a los 60. Ellos hablan un poco de eso porque se cuestionan siempre el futuro, pues la banda tiene su proceso muy orgánico. Hay ciertos clichés sobre lo que son Los amigos invisibles, pero en realidad son gente muy tranquila, más bien muy hogareña, han pasado de vivir una vida de diversión a hablar de esa vida. Además tienen mucho en común con lo que somos los costeños y eso a mí me gustaba, la idea de poder hacer una película con gente con cuya humanidad me identifico.

¿Identificarse con ellos fue una motivación para dirigirla?
La casa del ritmo es una película que me gusta muchísimo y lo digo sin tapujos porque no necesariamente me gusta porque es mi trabajo, sino porque es sobre música, porque la música es muy buena y también porque la historia de ellos, que a mí como persona interesada en la música y que navega por el mundo de las artes, la veo muy inspiradora. Al final del día es una historia de perseguir tus sueños y ser consecuente con esos sueños.

¿Cómo mezcla los elementos que tiene para captar la atención del público en un retrato de lo real?
Todo es contar historias. Hay herramientas diferentes. En la ficción estoy planteándome crear una serie de imágenes, basadas en las escenas que yo he escrito para tener una estructura dramática de las cosas que quiero contar. En el documental uno va armando esas imágenes de lo que va obteniendo al entrevistar a los involucrados y luego se une, entonces colaboras más con la realidad. En la ficción fabricas la realidad, en ese sentido tienes un poco más el control.

¿Cómo trabajaste para crear los nexos que necesita tu historia?
Hicimos entrevistas muy largas, de dos horas con cada uno que en total suman 25 horas de entrevistas. Queríamos que la película tenga una estructura en la onda de Rashomon de Kurosawa. Los integrantes nunca salen juntos y eso fue muy premeditado para encontrar detalles que se conflictúen con varias versiones de una misma anécdota y se contradicen porque la memoria es así, entonces la película también es un poco de eso.

¿Cuáles fueron los detalles técnicos para configurarla como documental musical?
La película se filmó con siete cámaras, tuvimos dos directores de fotografía. El uno es quien diseñó el estilo del concierto, que es Chris Teague, también el director fotográfico de Mejor no hablar de ciertas cosas. Esta fue nuestra primera colaboración porque Mejor no hablar se filmó después. Filmamos este concierto y nos metimos en un avión para filmar la otra película, casi enseguida -fue una locura-. (En el documental) Chris definió la estética del color, de la captura y la textura. La otra directora de fotografía es Catalina Kulczar, que es la esposa de Juan Miguel Marín, con ella hicimos las entrevistas, ella, yo y Juan Miguel. Entonces cada quien aportó su fuerte para las entrevistas.

¿Por qué 7 cámaras?
Para tratar de diferenciar cada una de las canciones y tratarlas como si fuera un guión cinematográfico; lo que yo quería es que si tengo tres estrofas además de ver al cantante las cámaras se trasladaran a los elementos con los que se trabajan y conducen la música. La película para mí no era mostrar un videoclip, que es bastante aleatorio en su diseño, era mostrar un documental de gente que trabaja.

Y con eso ayuda a la identificación de cada integrante...
Y además, de verlos en el ring, que es verlos sudar, moverse y tratar de ganar al público. En eso por ejemplo Julio Briceño (cantante de la banda), es un espectáculo, él mismo dice que es el guerrero de Los amigos invisibles, él es el que tiene que entretener a la gente y hacerla bailar y meterla en el cuento de los Amigos y lo logra. La película suena como un concierto de los Amigos Invisibles y tiene que ver mucho con el trabajo de ellos en la música.

¿Qué  espera de la reacción del público?
Cuando se estrenó en el Festival de Miami al principio la gente se reía mucho, en las últimas dos canciones se paró y la sala se convirtió en una discoteca y ese es uno de los momentos más gratificantes de mi vida profesional, poder haber armado una película que genere eso. Aunque bueno, también es el bastión de ellos, en Miami hay muchos venezolanos.

¿Pero la forma en que está contada los prepara para eso?
Y además me gusta la idea de decirle a la gente que está bien tener esa actitud en el cine y si quieres párate y baila. Las películas tienen muchos propósitos, yo creo que el propósito de esta película es inspirar, seducir, pero también es celebrar y la celebración es baile. La identificación  de la estructura de marketing nos quiere convertir en cosas específicas y no, porque el ser humano es ecléctico, y eso son Los Amigos Invisibles.

¿Le interesa seguir haciendo documentales?
Me gusta mucho el documental, pero yo no me he planteado a largo plazo hacer documentales; es una mezcla de necesidad económica y oportunidad. He hecho algunos documentales ya porque me gusta hacerlo y porque encuentro que puedo añadirles algún tipo de valor artístico. En el caso de los Amigos Invisibles era más una oportunidad de hacer una película de música, que a mí me gusta mucho y hay todo un género ahí. Está, por ejemplo, el documental de música que hizo Martin Scorsese con The Last Waltz, hay un documental sobre Talking Heads, la banda de David Byrne que se llama Stop Making Sense, otro sobre Pixies. Me interesaba meterme en esa tradición de documentales sobre bandas que tengan mucho que ver con el proceso artístico y con la música mismo y que están diseñados para verse en la pantalla grande.

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