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Imagina: ¿Cómo puede ser un pueblo para disfrutar los últimos años de la vida?

El envejecimiento feliz

Los ancianos de los pueblos aledaños llegan a compartir. Son los más aplaudidos y admirados como los mejores exponentes de la cultura y las tradiciones.
Los ancianos de los pueblos aledaños llegan a compartir. Son los más aplaudidos y admirados como los mejores exponentes de la cultura y las tradiciones.
Ilustración: Patricio Mosquera / El Telégrafo
31 de diciembre de 2019 - 00:00 - Rita Silva. Especial para EL TELÉGRAFO

En un pueblito de la Costa ecuatoriana, la maestra de la escuela había laborado con amor y responsabilidad, de modo que se ganó el cariño y respeto de todos.

Era una mañana soleada de un día sábado cuando revisó su correo y encontró el mensaje que había esperado ansiosamente. Le había sido aceptada su jubilación. Inmensa fue su alegría, pero luego de pocos minutos se fue apagando. ¿Ahora a qué me dedicaré? se preguntó, mientras llegaban a su mente las imágenes que veía todos los días al salir de su trabajo: los ancianos sentados en el parque, conversando y dando de comer alpiste a los pajaritos.

De pronto, un frío aterrador recorrió su cuerpo. Se dijo: “No viviré así el resto de mi vida. No, no, no, así no puedo terminar. Algo tengo que hacer”.

He esperado tanto este momento y no sé qué hacer. Nunca me preparé para esto. Enseñé tantas cosas a los niños, pero nunca cómo se debe vivir para envejecer feliz.

Pero, ¿cómo se envejece feliz? Se repetía una y otra vez la misma pregunta sin poder resolverla.

De pronto, llegó una luz. Las imágenes de su mente cambiaron. Aquellos ancianos aburridos en el parque hacían su rutina mañanera de ejercicios físicos, mientras miraban de soslayo sus relojes: la casa comunal los esperaba con los grupos de teatro, baile, pintura, canto, repostería, manualidades, terapia cognitiva, computación y el bingo los viernes en la tarde. La vida les quedaba corta. Había tanto que hacer.

A la mañana siguiente salió temprano de su casa. Nunca había sentido tantas ganas de hacer algo. Los proyectos estaban terminados. Se había amanecido haciéndolos. Tenía que presentarlos a las autoridades. No fue fácil convencerlos, pero insistió con tanto entusiasmo que parecía que la vida se le fuera en ello.

Al final, todos los planes se hicieron realidad, como si fuese un sueño mágico. Desde entonces los ancianos de los pueblos aledaños llegan a compartir esta bella experiencia.

En las fiestas patronales son los más aplaudidos y admirados como los mejores exponentes de la cultura y las tradiciones del pueblo; además de mostrar sus emprendimientos.

Hoy el lugar se lo conoce como el pueblito para envejecer feliz. (I)

Rita Silva (Guayaquil, 1945)
- Escribió un libro de pedagogía en 2010.
- Directora Provincial del Ministerio de Educación en 1997. Fue profesora de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Guayaquil por 30 años y del colegio 28 de Mayo.
- Colaboró en el proyecto Cultura de Paz con la Organización de las Naciones Unidas.
- Actualmente es residente del Hogar Corazón de Jesús.

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