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El Telégrafo
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Los fotógrafos celebran sus 13 años de trayectoria con retrospectiva

Gachet y Kashinsky, el encuentro entre la perfección y la crudeza (GALERÍA)

Un retrato del prioste en las fiestas de Zumbahua, en Cotopaxi.Las celebraciones populares son un tema recurrente en la obra de los artistas. Foto: Cortesía de Iván Kashinsky
Un retrato del prioste en las fiestas de Zumbahua, en Cotopaxi.Las celebraciones populares son un tema recurrente en la obra de los artistas. Foto: Cortesía de Iván Kashinsky
30 de abril de 2014 - 00:00 - Redacción Cultura

La pareja de fotógrafos conformada por el estadounidense Ivan Kashinsky y la quiteña Karla Gachet cumple 13 años de trabajo como fotoperiodistas. Juntos han recorrido el mundo, apuntando sus lentes a la diversidad de su gente, sus costumbres y sus rituales.

Fiestas populares y quinceañeras; las impresionantes mansiones gitanas de Buzescu, en Rumania; la rutina apasionada de una pareja de bailarines de tango o un vistazo a la Fuerza Naval de Bolivia: todas estas temáticas han sido abordadas e inmortalizadas por los fotógrafos en más de 10 series que, desde el jueves pasado, se exhiben en la galería Ileana Viteri de Quito (Av. González Suárez N 31-150).

Uno de sus trabajos más importantes, Historias Mínimas, es un recorrido que emprendieron en 2009 desde la Mitad del Mundo, en Ecuador, hasta la Tierra del Fuego, en Argentina. A bordo de un Vitara rojo, al que bautizaron Sancho, recorrieron miles de kilómetros en una épica travesía de la que surgieron retratos repletos de intimidad, celebración y color, testimonios de un continente lleno de vida a través de 2 pares de ojos afilados y curiosos que trabajan en sintonía.

“Desde el principio estábamos seguros de que dedicaríamos nuestra vida al fotoperiodismo”, asegura Kashinsky, quien conoció a Gachet en California, donde ambos estudiaron y se enamoraron. Luego volvieron a Ecuador, el lugar desde el cual trabajan como freelancers para varias publicaciones, como National Geographic y Smithsonian.

Su mirada extranjera ayudó a Kashinsky al momento de retratar este país, completamente diferente al lugar que nació. “Realizar historias sobre personas que han crecido en un ambiente completamente distinto al mío ha hecho que mi trabajo sea fresco y emocionante. Creo que me hace más sensible a los detalles y a las diferencias culturales”, sostiene.

Para Karla, en cambio, el retorno significó la posibilidad de explorar un entorno que ya conocía, pero con una perspectiva totalmente nueva. “Ella tiene un entendimiento más profundo de esos detalles y esas diferencias. Unidas, la mirada local y la extranjera generan una visión más compleja”, cuenta Iván.

Kashinsky y Gachet saben leer a los protagonistas de sus fotos. Su dinámica es establecer una verdadera conexión con la gente, antes de empezar a disparar sus objetivos. Y esa intimidad, esa complicidad que construyen con sus sujetos, es algo que salta a la vista.

“Muchos fotógrafos llegan al lugar y disparan, disparan, disparan sus cámaras. En nuestro caso, el objetivo principal es compartir tiempo con estas personas. Quizá horas, días, en algunos casos hasta semanas. Cuando construyes esa confianza con el sujeto fotografiado, empiezan a abrirse, te permiten entrar en sus vidas y en sus hogares”, asegura el artista.

Un testimonio de esa confianza se puede leer entre los comentarios del blog que montaron para registrar su viaje hacia Tierra del Fuego. Ceci, una bailarina de tango cuya rutina diaria documentaron en su paso por Buenos Aires, escribe:

“Si alguna vez yo supuse que la fotografía es un lenguaje delicioso, ustedes lograron convencerme: todo lo que somos, todo lo que hacemos, toda nuestra rutina y nuestros secretos, todo lo que gritamos y lo que escondemos, todo lo que ustedes vieron, lo que construimos juntos… todo se mezcló mágicamente en 10 imágenes perfectas de tan vívidas”, se lee. Con la serie sobre la bailarina, Gachet obtuvo un premio World Press Photo en 2009.

La pareja de fotógrafos ha creado un estilo propio a través de 13 años de constante colaboración en la que sus miradas se entienden y complementan por completo. ¿Cuál es el secreto para que el trabajo en equipo no elimine el particular estilo de cada uno?

Iván lo resume perfectamente: “Karla y yo tenemos estilos distintos, pero fuimos a la misma escuela de fotografía, admiramos al mismo tipo de fotógrafos y aprendemos constantemente el uno del otro. Cuando unes nuestras miradas, estas fluyen y se complementan. Lo femenino y lo masculino, perfección y crudeza, cálculo e improvisación, ying y yang”.

La exposición 13 permanecerá abierta durante el mes de mayo en la galería, ubicada en la avenida González Suárez.

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