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El Telégrafo
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El momento incómodo de Antonio Muñoz Molina

El momento incómodo de Antonio Muñoz Molina
10 de febrero de 2013 - 00:00

El escritor Antonio Muñoz Molina consideró “profundamente injusto” hacer un boicot global a un país con una sociedad “abierta y tan plural” como la israelí, en referencia a quienes le han pedido los últimos días que rechace el Premio Jerusalén, que ganó este año por su obra literaria.

En una entrevista a su llegada, el jueves pasado, a Jerusalén -donde hoy recibirá el premio de manos del alcalde de la ciudad, Nir Barkat- el novelista español afirmó que es “legítimo” que la gente exprese sus opiniones y disienta de sus actos.

“Lo que me parece un poco fuerte es llevar las cosas al extremo de decirle a uno que si va a recoger un premio literario que han recibido personas como Jorge Semprún, Susan Sontag o Ian McEwan, eso lo convierte en cómplice del apartheid”, dijo un tanto molesto.

Un grupo de intelectuales -Stéphane Hessel (escritor y ensayista, autor del libro ¡Indignados!), el músico Roger Waters, los cineastas Ken Loach y Paul Laverty, el poeta Luis García Montero, el dramaturgo y ensayista John Berger, la escritora Alice Walker y el poeta surafricano Breyten Breytenbach- pidieron, a través de una carta, al novelista que renunciase al Premio Jerusalén, ya que consideran que desde la alcaldía de esa ciudad se promueve “uno de los sistemas de apartheid urbano más crueles del mundo”.

Esta organización también ha declarado que, de aceptar el premio, el autor de “Sefarad” será cómplice de los crímenes de Israel contra los derechos humanos y de su política del “aquí no pasa nada”. Dos grupos propalestinos, la española Red Solidaria Contra la Ocupación de Palestina (Rescop) y la Campaña Palestina de Boicot Cultural y Académico contra Israel (Pacbi), pidieron el pasado día 28 al escritor que renuncie a recoger el premio literario Jerusalén en esa ciudad.

El escritor, que es profesor de la New York University, es autor de obras como “El jinete polaco”, “Sefarad” o “Plenilunio” con la entrega de su premio  inaugurará la Feria Internacional del Libro de Jerusalén, en un acto en el que participará el presidente israelí, Simón Peres, entre otros.

Muñoz Molina considera que lo que un español o un europeo piensen sobre el conflicto entre Israel y los palestinos es legítimo, pero le parece “mucho menos importante que lo que piense la gente que está aquí dentro”. “A mí me gusta ver y leer a personas que, estando aquí, tienen posiciones con las que yo me identificaría, posiciones de respeto, de defensa del reconocimiento de los derechos de los palestinos, de protesta contra los abusos que se cometen contra ellos”, precisó.

Eugenio García Gascón, corresponsal de Público.es en Jerusalén, se cuestiona en su blog: Está claro que Muñoz Molina se merece el galardón, pero ¿se merece el Ayuntamiento de Jerusalén a Muñoz Molina? Y  argumenta: “El de Jerusalén es un Ayuntamiento sectario que, según algunos, utiliza el premio como herramienta de propaganda para tapar sus actuaciones poco éticas y hasta inmorales, que discrimina a la población palestina de mil maneras distintas. Además, estos últimos días la policía israelí   lleva  a cabo una intensa campaña de acoso y hostigamiento hacia los palestinos de Jerusalén que ha provocado la denuncia de numerosas organizaciones de apoyo a los palestinos”.

En Nueva York, donde reside seis meses al año, tiene “algunos amigos israelíes y muchos amigos judíos” y lee “muchas cosas” sobre Israel, un país en el que “hay muchísima gente que está en proyectos de cooperación con los palestinos, en escuelas donde se educan juntos niños judíos y árabes”.

“Yo me siento muy cercano a esa gente y creo que a un país que tiene una sociedad abierta tan plural como esta no se le hace un boicot global, no puedes poner en el mismo paquete a un país entero, es profundamente injusto”, aseguró.

“La noticia, no obstante, surge después de que en los últimos meses hayamos conocido el rechazo de importantes premios por parte de otros escritores. El más reciente fue el de Javier Marías, quien renegó del Premio Nacional de Narrativa por su novela Los enamoramientos alegando que no deseaba tener ningún tipo de “vinculación con el poder”. Dos años antes fue el escultor Santiago Sierra que hizo lo mismo y renunció al Premio Nacional de Artes Plásticas señalando que el premio se utiliza «en beneficio del Estado»”, lanzó como contexto y como un recuento histórico la periodista española Paula Corroto.

El caso de Muñoz Molina no es nuevo con relación al premio de la Feria de Jerusalén. Este estuvo, casi siempre, en controversia, en referencia con el conflicto entre palestinos e israelíes. Grupos propalestinos suelen a pedir a los autores que boicoteen el galardón para protestar contra la ocupación israelí. Ian McEwan ganó en 2011 y aceptó el galardón, acudiendo a Jerusalén. En aquel año también tuvo el pedido de los intelectuales del mundo para que lo rechace. Al final fue. Sin embargo, en su discurso de aceptación condenó con dureza la construcción de asentamientos en Jerusalén y las expulsiones de palestinos. El escritor británico donó los 10.000 dólares del premio a una ONG israelí.

Sobre la posibilidad de que denuncie la situación de los palestinos en su discurso de recepción del premio, hoy, Muñoz Molina consideró “arrogante venir desde Europa a dar lecciones aquí, entre otras cosas, porque si Europa en su historia pasada no hubiese sido tan bárbara muchos de los problemas que ahora suceden aquí no existirían”. ¿Cuándo un escritor debe rechazar un premio? ¿Se “apoya” al Gobierno si se acepta -en el caso de Muñoz Molina-? Surge esas preguntas entre los intelectuales de esta época.

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