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El Telégrafo
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Descartable, un registro íntimo, literario y político

El autor construyó las primeras partes del relato cuando era alumno del guayaquileño Miguel Donoso Pareja, quien le insistió en publicar su trabajo.
El autor construyó las primeras partes del relato cuando era alumno del guayaquileño Miguel Donoso Pareja, quien le insistió en publicar su trabajo.
Foto: Carina Acosta / EL TELÉGRAFO
02 de febrero de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

Ninguna línea de Descartable, la primera novela del guayaquileño Andrés Emilio León (1978), se escribió en el lugar sobre el cual ficciona.

 “A través de la ficción yo me acerco a Guayaquil”, dijo el también comunicador. Toda la novela la escribió en rutas de avión, salas de espera y frente a la playa. Su modo de aproximarse y no salir de la realidad durante los once años que estuvo fuera de su residencia habitual fue mediante apuntes de los detalles de cada una de sus visitas.

Su primera novela es una serie de historias hiladas a través de Héctor, un personaje que intenta descartar la realidad para cargarla con sus referencias literarias. Al mismo tiempo, critica los espacios cerrados de esa ciudad rodeada de esteros, sus ausencias en la agenda cultural y propone desde su pequeño espacio de poder nuevas historias posibles, “nuevos imaginarios”, diría el personaje.

En Descartable, Héctor es asesor del Alcalde de la ciudad y lidia, a veces sumergido en asuntos menos políticos, con el resto de asesores y el obstáculo de los planes presupuestarios para crear una propuesta cultural para la ciudad; esas estrategias que, a decir del personaje y su alcalde, no son las que más “pegan” en una campaña electoral. En ese juego, el autor hace un señalamiento sobre cómo, desde la política, se piensa a los ciudadanos como una masa cuyos consumos y afinidades están marcados por la propuesta de los medios. En ello radica la incredulidad del Alcalde respecto a las propuestas de su asesor.

Entre sus tropiezos y distracciones están las mujeres con las que se encuentra. Héctor, después de romper una relación amorosa larga intenta descubrir en otras mujeres lo que le falta a él, y esos encuentros no son necesariamente sexuales.

En estas relaciones, siempre fallidas, el autor intenta reflejar la cosificación de los cargos públicos y de las relaciones humanas. A pesar de que el personaje admira a las mujeres con las que comparte un espacio, todas son relaciones descartables, que caducan tarde o temprano.

“Ni siquiera él tiene relaciones decisivas en el tiempo, pero a él no le gusta estar solo. Los seres humanos siempre somos descartados por alguien. Quería que Héctor mostrara estos personajes que lo trastocan y que evidencian que él necesita todo esto por afecto”, indicó León.

El autor hace un ejercicio de metaliteratura. Se ocupa de registrar a través de recorridos por la ciudad sus propios encuentros culturales, sus preferencias con la microliteratura de Solange Rodríguez, las posibilidades de incendiarse con Orange de Sandra Araya o de volar con El libro flotante de Caytran Dölphin, de Leonardo Valencia.

La música de Lucho Rueda y de la banda de rock Los Pescados sirve de soundtrack en escenas dramáticas.

“En esta novela se transita por gran cantidad de espacios guayaquileños, los más y los menos emblemáticos, mientras se miran los lugares desde las perspectivas frustradas y frustrantes de un personaje que no hace lo que quiere, no vive lo que espera o sueña. Irónicamente él aprende a involucrarse con el mundo que critica y rechaza, desde una actitud de cinismo sumo”, señaló la catedrática Cecilia Vera sobre la obra.

Descartable es la ópera prima de Andrés Emilio León y uno de los primeros trabajos publicados en la colección de novela de la Casa de la Cultura, Luz Lateral.

Su confección parte del tiempo en el cual fue alumno del escritor Miguel Donoso Pareja. Entonces, era un borrador algo más corto que la novela que actualmente circula en librerías. En 2011, la última vez que se encontró con Donoso, este le preguntó que cuándo publicaría el libro. “Cierra esa nota. Te estás demorando demasiado, si quieres te lo edito gratis, no te cobro nada, pero ya sácalo”, le manifestó el escritor, al estilo de los comentarios que en la novela le hace el Alcalde a Héctor sobre sus cuentos.

Cuando Miguel Donoso falleció en 2015, León decidió volver a enfrentarse a su manuscrito y una de sus primeras opciones para publicar en un contexto complicado a nivel editorial como el que existe en Ecuador, fue participar en un concurso en honor a Miguel Donoso, organizado por la Feria del Libro de Guayaquil.

Sabía que plantear una novela sobre la ausencia de políticas culturales en la ciudad con las que sueña un aficionado a la literatura y a la música tal vez sería complicado.

Tras el fallo y no resultar ganador del premio que rinde homenaje a su maestro, León envió su trabajo a varias editoriales hasta que –en el cuarto intento– tuvo una propuesta para publicar la obra.

“Aquí estamos ante una novela de un personaje que se desdobla, que es varios seres a la vez, porque todo universo individual (especialmente en crisis) hace que el entorno se vuelva una solo”, refirió el escritor Eduardo Varas sobre Descartable. (I)

Su libro

Descartable

Es parte de la colección Luz Lateral, de la Casa de la Cultura, dedicada a la novela.

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