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Cyberalfaro y dos textos sobre el Viejo Luchador

Cyberalfaro y dos textos sobre el Viejo Luchador
01 de abril de 2013 - 00:00

Me llega un excelente regalo de Manabí: la revista Cyberalfaro, Texto Académico de Investigación y Creación, de Editorial Mar Abierto, Manta 2013 y, con ella, dos extensos y bien trazados estudios sobre Eloy Alfaro.

La revista es monográfica, puesto que está integrada por los textos del II Seminario Internacional de Editoriales Universitarias, lo que significa el manejo de temas de gran interés como, por ejemplo, “Impacto de la producción del libro electrónico en la lectura”, que firma José Castilho Marques Neto, el que entre otros valiosos datos no indica que en América Latina, el menor porcentaje de no lectores es el 34% en Uruguay, en Brasil el 50, en Argentina el 44 y en Colombia el 53.

Veamos ahora los dos trabajos que sobre el Viejo Luchador escribe y publica Gino Martini Robles, dos libros en realidad, dos volúmenes, uno de 307 páginas, el otro de 363.

Los títulos, que dicen mucho, son “Eloy Alfaro y Leonidas Plaza / Pasión y Traición” y “Códice del General / La pluma del cóndor”.

El doctor Medardo Mora, rector de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, en la presentación del primero, destaca el enfoque con el cual el intelectual manabita Gino Martini Robles hace interaccionar la pasión con la traición, coexistir el bien y el mal, Caín y Abel, Alfaro y Leonidas Plaza (Placita, lo minimizaba Alfaro), hasta que culmina don Eloy su obra (el ferrocarril y las reformas liberales) pero cae, víctima de la traición, ya rumbo a su martirio y a la hoguera bárbara del Ejido.

Leonidas Plaza Gutiérrez, candidatizado a las elecciones de 1912, tenía como principal opositor al general Julio Andrade, antiguo compañero de armas y con quien derrotó a las fuerzas alfaristas en Yaguachi.

Andrade advirtió (y amenazó) públicamente que mientras él tuviera un hálito de vida, Leonidas Plaza no sería presidente. A los pocos días, un soldado raso le disparó a quemarropa al general Andrade, matándolo de contado.

Para Placita era un obstáculo menos en un loca carrera por el poder. “Plaza o bala” era el lema de esa campaña que con el asesinato del general Andrade se comprobaba aún más las evidencias del siniestro espíritu del candidato, que contó con la confabulación de empresarios, los medios de prensa y los pensadores de alquiler. Con el gobierno a su favor, ofreció paz y olvido, pero no concedió otra cosa que tiranía.

A estas 307 páginas sobre Eloy Alfaro, Gino Martini Robles (de quien no hay más datos que la escueta referencia que hace el doctor Mora Solórzano en la presentación del primer volumen) se permite el lujo de agregar 363 más sobre el Viejo Luchador.

Pero lo hace ubicando el punto de vista textual en otra dimensión, la que se evidencia y explica en el título del tomo, la que ahora se trata de un códice del héroe liberal, es decir, de un manuscrito antiguo que contiene (…) textos de importancia histórica o literaria.

Tatiana Hidrovo, en la presentación de “Códice del General / La pluma del cóndor”, explica que el Códice del General es ante todo una novela histórica que engarza la ficción y la realidad de una manera tal que el lector, un escritor y el gran Eloy Alfaro, viajan en un tren trasandino, recordando juntos las vicisitudes humanas de una Revolución.

Tatiana Hidrovo agrega que el Códice del General presenta singularidades. Por ejemplo, su personaje central fue no solo real, sino un símbolo político para los ecuatorianos y su espina dorsal, es una cronología de la vida de Eloy Alfaro, se inicia con su infancia y termina con su muerte.

El componente imaginario central está dado esta vez por un doblez temporal, a través del cual el narrador es un testigo invisible del largo viaje que emprende el General en el tren trasandino rumbo al lugar de su tragedia, durante el cual va escribiendo su códice, sus memorias. Se presume al escritor compartiendo el mismo vagón, pero viviendo en dos tiempos, el presente y el pasado.

En ocasiones, agrega Hidrovo, ya no hablan los recuerdos del General, sino la voz del escritor etéreo que va introduciendo explicaciones sobre el contexto histórico.
Alfaro escribe en el pasado, el narrador reproduce la autobiografía y la va tiñendo con su propio testimonio extraído de los viejos libros de historia o de los olores y colores de una tierra que es la misma en la que ambos nacieron y crecieron en épocas distintas.

El escritor escribe lo que Alfaro anota. El escritor está en tiempo del General pero vive en el presente, juego de tiempos que se enmarañan en la estructura de la novela.

La escritura del Códice del General resulta una parodia del hecho real y concreto en el que Alfaro, expresidente de la República, durante su último viaje de Guayaquil a Quito, entrega los originales de la historia del ferrocarril ecuatoriano, escrita por él para dar respuesta al acecho de sus enemigos y dejar un documento vivo de su pensamiento sobre su obra magna.

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