Ecuador, 18 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Cuando la indiferencia ofende más que la propia traición

Cuando la indiferencia ofende más que la propia traición
21 de octubre de 2013 - 00:00

Carlos Ycaza, periodista guayaquileño que inició su periplo como director teatral el año pasado, dirigió ahora su tercera obra, Traición, uno de los textos más importantes del dramaturgo inglés Harold Pinter, Premio Nobel de Literatura 2005.

Traición se promocionó como una obra donde los personajes parecieran vivir en la total normalidad en medio de una situación agobiante.

No es para menos: la historia cuenta cómo Emma (Carolina Jaume), directora de una galería de arte inglesa, vivió por 7 años una doble vida en que por las mañanas era la mujer del editor literario Robert (Santiago Carpio) y por las tardes mantenía lo que ella pretendía un hogar con Jerry (Juan Pablo Asanza), cazatalentos literario que es -además- un buen amigo de Robert.

Todo empieza -la obra, no la historia- cuando Emma y Jerry se encuentran dos años después de terminar su relación, en The Cock Pub (un guiño a Cock, la primera obra que dirigió Ycaza).

Desde entonces, se marca el tono que llevará Traición:en escenas siguientes es evidente que esta no es una de esas infidelidades in extremis pasionales, lo que sufre Emma es casi enfermizo: ella está muy enamorada y su idea del amor es tener otra casa con este segundo hombre. Está “metidísima”, aferrada a una vida oculta que le permite ser lo que no puede con su marido, sin tener que “someterse” al divorcio.

Cada línea de Robert es lapidaria. Esa sutil crueldad, como quien no quiere la cosa, es lo mejor de la obraTraición-donde la modulación de las voces recuerda a los doblajes de las telenovelas brasileñas de los 90- hace del flashback el principal recurso narrativo y está escrita de forma que acaso los carteles que anuncian los saltos temporales podrían ser prescindibles. Pero hablemos de la puesta en escena que hubo en Guayaquil.

Tanto el vestuario como la escenografía han sido cuidados en detalle. El tiempo se nota regresar, según el vestido que lleva en cada escena Jaume, en medio de una sobria y atractiva (¿inglesa?) escenografía montada en el tablado.

Y ese paso también es evidente en las posturas y las actitudes de una mujer que empieza siendo una dama de sociedad a la que se le escapa preguntarle a Jerry si aún piensa en ella, en contraste con una especie de quinceañera que ama en actitudes colegiales, aferrada a su amor imposible, mientras dura, claro.

Emma es una mujer despreciada. Y aquí empieza el deleite: no puede empezar de nuevo con Jerry, que -se infiere- no está dispuesto a acabar su matrimonio y dejar a sus hijos, pero no encuentra en su esposo un atisbo de cariño. “Es más, Jerry me cae mejor que tú”, le dice Robert a Emma al enterarse de la traición.

Cada línea de Robert es lapidaria, y ha sido esa crueldad sutil, como quien no quiere la cosa -jamás Robert pierde la cabeza-, con mucho, lo mejor que ha tenido esta obra.

El semblante y las posturas que adopta Carpio -con los hombros ensanchados, tirados para atrás como buen inglés, paciente, inmutable, flemático- acompañan a la perfección las líneas de Robert, un sujeto que, al enterarse de que su mujer lo engaña, se limita a decir: “Debían ser más o menos algo en esa línea”. Es hasta ofensiva su indiferencia, humillante, y a Jaume esa escena, que es el clímax, le ha salido muy bien. La obra se inunda de tensión cada vez que Carpio sale al escenario.

El punto más bajo de Traición, hay que decirlo, es el papel de Asanza, que en una de las escenas, donde Emma acaba de volver de viaje -ya le había revelado a su esposo que lo traicionaba- crea un ambiente  donde se siente el deseo, acrecentado en un momento en que Emma se sienta en las piernas de Jerry... hasta que el artificio se rompe con una torpe nalgada que Jaume le da a Asanza.

La escena final, que en la función del viernes estuvo mucho mejor que la presentada en el preestreno el miércoles, tiene algo que no acaba de cuadrar, y que confirma que la interpretación de Asanza no se mantuvo a la altura en toda la obra.

Esa última escena muestra el inicio del amorío. Era su escena, y a Asanza se le fue en repetir rápido unas líneas que poco parecía sentir, un texto que exalta a Emma en su cuarto, durante una fiesta.

Emma no parece encontrar atractivo a Jerry -ni palabreos coquetos ni miradas seductoras-. Hasta que Robert entra en escena en una situación sospechosa que, al fin, poca inquietud le provoca. Aun con ese obvio desdén, la conquista es inexplicable, rompe el artificio. Tal vez la última escena era prescindible.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

'Los sueños de Ani' es una obra en la que se interactúa con las personas por medio de los sentidos. Ellos reciben estimulaciones a través de alimentos, olores, colores, sonidos y texturas.

Social media