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“Con la autonomía relativa, la gestión se enriquecerá”

“Con la autonomía relativa, la gestión se enriquecerá”
04 de junio de 2012 - 00:00

¿Por qué busca presidir la CCE?

Es el convencimiento, por un lado, de producir cambios fundamentales en la estructura y en las políticas. Convertir a la Casa en una organización más democrática, más abierta, sin las limitaciones que hay en la actualidad, sin esa especie de bloqueo  que existe, desgraciadamente, para el ingreso de nuevos miembros, especialmente a la juventud.

Un caso sintomático es la negativa para que funcione el Núcleo Pichincha. Estamos en una situación en la que la Casa, en sus inicios, agrupó al 90% de los actores, ahora no llega ni a 5%.

La Casa ha sido cuestionada  por artistas en el fondo editorial, o por un anquilosamiento del ente...

La producción de libros y revistas es bastante notable. No funciona debidamente una comisión editorial que escoja y califique los títulos, por lo general, eso está más en manos de funcionarios. Y, como lo ha expresado el presidente (Marco Antonio Rodríguez), muchas veces se cede al amiguismo, a peticiones de núcleos por contentarlos.

Al no haber una política de difusión y de comercialización adecuada, las bodegas se llenan de miles de ejemplares que se convierten en objetos obsoletos.

He preguntado en las librerías si hay obras de la Casa y me dicen que no se les ofrece. No hay un verdadero empeño de la divulgación y el descuido con relación a los ingresos que se convierten en un perjuicio para el presupuesto. Podemos formar alianzas comerciales.

Debe haber un grupo de lectores internos que califique las obras, con la aplicación de varios parámetros, como calidad temática, valor histórico o criterio equitativo.

¿Cuál será la relación de la CCE y el Sistema Nacional de Cultura?

Es una necesidad del país. No tendría sentido, por ejemplo, suprimir la autonomía de la Casa para que   se convierta en un departamento del Ministerio de Cultura, porque lo que haríamos es agrupar más burocracia. Con la autonomía relativa, la gestión se puede enriquecer.

¿Hay renovación en la CCE?

En los años transcurridos desde su fundación se ha convertido en una organización lenta y burocratizada, en la que predominan criterios elitistas. Es notorio que en la Casa opera cierto concepto, no dicho pero practicado de una cultocracia. Es decir, hay la idea de que la cultura la hacen los cultos, mientras que hay quienes creemos que la cultura la hacen los pueblos y, por ello, encontramos resistencia de autoridades, políticas, de la estructura.

El manejo de los fondos ha sido cuestionado también...

La cifra ha variado. En el último ejercicio llega a $ 10 millones. Gran parte absorbe Quito, porque tenemos una estructura que difícilmente podemos reducir: biblioteca, cinemateca, museos, editorial. Se puede optimizar los recursos humanos. Cuando decimos que gran parte queda en Quito hay que señalar que no se queda en la capital, sino que sirve para la gestión nacional. Hay otras fórmulas: las alianzas interinstitucionales, incluso con embajadas.

¿Cuáles son sus propuestas?

Dos cosas, el valor de la interculturalidad y la efectivización del Núcleo Pichincha. No es casual que tenga al poeta Julio Micolta, que es un representante de la negritud, como binomio. El valor intercultural es importante. La matriz tiene que atender cuestiones de carácter nacional, pero no puede atender a Pichincha. Es absurdo que esa provincia con gran cantidad de artistas quede descuidada.

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