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Cardoso cuenta el tiempo en la serie Mandala

Cardoso fragmenta imágenes de su realidad inmediata para construir secuencias de su microcosmos.
Cardoso fragmenta imágenes de su realidad inmediata para construir secuencias de su microcosmos.
Foto: William Orellana / El Telégrafo
08 de noviembre de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

En enero de este año Pablo Cardoso (Cuenca, 1965) inició un diario, un registro de su ecosistema. Empezó con su cuadra. Revisó los archivos históricos de la cartografía del lugar que habita, en Google Earth. Registró las pequeñas señales de su microcosmos. Además del registro escrito, Cardoso realizó fotografías que convirtió en trazos de óleo, fragmentados en cuadritos ubicados en secuencia. Este registro deviene en 320 cuadros que constituyen la serie Mandala, su última muestra, inaugurada hace dos semanas en la galería DPM, en Guayaquil.

El trabajo de Cardoso, en todo lo que va del año, parte de una influencia del libro En un metro de bosque, del periodista y naturalista George Haskell. Durante un año, Haskell se sentó todos los días en la misma piedra de una pequeña parcela de bosque en el extremo occidental de la meseta de Cumberland, en Tennessee. El autor llama al terreno de su experimento mandala.

El biólogo se dedicó a escribir con detenimiento cómo cambió este ecosistema en sus cuatro estaciones y lo convierte en una metáfora de la vida del hombre. Cardoso se preocupa de su propio cosmos en un terreno más amplio. En su bitácora, el artista cuencano escribe lo que ocurre en detalle: la luz sobre sus gafas, el paso de un escarabajo en su estudio al que no es común ver en el ambiente cuencano,  restos de sandía, la cara del hijo que crece.

En su diario intenta analizar su realidad inmediata y pequeña y a través de este ejercicio generar una especie de respuesta. “Haskell siempre se refiere a este metro cuadrado como el mandala porque es su punto de estudio, a través de esta idea observa todos los cambios que se producen tanto allí, como en el universo. Piensa en cómo el movimiento de las alas de una mariposa puede generar un tsunami al otro extremo del mundo”, dice Cardoso. 

Esta no es la primera vez que el artista cuencano reproduce el gesto de viajeros y biólogos al llevar un diario de observación de su ambiente inmediato. Siempre ha estado muy apegado a la idea de llevar un recuento personal de lo que sea.

La diferencia de este registro con los anteriores es que se propuso ser observador, al mismo tiempo que es partícipe de lo que acontecía en su entorno personal. “Esta idea de las bitácoras, del conteo de los días, siempre ha estado presente en mi obra”, dice Cardoso. Un ejemplo de ello es el trabajo que realizó para su participación en la Bienal de Sao Paulo, en 2004 con la obra Lejos cerca lejos. En aquella obra Cardoso trabajó en 319 cuadros, en los que detalla su periplo desde Ecuador hasta Sao Paulo.

Su montaje en Mandala por cada imagen es cuadriculado, fragmentado y muestra un devenir de su interés por reproducir cada imagen cuadro a cuadro. “Me interesa la idea de contar el tiempo, el tiempo de modo personal a través de un registro virtual, representado por la relación entre la fotografía y la pintura”, dice Cardoso. 

El historiador de arte Rodolfo Kronfle y curador de la muestra señala que  cada cuadro, a pesar de recrear una realidad que podría parecer intrascendente, el artista lo dota de dimensiones significantes y poéticas. “Esta cuestión —dice Kronfle—solo puede ocurrir manteniendo un estado de alerta permanente, como si la voz interna del artista narrara meticulosamente el evento aparentemente trivial que se desenlaza frente a él, lo congelase con todo el detalle de una imagen fotográfica y lo convirtiese –a través de una alquímica traducción con pinceles- en un solemne memorial de la experiencia del momento”.

Como la mariposa que aletea sus alas y causa un tsunami del otro lado del mundo, Cardoso piensa el registro de lo cotidiano e inadvertido, como aquel escarabajo raro que aparece en su estudio, como una forma de pensar los efectos del hombre sobre la naturaleza.

“Creo, con toda certeza, que la actitud de un individuo tiene mucha influencia en lo que ocurre en un conjunto más amplio en la comunidad y en el mundo, tiene que ver con las responsabilidades que uno tiene como individuo a lo largo de su vida”, dice Cardoso.

La curadora Pilar Estrada dijo en una entrevista con este diario, en 2016, que Cardoso es uno de los pocos artistas locales que se preocupa por reflexionar sobre el presente. “Este es parte del activismo que intento llevar adelante en mi vida personal en la medida en que pueda, esta no es una exposición que tiene una postura muy evidente con respecto al activismo ecológico pero en el fondo es así, es una exposición que cuestiona mucho las actitudes que tenemos los individuos como habitantes de la Tierra, nuestro comportamiento respecto a la casa grande, la influencia que nuestro comportamiento tiene en el futuro”, dice el artista. (I)

Datos

La única obra que tiene un nombre es La cuadra, un registro de la cartografía del lugar que habita Pablo Cardoso en Cuenca. El resto emula la idea del diario con las fechas de registro.

Buena parte del trabajo de Cardoso propone un diálogo crítico entre pintura y fotografía, haciendo énfasis en la línea que separa el documento de la ficción.

En 2004 participó en la XXVI Bienal de Sao Paulo, en Brasil. Ese mismo año estuvo en la V Bienal de Gwangju, en Corea del Sur. En 2007 participó de la Esposizione Internazionale d’Arte de la Biennale di Venecia.

David Pérez, fundador de la galería DPM, lo representa desde que el artista ganó un premio en la segunda edición de la Bienal de Cuenca. Entre sus planes está vivir en Ayampe y desarrollar su obra.(I)

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