Ecuador, 27 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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Aráuz: la voz de “Mejor no hablar”

Que “Simón” se haya convertido en un hit en las radios asturianas en los días posteriores al Festival de Cine de Gijón era algo sintomático: esa es la canción que catapulta a Luis (Víctor Aráuz) a una fama breve e intensa en la trama de “Mejor no hablar (de ciertas cosas)”, ópera prima del cineasta manabita Javier Andrade, que se estrenará mañana en salas de cine a escala nacional.

En Guayaquil, a más de en los establecimientos comerciales, el largometraje se exhibirá junto con otras dos cintas ecuatorianas, “Sin otoño, sin primavera” y “A Santa Elena en bus”, en el MAAC Cine, durante las tres primeras semanas de enero.

Y sintomático fue, porque la fiesta del preestreno en Guayaquil giró alrededor de un concierto de Los Propios, grupo conformado por Kenneth Carrera, Sergio Rodríguez, Luis Peralta y, por supuesto, Aráuz, intérpretes de esa banda ficticia portovejense a la que pertenece Luis en la película.

Así como marcada estuvo la película por una narrativa que mira de soslayo -pero mira- esas desigualdades sociales, ese realismo sucio que durante años ha sido el motor de las películas ecuatorianas, el concierto tuvo una serie de canciones cortas, pero inéditas, que hablan de una cultura popular nacional basada en la viralidad de la Internet.

Luego de la proyección del filme en la premiere a dos salas de un cine comercial, donde hubo una rápida presentación de las personas que tomaron parte del rodaje y la producción, la actividad se trasladó a Urdesa, en esa casa de colores en Higueras que es la sede del Muy Ilustrado Inmundicipio de Guayaquil.

Sumidos en la oscuridad de la noche, en aquella penumbra habitual que el Inmundicipio suele respetar, y ubicados en los pasillos o en los bordes de la piscina, estaban todos los individuos que merecieron presentación antes en el cine: Francisco Savinovich (Paco), Alejandro Fajardo (Rodrigo), Leovanna Orlandini (Lucía), Andrés Crespo (Lagarto), Luisa Cuesta, Pancho Aguiñaga, Francisco Santana y, por supuesto, Javier Andrade, el director, entre otros personajes habituales del cine guayaquileño.

Metido totalmente en su papel de Luis, Aráuz tomó el micrófono y neurótico cantó algunas canciones inéditas de Los Propios, mientras acompañaba con la guitarra -instrumento que aprendió a tocar para la película- a sus colegas de esta banda flotante, por decirlo de alguna manera. Estaban frente a un público que los veía en la piscina inmundicipal -vaciada para la ocasión-, y que fluía de ida y vuelta a medida que la música se iba prendiendo, al calor de esa actitud conflictiva in extremis del vocalista que hasta se vuelve simpática luego de un rato, y que da pie a la música que ahí se toca: un hardcore punk de protesta insolente que tan útil es para poner en el aire aquello que no todos llegan a decir.

Descamisado y con un brasiere rojo -“Esta noche está dedicada a la violencia y a la mariconada, en ese orden”- entonaron canciones como “El abecedario del sexo”, pertinente para un país en que, según García Márquez, “existen más de 105 nombres para el órgano sexual masculino”; o “Yo soy del ejército”, canción que se construye con pedazos textuales del famoso video del programa “En carne propia”, donde un drogadicto acuñó la popular frase “Amor, comprensión y ternura”. Incluso Abdalá Bucaram, twitstar en el exilio, tuvo lo suyo.

Y pasando por el “feat” de Leovanna Orlandini, que descendió a ese escenario bajo suelo a cantar las partes que recordaba de “Siempre, siempre”, de Albano y Romina Power, o el cover de “Esta guitarra vieja”, de Carlota Jaramillo, el concierto llegó a la canción que todos en el Inmundicipio sabían que debía cerrar el espectáculo: “Simón”, ese inicio del fin que es la “propia” de Los Propios.

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