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Murió Umberto Eco, uno de los mayores tratadistas de la Semiótica

Murió Umberto Eco, uno de los mayores tratadistas de la Semiótica
Foto: Internet
19 de febrero de 2016 - 18:51 - Redacción Cultura

Umberto Eco está muerto. Familiares del afamado semiólogo le confirmaron al diario italiano La Repubblica que el autor de El nombre de la rosa había fallecido a las 22:30 (hora de Italia) del viernes 19 de febrero. Se encontraba en su casa. Nacido en Alessandria el 5 de enero de 1932, Eco tenía 84 años.

Doctorado en filosofía y letras en la Universidad de Turín en 1954, Eco es uno de los semiólogos más importantes del siglo XX. Durante la década de los sesenta —y luego de trabajar en las universidades de Turín, Florencia y Milán— se dedicó al estudio y la teorización de la semiótica. En 1962 publicó su libro Obra abierta, y en 1968, La estructura ausente. En la primera de estas, Eco acuña el término 'obra en movimiento', un concepto para definir a obras cuyo sentido lo encuentra el lector de manera activa, es decir, a través de su propia experiencia. Es un concepto muy vinculado al que proponía otro semiólogo del siglo XX, Roland Barthes: que la obra debe ser siempre abierta para que no muera.

Eco dictó desde 1971 la cátedra de Semiótica en la Universidad de Bolonia, donde fue nombrado profesor emérito y presidente de la Escuela Superior de Humanidades. En 1988 fundó el Departamento de Comunicación de la Universidad de San Marino. Umberto Eco ha escrito numerosos ensayos sobre semiótica, estética medieval, lingüística y filosofía, así como novelas de éxito.

En 1980, el escritor y filósofo italiano publicó su libro más famoso, El nombre de la rosa, una novela de misterio ambientada en una abadía de los Apeninos en el siglo XIV. La obra cuenta la historia de fray Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso de Melk, quienes investigan una misteriosa serie de crímenes en el lugar, pero ven enfrentado su método científico al fanatismo religioso de los otros sacerdotes. Hoy, esta novela histórica, filosófica o policiaca (y con muchos rasgos semiológicos), es una obra maestra que fue traducida a muchos idiomas y adaptada al cine en 1986 por el director francés Jean-Jacques Annaud.

Eco tenía 48 años cuando publicó El nombre de la rosa. Esta incursión en la literatura fue tardía, pero prolífica. Entre sus títulos más conocidos se encuentran El péndulo de Foucault (1988), una fábula sobre una conspiración secreta de sabios en torno a temas esotéricos; La isla del día de antes (1994), la historia de un náufrago que se encuentra un barco desierto, una parábola kafkiana sobre la incertidumbre y la necesidad de respuestas, y El cementerio de Praga (2010), un relato sobre agentes secretos y conspiradores ambientado en el siglo XIX, durante el periodo de la unificación italiana. Aparecida de forma simultánea al escándalo de WikiLeaks, el mismo Eco habló de los paralelismos entre su libro y la revelación de los cables diplomáticos por parte de Julian Assange.

A lo largo de su carrera, fue cosechando numerosos reconocimientos, en especial por parte de universidades de todo el mundo (que en 38 ocasiones lo invistieron como Doctor Honoris Causa). En 2000 fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, y es caballero de la Legión de Honor francesa. Varias veces su nombre fue propuesto para el premio Nobel.

Su último libro, publicado el 5 de enero de 2015 (día de su cumpleaños) fue Número cero, que cuenta la historia de un periódico, el Domani (mañana, en italiano) que es utilizado por su dueño para chantajear a sus enemigos y a los poderosos. Ese mismo año, Eco dio una entrevista al diario italiano La Stampa, que se volvió viral. Ahí criticaba duramente a las redes sociales, a las que encontraba responsables de haber provocado “una invasión de imbéciles”.

Lea también: “Las redes sociales: Invasión de los necios”

"Si la televisión había promovido al tonto del pueblo, ante el cual el espectador se sentía superior, [...] el drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la verdad".

Umberto Eco

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