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El Telégrafo
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El trabajo es parte de su núcleo de producción ’transmutatio mensura’

Individualidades conviven en la obra de Hidalgo

El trabajo recoge conceptos de las estructuras móviles de Calder y la materialidad de LeWitt.
El trabajo recoge conceptos de las estructuras móviles de Calder y la materialidad de LeWitt.
álvaro pérez / el telégrafo
13 de julio de 2016 - 00:00 - Jessica Zambrano Alvarado

El doctor Hubert Farnsworth responde en un capítulo de la serie animada Futurama todas las preguntas posibles sobre el origen del mundo. El personaje encorvado, de más de cien años que usa aún lentes de botella, es el sobrino nieto de Fry, un hombre torpe que se transporta del siglo XXI al futuro, donde todo tiene respuestas. “¿Y después de eso qué sigue?”, se pregunta el artista guayaquileño José Hidalgo-Anastacio.

Con su núcleo de producción, ‘Transmutatio Mensura’, Hidalgo-Anastacio trabaja desde hace cuatro años con sistemas de medición obsoletos. Los busca en catálogos europeos que residen en archivos abiertos en internet. Los revisa y pone a convivir desde el dibujo, la línea artística a la que está más apegado, o en distintas instalaciones escultóricas.

Durante la segunda edición del Nuevo Premio Mariano Aguilera, el artista construye Oikoumenē (suspended), una suerte de instalación-escultura en la que sistemas de medición de todo el mundo conviven en una balanza, casi equilibrados, pero a la vez en tensión. Se trata de medidas que se homogeneizaron y que, como dice el artista, “ya no le sirven para nada a nadie”. Revisarlas puede generar preguntas sobre lo que se considera “lo exacto”, esa construcción que también surge de una arbitrariedad.

Esta obra parte de su obsesión con el trabajo de esculturas móviles del estadounidense Alexander Calder y el del minimalista Sol LeWitt, con el uso de las matemáticas como patrón. “Pablo Picasso decía que Calder logró su proyecto de vida con el cubismo, porque sus esculturas, basadas en líneas y formas, se desplazaban y movían. Picasso, desde el cubismo intentaba hacer eso con múltiples planos, desde la tridimensionalidad”, comenta Hidalgo-Anastacio. Los objetos de Calder generan un tipo de relación con su espectador, establecen una forma de convivencia. En cambio, el trabajo de Sol LeWitt desde el minimalismo va con la materialidad de los objetos en ejercicios como el Cubo abierto incompleto, obra en la cual el cubo mantiene su concepto en ausencia de algunas aristas.

Hidalgo-Anastacio presenta, en su obra, “una especie de engendro” entre la materialidad minimal y el objeto presente, que logra irrumpir en el cubo blanco, en el espacio museístico. Siguiendo los patrones escultóricos de Calder hace una especie de balanza que sostiene distintos platillos de acero con su código nominal: un peso de la antigua Indonesia, cinco pesas francesas, una medida del siglo XVIII de Guinea, entre otras. Todas pueden ser equivalentes con el kilo, medida que, a pesar de que con el tiempo ya no tiene su mismo peso, es la única que aún se usa y de alguna manera se define por un objeto físico real. La ciencia está en proceso de hacerle su equivalencia científica.

“¿Es realmente porque todo puede ser más exacto o porque todo siempre cambia?”, se pregunta Hidalgo-Anastacio. Definirlo todo es un proyecto humano. “La idea de la universalidad es una forma de poder alcanzar un momento en el cual puedes entender el mundo en su totalidad”, puntualiza.

En su obra rescata la individualidad de sistemas de medición que ya no existen, fija contrastes, una forma de afrontarlos y darles una convivencia. “Estas medidas —recalca Hidalgo-Anastacio— están juntas. Expresan sus diferencias y conviven. Es como una ONU en peso, como esas instituciones que aspiran a hermanar al mundo, a pesar de que al final no son tan efectivas”.

Considera que la universalidad es distinta a los esencialismos. “Establecer fronteras es una cosa muy humana, de cómo definirnos para entender al otro. Creo que es legítimo, pero debemos darnos cuenta de que son artificios construidos. Esa funcionalidad de la diferencia nos hace universales”, dice.

Con Oikoumenē (suspended) pone en suspenso la historia detrás de cada medida, aborda identidades e intereses subjetivos sobre la conformación de sus propios Estados-Nación. En esta especie de balanza se afectan físicamente; el aire o las personas que visitan la muestra las van moviendo y pueden modificar el equilibrio, generar otro tipo de lecturas, o relacionar su estado nominal con estadísticas actuales sobre su economía, su población, su realidad estadística.

Para el artista este trabajo y la gran tabla de equivalencia con el kilo, que inicia la obra, podrían tener un agregado perverso, porque su interés no es traducirlas, sino que existan por sí mismas. En esa forma ideal de convivir podrían generarse nuevos planteamientos, pero también la idea de que solo en ella estas identidades conviven de manera ideal con su individualidad y que, todo podría terminar en un paisaje desolador, como plantea una de las obras que se hallan dentro de esta muestra, en el Centro de Arte Contemporáneo. (I)

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