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El colectivo saldrá a las calles el próximo 18 de marzo

El 'feminismo Puta' se manifiesta con carteles

La muestra estará abierta hasta el próximo 17 de marzo, un día antes de que se realice la Marcha de la Putas.
La muestra estará abierta hasta el próximo 17 de marzo, un día antes de que se realice la Marcha de la Putas.
Foto: cortesía de Ana Almeida
08 de marzo de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

La Marcha de las Putas-Ecuador transita, cada semana y sin falta, entre el pensamiento crítico y el activismo combativo. Los miércoles se reúnen en lo que sus integrantes llaman el ‘Liceo Feminista’, un espacio de formación política e intelectual cargado de historia, memoria y teoría.

Los sábados, en cambio, pasan de la indignación a la acción mediante los ‘Putalleres’, donde se discuten temas vinculados al feminismo -como el sindicalismo o el VIH-, y en los cuales se desarrollan actividades lúdicas, como pintar carteles con consignas del feminismo Puta, que luego serán expuestos en las calles de Quito.

Durante los seis años en que la Marcha de las Putas Ecuador se ha manifestado en el espacio público con una fuerte carga de insumisión estética para denunciar la violencia de género, entre otros temas, se han pintado centenares de carteles.

Una selección de estas proclamas se expone en el Parque Urbano Cumandá desde el anterior miércoles, y estarán allí hasta el 17 de marzo. Al día siguiente, la Marcha de las Putas se reunirá a las 16:00 en el Arco de La Circasiana, del parque El Ejido, para luego marchar hasta la plaza Foch y dar inicio al Festival Emputado, que en esta edición contará con la presencia de la escritora y cantante de rap feminista guatemalteca, Rebeca Lane.

“Puta hormonada. Puta emancipada”. “Puta trabajadora de la Kultura”. “No más maltratos”. “Puta Power”. “Putificado sea mi nombre”. “VIHida que importan”. “Ni boda de ensueño. Ni vida de esclava”. Estos son algunos de los lemas que se leen en la muestra.

Eli Vázquez, quien junto con Ana Almeida son las promotoras de la marcha, señala entre risas que el movimiento aúna a las literalmente putas y a las políticamente putas. En el grupo, indica, hay una fuerte presencia del trabajo sexual, sobre todo de la coalición de trabajadoras y trabajadores sexuales de Quito.

“Con ellas se ha emprendido  una lucha a nivel de política pública para que se respete el trabajo sexual callejizado. También hemos estado presentes en la lucha por una ordenanza antiacoso, que nació hace unos años con el hostigamiento en el transporte. Tenemos un personaje que es la ‘Vagina justiciera’, que se sube a los buses para concienciar sobre el acoso”.

La coalición, según Eli, tiene una visión feminista y sindicalista, por lo que busca la protección legal de su trabajo, que no es lo mismo que la legalización. No se pretende alcanzar un modelo de hiperregulación del trabajo sexual, pero sí de protección de sus derechos y garantías. También apuntan a que se respete la pluralidad de ocupación del espacio público, así como el derecho a la ciudad.  

“Muchas veces las políticas de represión, incluso aquellas que las disfrazan en el discurso de ‘queremos salvar a la gente, rescatarla, que no ejerza esta ocupación’, en realidad son políticas de higienización que buscan limpiar las presencias que se consideran feas para la ciudad. Lo que este tipo de políticas opresivas quiere es una postal de Quito, toda patrimonial, colonial, borrando las existencias diversas”, dice Eli.

La marcha viene del feminismo autónomo, al que  han  llamado ‘feminismo puta’. Esa es su postura política, ética y estética.  “Nosotros somos autónomas porque aunque estemos fregadas, viviendo unas estructuras  patriarcales, de opresión, luchamos, negociamos, tensionamos, resistimos. Si tu conciencia política es autónoma -señala Eli-, el accionar colectivo  siempre será crítico”.

Y añade: “Suele ocurrir que le pides un mayor purismo, un mayor combate feminista a quien está en una situación peor; eso no me parece adecuado. A las personas trans se les exige un mayor grado de criticidad del género, casi que hayan deconstruido el binario de género, pero al resto de mujeres y hombres no se les pide esto. A las mujeres que están en el escenario de la política formal se les exige que tengan una trayectoria feminista y ellas están sujetas a un escrutinio del género al que no le sometes a ningún hombre. Es un doble rasero otra vez.

Y a las trabajadoras sexuales, sobre todo a las trans, se les pide una lucha prácticamente antipatriarcal y anticapitalista que no le pides a nadie más en su trabajo común y corriente, como en el periodismo o la academia. Justamente a ese colectivo (las trabajadoras sexuales) –que además tiene una serie de opresiones interseccionales de clase, de género, de todo– justo a ellas les pides un discurso que no viene al caso. Por eso nosotras, la marcha, nos solidarizamos profundamente con el acto de desafiar a una sociedad conservadora patriarcal ejerciendo el trabajo sexual”. (I)

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