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El Telégrafo
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“El Estado no se disputará el área de la creación”

“El Estado no se disputará el área de la creación”
21 de junio de 2013 - 00:00

¿Quién es? Nombre: Francisco Velasco Andrade. Profesión: Comunicador Social. Nacionalidad: Ecuatoriano. Fecha de Nacimiento: 28 de Marzo de 1958. Cargo anterior: Presidente de la Comisión del Régimen Económico y Tributario y su Regulación y Control. Foto: Andrés Darquea | para El Telégrafo

¿Cómo asume la dirección de un sector que ha sido tenso en su manejo, pero que, además, cumple un rol fundamental en el actual proceso político, en tanto se lo ha articulado como un promotor de la transformación de la matriz productiva?
Lo asumo con humildad, con modestia, pero con la tensión que significa un desafío así. También con  mucho optimismo, porque gran parte  de mi vida ha estado relacionada al teatro y a la literatura, mucho más que con la economía. De manera que ahí hay unos sentimientos de  profunda alegría, con una fuerte convicción que es resultado de esta  especie de militancia cultural que he hecho.

¿Y en esa dimensión, cómo se articulará su gestión al cambio de la matriz productiva?  
El cambio de esa matriz demanda pasar de una economía primario exportadora de recursos naturales no renovables, hacia una donde se exporte conocimiento, lo que supone contar con una enorme matriz creadora y creativa. Esa transformación solo será posible con el añadido de una enorme imaginación. Una sociedad que necesita repensar un nuevo país, y una nueva inserción y articulación con el mundo solo será posible a través de una matriz creadora y creativa. Pero no solo desde la perspectiva de lo que la luz de la literatura o del cine le aportan a un país, sino también, desde lo que han hecho algunos de nuestros migrantes otavaleños por ejemplo.  

¿De qué manera lo han hecho?
Esa matriz creadora que poseen los otavaleños les ha permitido sobrevivir  a través de la  exportación de sus colores, de sus diseños. Es decir, el indígena otavaleño, cargando su telar al hombro, va a las ciudades de Europa o de cualquier parte del mundo, y a la vez que está sobreviviendo, está promocionando una parte importante de nuestra cultura, que son los diseños precolombinos, preincásicos, todo el acumulado de la riqueza iconográfica del país. Me parece que ese es el otro desafío de la creatividad, que además de ser una labor puramente subjetiva, de creación espiritual, se liga a la industria cultural, a la posibilidad de hacer de eso un medio de vida y un emprendimiento que le permita al país vincularse a otros procesos económicos.   

Las industrias culturales necesitan de estímulos desde diferentes espacios para desarrollarse, ¿cómo articular y armonizar una política pública cultural con los esfuerzos privados de gestión cultural, para favorecer a esos sectores?    
Todas son iniciativas privadas, como la de ese migrante otavaleño o los pintores de Tigua. El Estado jamás va a disputar ese campo extraordinariamente sagrado de la creación individual. Lo que el Estado pretende hacer a través de la creación de herramientas, como las que tienen que ver con la economía popular y solidaria, es  dotarles de un estímulo que les permita sumarse a un esfuerzo nacional por cambiar un espacio de la matriz productiva.     

Entonces, ¿esos estímulos apuntan a generar nuevas condiciones para que la cultura se articule a una estrategia nacional de desarrollo?                   
Por ejemplo, ¿por qué Cuenca es ahora la depositaria de una corriente migratoria impresionante? Me parece que son alrededor de 6.000 norteamericanos quienes están ahí. Porque en esa ciudad hay una serie de añadidos, de agregadores de valor, y uno de esos es su belleza. Pero también está lo que producen y la forma  como viven, desde el Pase del Niño hasta el bordado de su industria textil, desde los dulces de Corpus Christi hasta la joyería que elaboran. Siempre la sociedad le está enseñando al Estado, al Gobierno, la dirección por donde debe ir. Y lo que debe hacer el Estado es tener el suficiente olfato y sensibilidad para decir: “Este es el camino por el que está yendo la gente y  eso hay que apoyar”. Considero que las industrias culturales están ligadas a los procesos de afirmación territorial, pero a la vez de desconcentración y descentralización del Estado.

Una demanda del sector cultural y artística ha sido la Ley de las Culturas. ¿Hace falta tenerla?  
Por esta mala impronta que me dejó la comisión económica de la Asamblea Nacional en la que trabajé, siempre pongo cifras. Hay alrededor de 100 millones de dólares para la cultura en este país. Si sumamos entre lo que tiene el Ministerio, que ahora también apalancó al de Patrimonio, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), más los presupuestos de las Casas de la Cultura Ecuatoriana, llegamos a los 100 millones. Lo que pasa es que ese dinero está disperso, y la dispersión, en un país como el nuestro, se semeja al despilfarro. Entonces, aparece un viaje por aquí, los gestores culturales dicen que necesitan boletos  para ir a Polonia, y no digo que esté mal, lo que critico es que un esfuerzo que va en esa dirección  debe articularse en una política consolidada.

Entonces, ¿va a reformar el sistema actual de auspicios?
En el último informe del Comité de Auspicios se evidenció que cada semana hay una demanda de 150.000 dólares, pero son para estos proyectos -viajes-, que son legítimos, pero  que se desarrollan alrededor de una política dispersa y, por lo tanto, aislada.    

¿El dinero total que existe para el sector cultural incluye también a los municipios?
Ese es otro tema. En este país se venden 14 millones de entradas al cine comercial por año. Si uno multiplica esa cantidad por 5 dólares, suponiendo que ese sea su costo, obtienen 60 millones. El 10% del impuesto a espectáculos públicos va a los municipios, y claro, uno se cuestiona que con ese dinero (6 millones de recaudaciones), los municipios pudieron haber impulsado un movimiento cinematográfico extraordinario en sus territorios, y no estoy diciendo que hagan algo en que le sustituya al Estado.

¿Cuál debería ser la responsabilidad de los municipios sobre el campo cultural, pero que se  articule con la política nacional del sector?     
 Por ejemplo, el Consejo Nacional de Cinematografía del Ecuador manejaba 700 mil dólares, ahora su presupuesto es de 1’200.000 dólares, y con eso ha tenido un empuje en la calidad y cantidad del cine ecuatoriano. Hemos obtenido 35 premios internacionales. Es decir, el  cine de autor como el de Tania Hermida, María Fernanda Restrepo, Iván Mora Manzano o el  de Pocho Álvarez,  ha sido estimulado por el Estado con estos pequeños fondos. Yo tengo mucho respeto hacia los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD), a su autonomía e independencia, pero hay una ley, el Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (COOTAD), que especifica claramente a los municipios sus obligaciones respecto a  los derechos culturales.  

¿Cómo ve la aprobación de la Ley de Comunicación para la cultura?
Extraordinariamente. El producto audiovisual extranjero siempre sabe como a comida fría. De esa comida fría, de lata, ha estado llena la despensa de la televisión y el cine nacional. Por ejemplo, cómo compite la película de Tania Hermida frente a un  estreno hollywoodense. Entre el estreno de “En el nombre de la hija” y de “Iron Man” hay desventaja competitiva, una competencia sin sentido. Por lo tanto, por qué no hemos de declarar como industria estratégica el cine nacional. Por eso esta ley es sana, porque te obliga a que pongas porcentajes de pantalla. Yo escuché las declaraciones de Camilo Luzuriaga diciendo que “Estamos preparados para esto”.

¿Cuál será la visión de la política cultural que el Ministerio va a emprender para superar esa visión burguesa y neocolonial que hemos heredado del Estado?
No es así, no es que tenemos una visión burguesa y neocolonial del Estado. O sea, por qué los fuertes de los militares tienen nombres de indígenas, como el Cuartel Eplicachima. Aquí hay un profundo contenido nacional, telúrico andino poderoso. No es cierto que tengamos esa herencia y que la tarea sea la decolonización, no es así. Tenemos grandes hitos sembrados, como haber sacado la Base de Manta del territorio. Tenemos un pueblo extraordinariamente consciente de su soberanía. Yo no acepto ese presupuesto  como hipótesis. Hay una maquinaria del cine hollywoodense que puede encandilar. Hay un gran cine nacional. “Las Zuquillo” es un producto extraordinario, el Michelena también, solo debemos encontrar una manera de producirlos industrialmente sin perder la estética.

En ese sentido, la anterior administración se planteaba cuatro ejes programáticos de trabajo, que consistían en la descolonización, los derechos culturales, la formación de una nueva identidad contemporánea y las industrias culturales, ¿cómo se los va plantear ahora?
Avanzaremos en lo avanzado y haremos las correcciones que tengamos que hacer. Pero como principios teóricos estamos de acuerdo; ahí no hay mayor discusión.

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