Las celebraciones en conmemoración al patrono de Yaguachi (Guayas), San Jacinto, empezaron hace varios días llenando las calles de los tradicionales dulces: manjar de leche, membrillo, melcocha, roscones y un sinnúmero de golosinas que cautivan a los turistas que de diferentes puntos del país se trasladan hasta esta población.

Son cerca de las 19:00 del pasado domingo y, afuera de la Catedral, una banda de músicos entona sus mejores canciones al punto que algunos de los espectadores se ponen de pie y empiezan a bailar sin importarles el qué dirán.

La música se opaca por segundos cuando  uno de los yaguacheños empieza a lanzar cohetes al cielo, cuyas luces hacen juego con la Luna que está en todo su esplendor. Muchos de los visitantes se concentran en el parque, que está en frente de la Iglesia y que lo une con ella una calle adoquinada.

Allí hay una pileta por la que niños corren y hasta se toman fotos. Allí también hay carpas donde se ofrecen masajes para los dolores musculares, otras en donde venden artefactos eléctricos, y una más donde se ofertan medicinas naturales y productos traídos desde la Amazonía, o por lo menos eso dicen.

En las calles aledañas están las tradicionales barracas llenas de los coloridos dulces; también un asadero que se promociona como colombiano; están los juegos mecánicos, la típica bebida obtenida de la caña de azúcar fermentada conocida como guarapo.

De lado y lado hay una diversidad de productos: para la cocina, ropa, zapatos, adornos para la casa, también mascotas como conejos, pericos, codornices.

Los accesos principales desde la carretera fueron cerrados con cintas amarillas, solo una calle está habilitada para el ingreso. En sí, la ciudad se ve desordenada, pero es a ese desorden al que acuden cada año los creyentes de San Jacinto, que van hacia su altar a pedirle por la salud de sus seres queridos y otros favores. (I)