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El Telégrafo
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Enamoradas de hombres tóxicos

Enamoradas de hombres tóxicos
11 de enero de 2015 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

En algún momento de sus vidas, muchas mujeres corren el riesgo de encontrarse con hombres complicados, insoportables, intensos, irritantes, infieles, posesivos, manipuladores... Hay muchas palabras para describirlos, pero, al parecer, solo una da en el blanco: tóxicos, un término acuñado por la psicóloga estadounidense Lilian Glass en su libro Hombres tóxicos, un best-seller en el cual llega a la conclusión de que hay hombres que hacen la vida imposible a las mujeres. Las afligen con su actitud siempre negativa, no las dejan crecer y se esmeran por poner barreras a sus esfuerzos. La psicóloga utilizó este término para designar toda clase de comportamientos nocivos capaces de alterar la vida de una persona.

En definitiva, estos hombres, descritos por Lilian Glass, son capaces de absorber hasta la última gota de paciencia, tolerancia y cordura de cualquier mujer.

En su obra, establece 11 arquetipos que van desde el mentiroso seductor, manipulador e infiel y el sabelotodo arrogante y presuntuoso, al narcisista egocéntrico cuyo lema es: “yo, mi, a mí, conmigo y para mí”, pasando por el de víctima autodestructiva que lo ve todo sombrío, el volcán pasivo-agresivo engañosamente tranquilo, pero a punto de entrar en una erupción mortal, entre otros perfiles. No solo los describe con pelos y señales, sino que, además, alerta que hay combinaciones mortales, por ejemplo, la de un hombre pasivo-agresivo con una mujer controladora o bien 2 personas controladoras.

Estos hombres —como señala la investigadora— son expertos en convertir la vida de su pareja en un camino de espinas. Elizabeth S., a quien sus amigos conocen como ‘Liz’, cuenta que hace algunos años quedó atrapada en una relación que considera insana. “Siempre pensé que una relación era una oportunidad de crecimiento personal y de pareja, pero cuando conocí a esa persona y me involucré con él, me di cuenta que era opacada e incluso desestimada”. Recuerda que en varias ocasiones sacrificó su felicidad. “Muchas veces estuve a punto de dar por terminada la relación, pero tenía miedo de quedarme sola. Pensé que con el tiempo, él cambiaría su comportamiento, pero no fue así; me equivoqué”.

En 1995, Lilian Glass también escribió el libro Relaciones Tóxicas: 10 maneras de tratar con las personas que te complican la vida. Esta obra fue la primera de su clase que hizo saber a las lectoras que no tenían por qué sufrir en silencio si se sentían atrapadas en una relación que solo les provocaba malestar. Después de leer este libro, muchas mujeres, alrededor del mundo, compartieron sus historias en su blog. La mayoría de ellas manifestó que se vio envuelta en relaciones que consideraban tóxicas y, aunque Glass acuñó este término, no es la única que abordó esta problemática.

La escritora española y doctora en letras Lucía Etxebarría da cuenta de relaciones poco sanas, donde anima a los lectores, hombres y mujeres, a tomar, de una vez por todas, las riendas de su vida.

“A menudo te sentirás solo, a veces asustado, pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de volver a ser tú mismo. Porque amar no es depender, ni sufrir, ni inmolarse”, argumenta. En su blog oficial, Lucía enumera las cosas que no volvería a tolerar en una relación afectiva.

“Que me miren el teléfono celular o la computadora. Quizás es mucho pedir y quizás todo el mundo lo haga, pero al menos que no admitan haberlo hecho y que no den por hecho que pueden hacerlo, nunca más”.

“Los celos. Si una persona está conmigo que acepte que siempre habrá hombres y mujeres que intentarán seducirme. Si no quería que eso sucediera que escoja alguien menos conocida o menos atractiva”.

“Que me dejen con la palabra en la boca. Sea abandonando el local, sea colgando el teléfono, sea dándose la vuelta en mitad de una discusión. Y conste que yo tengo discusiones. Mantengo intercambios argumentados de opiniones. No tengo broncas. Ni grito ni insulto ni interrumpo”.

La ecuatoriana Deysi Guzmán, psicóloga y sexóloga clínica, advierte que no todas las mujeres se sienten atraídas por un hombre que les impide crecer. “Los hombres tóxicos y dañinos buscan cierto tipo de mujeres para desarrollar su toxicidad. Por lo general son mujeres con baja autoestima, pero también hay algunas que tienen personalidades protectoras y maternales”.

La especialista recalca, además, que hay muchas maneras de volverse tóxico en una relación. “No depende solo de una persona, se trata de una pareja que en el transcurso del tiempo también contribuye a hacer tóxica la relación. También hay personalidades que van de relación en relación, siempre perfeccionando esa forma de ser tóxico”.

Muchos de ellos tienen ciertas habilidades sociales para encantar a las mujeres. Tienen la típica actitud encantadora; muchos se presentan como el príncipe azul y llegan llenos de promesas.

Deysi Guzmán hace hincapié en que en este tipo de relaciones tóxicas, ambos pueden llegar a sufrir, porque con el tiempo se ven sometidos a un gran desgaste emocional. En algunas situaciones, uno de los 2 se convence de que el sufrimiento es válido porque es una forma de salvar la unión. Paulina M. cree que este fue su caso. Durante 3 años, mantuvo una relación con un joven que era encantador, pero, sobre todo, bromista al extremo. Con el tiempo, se tornó más callado y, sobre todo, distante. “Entre nosotros había muchos silencios y cuando conversábamos siempre me contradecía; le encantaba tener siempre la razón. Decidí separarme de él, porque se acostumbró a pedirme dinero, incluso, le ayudé a comprar su auto. Nunca me devolvió el dinero que, según él, era solo un préstamo”.

De gatos y hombres

Otro libro que trata esta temática lleva un título sugerente: Gatos, hombres y otras especies domesticables, de la escritora colombiana María José Martínez; en él compara a los hombres con 11 categorías de felinos con los que hay que tener cierta precaución. Con una gran dosis de sarcasmo, esta bogotana pone a sus fieles gatos, Fiorella y Mugre, a relatar las aventuras que viven los seres humanos cuando se enamoran. “Mi libro puede ser caricaturesco, pero en el fondo busco hablar de la reivindicación de la mujer”. El gato vividor –dice ella– es una especie que abunda cada vez más, infortunadamente. Son los que se aprovechan económicamente de las mujeres, especialmente de las mayores. No quieren trabajar y se la pasan consintiendo y acompañando a su pareja a todos lados, pues ella es la que tiene dinero y vida.

“Es el tipo que te deslumbra al principio invitándote a todo. Te hace creer que es próspero y de repente tiene un problema de liquidez y, cuando menos lo piensas, está viviendo de ti”, asegura la autora.

Para los especialistas en psicología lo peor que le puede ocurrir a una mujer es creer que ella es la solución a los problemas de su pareja. Aunque tengan la sensación de que son las salvadoras de esa persona, que pueden calmar sus malestares y conseguir que vea la realidad desde otro punto de vista, esto es totalmente irreal.

“Algunas mujeres están convencidas de que han llegado a su vida para hacerlo cambiar, que con nosotros todo será diferente”, puntualiza Guzmán, para quien esta supuesta lucha solo generará frustración y mucho sufrimiento. La razón de este sentimiento es sencilla: las personas en general basan su relación en expectativas poco reales. Si bien es verdad que se pueden cambiar rasgos de personalidad en la otra persona, esto solo sucederá cuando esta ella dispuesta a cambiarlos y no antes.

Según la psicóloga Ciara Molina, el deseo de mejorar la vida del otro no tiene que significar que el otro la quiera mejorar, es ahí donde se produce la frustración.

“No podemos cambiar el entorno, pero sí la actitud con la que nos enfrentemos a él”.

Cualquier relación puede tornarse tóxica y el gran enemigo es quien permite que así sea. Según Molina, si las personas —hombres y mujeres— no son capaces de mirar los desequilibrios en la relación por comodidad, lo más probable es que llegará un momento en que querrán huir y lo que los atrajo es lo que los separará.

En su libro Tu Corazón no está bien de la cabeza, Lucía Etxebarría advierte que en estas relaciones no es conveniente hablar de la palabra víctima. Sugiere usar el término agredido o agredida, o incluso receptor. “Etiquetar a alguien como ‘víctima’ le niega la posibilidad de salir. Además, también hay que dejar claro que hay casos de interacciones tóxicas, en los que ambos miembros de la pareja son intensamente inseguros y dependientes”, puntualiza.

La escritora española considera, además, que la pareja actúa como un espejo que se coloca frente a otro: reflejan sus inseguridades hasta el infinito. En esos casos no hay agresor y agredido, sino que lo que es tóxico es la relación en sí misma.

En una entrevista al diario español ABC, esta especialista indica que las personas tóxicas tienen el mérito de haber construido un tipo de belleza que resulta difícil de resistir. “También se clonan. Se adaptan a tus gustos. No dicen nunca lo que sienten. No reconocen sus errores. Y no pactan, no negocian. Se creen sus propias mentiras. Y esto es sorprendente, porque gente muy inteligente se acaba creyendo sus propias mentiras”.

En este tipo de relaciones el hombre tiende al estereotipo narcisista y la mujer, a hacerse la víctima. Tampoco esto es una regla, puede ser al revés.

Estos hombres, aunque lo ignoren, ponen en práctica lo que hoy se denomina como ‘coach de seducción’ (aquel que da consejos a otros hombres para aprender a conquistar). De acuerdo con esta escuela, un hombre debe darse a conocer y vender su imagen. En un mundo dominado por la tecnología, hay muchos hombres que publican su en su perfil de Facebook fotografías suyas rodeado de mujeres guapas para que así la mujer que ingrese a su perfil pueda ‘admirarlo’.

Hoy en día hay más de una decena de libros, blogsy cursos que abordan el tema. En Estados Unidos el fenómeno de la toxicidad ha llegado a tal punto que los especialistas recomiendan acudir a un terapeuta especializado para salir de una relación dañina en lugar de confiar en los consejos que se ofrecen en supuestas páginas web especializadas en temas de pareja.

Carencias afectivas, el entorno más propicio

Lo peor que puede ocurrir es demostrar carencia afectiva. Si el otro llega a percibirla se aprovechará de esta. Lo más probable es que ahonde en ella para debilitarla aún más y dominarla. En otras palabras, el receptor —como lo llama Lucía— suele presentar una grieta que el otro detecta. Mientras más tiempo transcurre, más difícil es salir de una relación de este tipo. “Empiezas porque el otro ve tu grieta, y de ahí entras en lo que yo denomino ‘la niebla’, que es una etapa de confusión mental enorme”, recalca Etxebarría.

En el mundo de las relaciones interpersonales están aquellas que nos enriquecen y las que, de una forma u otra, nos empobrecen. Son estas de las cuales se debe huir, porque pueden comprometer la autoestima y la seguridad. Lo más probable es que incluso afecten las relaciones sociales.

Vínculos:

La psicóloga Lilian Glass asegura que aquel hombre que es muy tóxico para ti no lo es para otra persona. La especialista Lundy Bancroft, afirma que una persona tóxica nunca dejará de serlo.

Las relaciones tóxicas son aquellos vínculos que sostemos sin disfrutar. Aunque se las asocia con las relaciones de pareja, también pueden darse entre amigos y familiares.

En una relación donde el uno se sienta superior al el otro o más inteligente que el otro, ya existe una relación que puede calificarse de tóxica, porque, sin duda, afectará el autoestima.

Los especialistas advierten que no es recomendable demostrarle al otro cuánto uno vale. En una relación tóxica, ninguno de los 2 reflexionará sobre este aspecto.

ESPECIALISTA:

Paula Vernimmen Aguirre
Médica, especialista en psiquiatría

‘El círculo vicioso es difícil de romper en una relación afectiva’

“En el mundo hay hombres y mujeres que pueden llegar a ser tóxicos, es un tema que ha sido objeto de muchas investigaciones”. Hay muchos casos de mujeres que se someten y que se acogen a ciertas reglas que no siempre contribuyen a su crecimiento personal. Aunque otras personas le sugieran romper con esa relación, ellas suelen mantenerlas porque se tornan dependientes. También hay casos de mujeres con la autoestima baja que prefieren continuar con la relación. En esos casos, hay que investigar qué conductas aprendió cuando era niña, cómo fue su infancia, entre otros factores. Hay que tomar en cuenta que la autoestima es algo que se construye desde la infancia y que se fortalece. En ocasiones resulta complicado salir de una relación tóxica, porque muchas mujeres sienten que no pueden terminar con la relación. Con frecuencia, ellas suelen dar segundas y terceras oportunidades, en un círculo vicioso que no parece terminar”.

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