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El Telégrafo
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Puntada tras puntada se da forma al emblema patrio (Galería)

Darwin Álvarez  se dedica al bordado desde hace varios años. Trabaja en Bordados Gutiérrez.
Darwin Álvarez se dedica al bordado desde hace varios años. Trabaja en Bordados Gutiérrez.
10 de agosto de 2014 - 00:00 - Redacción de7en7

Escogieron el satín para confeccionar la primera bandera. No era una tela barata, pero Laura Cadena y Gonzalo Gutiérrez no escatimaron en gastos. Su negocio crecía y los pedidos aumentaban. La confección estaba a cargo de 40 costureras, todas entrenadas por Cadena, la copropietaria de Banderines Gutiérrez, una de las empresas pioneras en la elaboración de banderas y banderines en Quito.

A sus 84 años, Laura recuerda que ella y su esposo iniciaron el negocio en los años cincuenta, en un local situado en la calle Sucre, entre Guayaquil y Venezuela. “Hacíamos banderas de todos los tamaños, todo dependía del gusto del cliente”. Los pedidos provenían, sobre todo, del Ejército, la Marina y la Policía. Durante varios años, adquirían las telas en el Almacén Olga, ubicado en el Centro Histórico, pero Laura descubrió que el dueño de este local las compraba en una fábrica, situada en el sector de El Inca, a un menor precio. Así que decidió adquirir las telas por piezas sin intermediarios para reducir los gastos. Su hijo, Xavier Gutiérrez, comenta que su madre siempre fue una mujer emprendedora que dedicó muchos años de su vida a consolidar el negocio familiar.

Uno de los primeros estandartes fabricados por Banderines Gutiérrez fue colocado sobre el féretro del Mariscal Antonio José de Sucre, que se encuentra en una de las naves de La Catedral de Quito. En ocasiones, el trabajo era tan intenso que no podían hacer pausas ni para almorzar. “Entrábamos bien tempranito y salíamos a la madrugada; había épocas en que teníamos mucho trabajo”, comenta Cadena. Cuando su esposo falleció, la empresa se dividió y cambió de nombre.

Hoy la conocen como Bordados Gutiérrez, localizada en la autopista al Valle de Los Chillos. Darwin Álvarez es el responsable del bordado; se especializó en esta técnica hace 18 años. Su labor empieza con la identificación del dibujo o de una fotografía que luego se amplía y se traslada a un cartón. El siguiente paso consiste en cortar el molde en diferentes piezas que luego irán templadas en un bastidor, similar a los tambores para bordar. Este bastidor se acopla a un caballete para facilitar el trabajo del bordado. “Este es un trabajo que se hace 95% a mano”. Por su complejidad, Darwin Álvarez tarda 4 días en bordar un escudo, siempre y cuando se dedique a esta labor de 10 a 12 horas diarias. Es un trabajo que pone a prueba la paciencia y la habilidad.

Todos los insumos —hilos de seda y cordones— provienen de la industria nacional. También el terciopelo de chifón, ideal para las banderas, se adquiere en los almacenes de telas del país. Cuando se aproximan fechas cívicas, la demanda crece. En la víspera del 10 de Agosto, tuvieron varios pedidos, sobre todo, de instituciones públicas. En esos días, el ajetreo en los talleres de costura aumenta y las jornadas de trabajo se extienden, en algunos casos, hasta la noche. Las banderas no son productos de primera necesidad y solo hay ciertas épocas en que la demanda aumenta y el negocio se reactiva.

El bordado, una tarea para manos hábiles

Magdalena Narváez, propietaria de la Casa de las Banderas, en Guayaquil, explica que el bordado es lo más difícil en el proceso de confección, porque es un trabajo manual, en el que se requiere precisión en las puntadas. Hace 15 años, se inició en esta actividad, con la elaboración de banderas, banderines, estandartes y banderolas para diferentes instituciones, entidades bancarias, escuelas y colegios.

“Durante todo el año, confeccionamos las banderas. En septiembre, los pedidos provienen de los colegios por los abanderados”. Aunque dominan el arte del bordado, en ocasiones, también utilizan pinturas textiles para diseño de los escudos. Los insumos para la elaboración de las banderas, banderines y estandartes son costosos y algunos provienen de Cuenca. “Los materiales los compramos en el centro de Guayaquil. Nuestro trabajo es de calidad, por eso tenemos clientes que no nos cambian por nada”.

Olger Torres, propietario de Confecciones Don Lucho, en Guayaquil, explica que no hay secretos en la confección. En vísperas del 10 de Agosto, tienen en stock varias banderas para las instituciones públicas que suelen buscarlos a última hora para comprar una. Aunque reconoce que bordar el escudo es un trabajo laborioso, se siente orgulloso al asegurar que sus costureras consiguen cumplir con esta tarea en solo 3 días. Advierte, además, que la computadora ha facilitado el trabajo de quienes se dedican a la confección. “El bordado y la parte de la costura es manual, pero el diseño del dibujo es en la computadora. Una bandera bordada puede llegar a costar hasta $ 300, todo depende del tamaño.

El terciopelo, la tela más demandada

Entre los materiales para la confección de la bandera, nunca falta el terciopelo, el espejo ni el lino. Olger Torres explica que sus clientes prefieren banderas de terciopelo para exhibirlas en espacios interiores y para exteriores, el lino. Son telas que este guayaquileño encuentra con mucha facilidad en el centro de la urbe. Hay ocasiones, en que el terciopelo es el más demandado, sobre todo, cuando se aproxima una fecha cívica. “La competencia es fuerte, pero en el caso de Confecciones Don Lucho, marcamos la diferencia con un buen terminado, hilo de seda, flecos impecables y bordados únicos”.

El terciopelo, en realidad, no es una tela, sino un tejido. De hecho, está compuesto por muchas fibras distintas. Sin duda, es un material delicado que requiere cuidados. Xavier Gutiérrez dice que no conviene exponerla al calor o al contacto con el agua. Precisamente, para evitar que se dañe, recomiendan a los clientes conservar las banderas de terciopelo en una funda plástica.

Al referirse a los bordados, Olger Torres explica que es el arte de decorar una pieza de tela con diseños en hilo, hecho con una aguja. “También podemos incorporar otros materiales, de acuerdo al pedido del cliente”. Entre ellos están, por ejemplo, las lentejuelas, piedras brillantes, entre otros adornos.

Este guayaquileño comenta que para diferenciarse de otros negocios es necesario escoger mejores telas y dar a las banderas un mejor acabado. Con esta lógica, ha conseguido fidelizar a sus clientes que exigen mejores bordados. En la actualidad, existen dos tipos: los que se realizan a mano y a máquina.

Según la página digital Bordados, el bordado libre se trabaja sin tener en cuenta el tejido de la tela. Los bordados chino tradicional y crewel son 2 ejemplos de este tipo. Incluye una puntada en cruz, dependen el hilo, la estructura y el diseño.

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