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El Telégrafo
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Nuestros recuerdos no son copias al carbón

Nuestros recuerdos no son copias al carbón
04 de octubre de 2015 - 00:00

Durante el transcurso de nuestra vida, los recuerdos se acumulan, no importa cuántos sean, ni cuánta información contengan: todos están almacenados en la memoria. Quizás algunos sufren ciertas modificaciones a medida que envejecemos, pero perduran. De alguna manera, nuestro cerebro opera como un complejo sistema de procesamiento (similar al de una computadora) que funciona mediante procesos de codificación, almacenamiento, construcción, reconstrucción y recuperación de la información. En estos procesos, las personas suelen añadir otros detalles a los sucesos vividos.

Eso significa que la tarea de recordar siempre traerá consigo algo de inexactitud. Por eso, dicen que la memoria funciona como el clásico juego del teléfono descompuesto, en el cual la gente susurra un mensaje al oído de la siguiente persona. Cuando la última persona revela el mensaje, este ha cambiado de forma radical. Lo que ocurrió es que el mensaje se alteró con cada repetición. En la memoria sucede algo parecido, porque cada vez que se busca un recuerdo, el cerebro lo distorsiona un poco. De hecho, cada vez que intentamos recordar recuperamos pequeños fragmentos, más o menos detallados, a partir de lo que reconstruimos del suceso inicial. Lo interesante es que rellenamos los huecos que faltan para que los recuerdos resulten coherentes.

Una investigación desarrollada por la Universidad de Northwestern, en EE. UU. descubrió que al recordar un evento por segunda vez no se piensa en el hecho original sino en lo que se recordó la vez anterior. Esto demuestra que las memorias cambian con el tiempo y a veces se distorsionan. Al pensar en un evento que ocurrió hace mucho tiempo se puede estar recordando información obtenida tiempo después y no en el suceso original”, afirma Ken Paller, psicólogo a cargo del estudio publicado en el Journal of Neuroscience.

Los expertos aclaran que la memoria siempre se adapta y eso explica las distorsiones. Las memorias no son estáticas. Si alguien recuerda algo en el contexto de un nuevo lugar y tiempo, o incluso si tiene un estado de ánimo diferente, las memorias pueden integrar la nueva información. Los científicos advierten que estos hallazgos pueden influir en situaciones como los juicios. Lo más probable es que un testigo recuerde algo muy bien la primera vez, porque su memoria no está distorsionada, pero a partir de entonces el recuerdo puede tornarse más confuso. Para la justicia, de hecho, los recuerdos de los testigos deben ser conservados de manera cuidadosa y metódica, de lo contrario pueden contaminarse.

Según la revista Conducta Humana, los publicistas, suelen recurrir a la recreación de recuerdos de generaciones completas —recrean la época de la infancia, por ejemplo, de una generación— para inducirlos a comprar objetos que pueden llegan a recordar como propios, al sentir nostalgia. Este es uno de los factores principales de lo que se denomina como marketing de la nostalgia, una herramienta utilizada por numerosas compañías que buscan recuperar viejos modelos de sus productos y diseños con el fin de llegar a segmentos de consumidores no tan jóvenes.

¿Dónde se afianzan los recuerdos?

El neurólogo Fernando Bossano advierte que en el hipocampo y en el diencéfalo se forman y consolidan los recuerdos que son parte de la memoria consciente o declarativa, es decir, la que tiene relación con el lenguaje.

Esta información, precisa Bossano, se almacena en otros sitios como la corteza temporal, parietal y occipital; pero, entonces ¿por qué somos capaces de recordar episodios que vivimos hace muchos años? Bossano dice que la memoria a largo plazo está integrada en redes de almacenamiento en las que, además, se establecen conexiones que facilitan su permanencia y su evocación. “Es posible que olvidemos más del 90% de toda la información que ingresa por nuestros sentidos. Estos estímulos permanecen en el hipocampo por corto tiempo hasta que, por procesos afectivos, necesidad o por las capacidades que hemos desarrollado son utilizados o seleccionados para ingresar en nuestras redes de almacenamiento”.

Es evidente que el cerebro no funciona como una grabación de DVD, lo que revela que siempre habrá detalles de un hecho que no recordemos. En ese sentido, dicen los especialistas, el hipocampo es esencial, porque también permite consolidar nuestra memoria, lo que significa que lo que vivimos en este instante, lo recordaremos en los próximos años.

Óscar Vaca, médico neurólogo, explica que en el hipocampo se consolidan los nuevos recuerdos, el nuevo aprendizaje. “Si mañana tengo una amnesia global transitoria, no recordaré absolutamente nada mientras dure la amnesia”.

Por lo general —dice Vaca— los trombos (coágulos de sangre que se forman en el interior de un vaso sanguíneo) que pueden presentarse en el cerebro inhabilitan la circulación en el hipocampo y afectar la memoria.

Así como un trombo puede borrar los recuerdos y los aprendizajes más recientes, un golpe severo, provocado durante un accidente, puede afectar la memoria del pasado remoto, es decir, la de varios años atrás.

“Los recuerdos son importantes desde la infancia, porque son parte fundamental desde el punto de vista emocional. Al mismo tiempo inciden en nuestra personalidad y también en la manera que actuamos”.

Alberto Núñez, neuropsicólogo chileno radicado en Ecuador, afirma que el cerebro es todavía uno de los más grandes misterios de la ciencia, pese a todos los avances que se han realizado en este tema. “El conocer más acerca de cómo se forman los recuerdos en nuestra mente también es uno de los temas más estudiados. Cuando uno fija en la mente ciertos acontecimientos es porque, de alguna manera, relaciona un hecho con alguna fecha, por ejemplo. De ahí que algunas personas recuerdan lo que hicieron el Día de San Valentín hace 2 o más años, porque es una fecha que consideran importante y todo lo que vivieron entonces está asociado con esa fecha.

Núñez indica que con el transcurso del tiempo, las personas tienen más dificultades para decodificar los recuerdos que se almacenan en su cerebro. Compara a la memoria con un archivo que tiene el cerebro para recordar todo lo que hemos realizado y lo que hemos aprendido.

De hecho, a partir de los 35 años, la capacidad de nuestra mente comienza a resentirse.

Al hablar de las asociaciones, hay especialistas que aseguran que para memorizar algo, es interesante exagerarlo y asociarlo con colores, sentimientos, porque eso facilita a nuestra mente recordar determinados hechos. Incluso se ha comprobado que la gente recuerda lo esencial y los detalles centrales de experiencias altamente estresantes, como un asalto, por ejemplo.

En ese caso, alguien puede recordar el rostro de la persona que le robó, pero, seguramente, no podrá recordar cómo estaba vestido o si había otras personas alrededor.

¿Cómo actúan las neuronas?

Las neuronas que están en el cerebro, al parecer, reaccionan de manera diferente cuando se crea un nuevo recuerdo. Estas neuronas se encuentran en el hipocampo, como lo revela un estudio realizado por científicos de la Universidad británica de Leicester, en el cual se dice que para crear nuevos recuerdos, las neuronas se encuentran en un proceso de formación constante en el hipocampo. Este hecho ha llevado a los científicos a preguntarse si la integración de nuevas neuronas también puede desestabilizar los viejos recuerdos, pero aún no hay datos concluyentes.

Por otro lado, en el cerebro humano existe también un proceso que los científicos conocen como ‘limpieza de memoria’, que desecha lo que no resulta importante y graba lo que sí lo es. (ARB)

Cerebro

La memoria de corto plazo guarda la información generada durante un día.

La memoria verbal, dicen los expertos, es la responsable del recuerdo de nombres, historias e información relacionada con el lenguaje o las palabras.

La memoria espacial es la responsable de registrar la información sobre el entorno y la orientación espacial.

La memoria visual está vinculada a objetos, lugares, animales y personas en una imagen que recrea el cerebro.

¿Lo sabía?

El cerebro promedio de un humano adulto pesa entre 1.300 y 1.400 gramos. Además, tiene una superficie de 2 metros cuadrados.

El cerebro no descansa. Incluso cuando estamos dormidos el cerebro trabaja de una manera tan ordenada como una orquesta sinfónica.

El cerebro es muy blando. Tiene una consistencia similar a la gelatina. Aunque es conocida como materia gris, la corteza es de un color beige rosado y de color ligeramente blanquecino en el interior.

Durante mucho tiempo se pensó que las neuronas no se regeneraban, pero investigaciones recientes han demostrado lo contrario. En 1998, el científico sueco Peter Ericsson descubrió que en el cerebro adulto, las neuronas son capaces de regenerarse.

ESPECIALISTA

“El cerebro humano solo almacena lo que es relevante”

No todas las vivencias son almacenadas. El cerebro es capaz de filtrar la información y solo guarda lo que considera relevante, por lo tanto, es capaz de otorgar a la información un cierto grado de importancia.

Si es una información poco relevante para la persona probablemente quedará un tiempo muy corto en los sistemas de memoria, pero como no se cumple el proceso de consolidación de la información se pierde y por lo tanto se olvida.

Aquella información que es importante para la persona y, por lo tanto, para el cerebro, se guarda y que puede ser recuperada cuando el cerebro la necesite. En este proceso también interviene la atención que otorgamos a una tarea, si hacemos 10 tareas al mismo tiempo nuestra atención estará dispersa, no podrá centrarse en la información que es relevante para la persona, por lo tanto no se almacenará. En los procesos de memoria, sin duda, interviene también el estado afectivo de la persona.

Si alguien está triste o ansioso su capacidad de concentración estará disminuida de manera significativa.

Jorge Moncayo Gaete, médico neurólogo ecuatoriano

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