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El Telégrafo
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Hablar de sexo con los hijos, todavía asusta

Ilustración: Patricio Mosquera
Ilustración: Patricio Mosquera
20 de septiembre de 2015 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

Lo intentan, pero les cuesta. Por vergüenza, temor o incomodidad, hay padres que, por más que se esfuercen, no consiguen hablar de sexo con sus hijos.

Cuando parecen dispuestos a hacerlo, se limitan a decirles que tomen precauciones y que no vayan a echar a perder su vida al mantener relaciones sexuales sin protección. “Cuando mi madre intentaba hablarme de sexo, ponía una cara rarísima, como brava. No era una actitud normal. Parecía que estaba sufriendo; era tan tenaz que ni siquiera llamaba a la vagina por su nombre, sino como “aquella parte femenina o lo que todas las mujeres tenemos”, dice Cristina P., estudiante universitaria.

Cuenta que la primera vez que escuchó hablar de sexo fue en el colegio. Sus amigas fueron quienes le introdujeron en el tema. “Todo lo llevábamos al chiste y nos poníamos coloradas de la vergüenza, pero siempre queríamos saber más”.

Aunque los padres son los llamados a convertirse en la principal fuente de información, muchos de ellos han preferido dejar el tema en manos de profesores y psicólogos.

En realidad, los jóvenes prefieren acudir a Internet y a los amigos para resolver sus dudas.

Esta es una de las conclusiones de un estudio sobre sexualidad en la adolescencia, realizado en Estados Unidos, en el que se revela que casi el 89% de los jóvenes estadounidenses identifican a Internet como la primera fuente de información sobre sexualidad. En Internet —como es previsible— los jóvenes hallarán información confiable y difundida en sitios de instituciones vinculadas con educación sexual, pero, al mismo tiempo, hallarán páginas pornográficas, muchas de ellas cargadas de estereotipos sobre el comportamiento que deben tener las parejas y, en el caso de los hombres, una exaltación de su virilidad con una connotación machista.

Hace algunas décadas, los jóvenes se enfrentaban a la dificultad de acceder a información, hoy es más fácil gracias al ciberespacio.

Un artículo publicado por Amber Madison, especialista en sexualidad humana y autora del libro Cómo hablar de sexo con los adolescentes para que te escuchen, señala que la realidad es que los jóvenes tendrán relaciones sexuales, tanto si los padres les proporcionan información como si no, pero si tanto padre como madre se involucran más, podrán tomar mejores decisiones. En su libro, sostiene que muchos padres desearían abordar el tema, pero no saben qué decir ni cómo hacerlo. Así que la comunicación se convierte en una herramienta fundamental, pero para que sea efectiva hay que fomentarla desde la infancia, sugiere Madison.

Eso significa que los padres no deben esperar a que sus hijos lleguen a la adolescencia para hablar con sobre sexualidad, porque se pueden encontrar con la sorpresa de que sepan más que ellos.

Propone empezar desde que son pequeños y eso también implica llamar a los órganos por sus nombres. “Los padres tienen que llamar vagina a la vagina y pene al pene”, precisa esta investigadora que asegura que todavía hay padres que se sonrojan cuando entablan una conversación de sexo con sus hijos.

Sobreinformados

Cada vez hay más padres que piensan que es inútil hablar con los hijos sobre sexualidad, porque son ellos los más conocedores. Aunque hay muchos jóvenes que están sobreinformados, lo que saben sobre el tema puede ser erróneo.

Los chicos, a diferencia de las chicas, tampoco abordan los mismos temas. Un artículo publicado en el diario The New York Times, advierte que a los hombres les interesan, en particular, 3 temas: el tamaño del pene, la duración del acto sexual y la edad de inicio. Cuando se trata de las mujeres es diferente. Ellas están más interesadas por el placer sexual, los riesgos de embarazo y por la anticoncepción de emergencia.

Aunque los jóvenes recurren a Internet, a los amigos y a las revistas para informarse, el problema, dicen los sexólogos, es que no saben cómo usar tanta información, porque no siempre saben diferenciar entre lo útil y lo inútil.

El psicólogo Luis Emilio Eguiguren advierte que lo ideal sería que los jóvenes recurran a los padres, porque son las personas más confiables. Sostiene, además, que siempre habrá recelo de parte y parte, pero llegará el momento en que la comunicación fluirá. Precisa que el riesgo de que los jóvenes acudan a Internet es, sobre todo, la información poco ética que encontrarán sobre el tema.

Muchos recurren a la Red, porque es la información que está a la mano. Es fácil de conseguir y no hay restricciones, comenta este especialista.

Otra fuente de información son los amigos que, al provenir de otro contexto cultural, tampoco se constituyen en una voz autorizada para hablar del tema.

Para Eguiguren, la educación para la sexualidad va más allá de la simple información. Busca, según él, apoyar la adquisición de competencias, y facilitar el desarrollo de los propios puntos de vista sobre la sexualidad.

Este especialista es partidario de permitir a los jóvenes que desarrollen su autonomía y sean competentes a la hora de tomar sus decisiones. Reconoce que la juventud está expuesta a demasiadas fuentes de información, lo cual demuestra que es necesario recuperar el rol de los padres como orientadores.

Hay quienes consideran que los profesores ya cumplen esta función, porque en muchos planteles educativos se imparte educación sexual.

Para Mayra Pérez, estudiante de secundaria, el problema es el enfoque, porque los profesores únicamente ponen hincapié en lo anatómico o fisiológico. “Una vez escuché decir que la sexualidad también tiene que ver con lo que somos y cómo nos relacionamos con los demás”.

Cada vez hay más psicólogos que concuerdan al señalar que la educación sexual tiende a centrarse más en los problemas (los embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y otros) y cómo estos se pueden prevenir.

Se trata de un enfoque en el que predomina lo negativo, pero, como dice el investigador Carlos Chiclana, especialista en sexualidad, es una formación orientada a los riesgos y esta visión no siempre se alinea con las curiosidades, intereses, necesidades y experiencias de los jóvenes y, por lo tanto, no tiene el impacto en el comportamiento que se pretende. Es importante distinguir entre información sexual —datos acerca de cómo funciona el cuerpo y cómo se pueden prevenir situaciones que generan problemas de salud— de la auténtica educación para la sexualidad.

Chiclana considera que es necesario favorecer las aptitudes y actitudes en la interrelación entre las personas en una sociedad determinada, con unos valores personales y con derecho a ejercerlos libremente y de manera responsable.

María Belén Morán, directora Nacional de Estrategias de Prevención y Control de Enfermedades del Ministerio de Salud, señala que hay 2 razones por las cuales los padres no hablan sobre sexo.

La primera, señala, es que los padres no están preparados para responder a las preguntas que plantean los hijos y el otro es que de ese tema nadie habla en la familia. “Nuestros hijos no nos oyen hablar de sexo nunca. No se habla en la mesa, no se habla en una reunión. No se habla nunca”.

Morán explica que para muchos jóvenes es más fácil relacionarse con personas de su edad para conversar sobre sexo. “En Internet y en las redes sociales es mucho más fácil relacionarse con alguien que no tiene cara. De esta manera no te va a juzgar y no le importara lo que preguntes”.

Según ella, la comunicación que existe entre padres e hijos sobre este aspecto, dependerá también de la familia de la que los jóvenes provengan.

“Qué tal si en tu familia nunca hablaron de sexo. Entonces, resulta comprensible que tanto padres como hijos desconozcan cómo abordar el tema. En realidad, no es algo complicado. El secreto está en hablarles desde pequeños. Comenzar desde cuáles son sus órganos”.

María Belén indica que muchas preguntas que los jóvenes se plantean están relacionadas con sus expectativas sobre sexualidad. “Si ellos tienen la expectativa de las películas porno, en las se recrean situaciones, que no corresponden a la vida real, entonces, seguramente, se sentirán decepcionados cuando vean que la realidad es otra”.

Al referirse a los cursos sobre educación sexual que se imparten en las instituciones educativas, señala que se mantienen, principalmente, 3 visiones.

“La una es vivir la sexualidad a plenitud, es decir, recurrir a diferentes estrategias para alcanzar el mayor placer, con la cual no estoy de acuerdo; la sexualidad enfocada al tema de que esta se hizo para tener hijos y la tercera es muy anatómica: las relaciones sexuales se dan entre un hombre y una mujer. El uno tiene vagina y el otro tiene pene”.

Morán considera que es necesario abordar la sexualidad de una manera integral. “Hay que pensar que la historia sexual jamás se borra, precisamente, sobre este tema le hablé alguna vez a un grupo de jóvenes, les repartí un caramelo y les dije que lo vuelvan a colocar en la funda. Luego les pregunté: ‘¿ustedes se volverían a chupar un caramelo de otro compañero?’, la mayoría respondió que no, pero, probablemente, sí se acostarían con alguien que estuvo, a su vez con alguien más, etc., etc.”.

Morán señala que mientras más temprano inician los jóvenes la vida sexual, “tienen más probabilidades de adquirir una enfermedad de transmisión sexual y, por otro lado, pueden tener la sensación de que ya no exista nada por descubrir. Eso es importante que ellos sepan”.

Esta médica cree que es importante que los jóvenes se planteen la pregunta “¿Por qué decido empezar a los 15 o a los 18 mi vida sexual?”.

“Todo depende de las expectativas de cada joven, de su formación, de su madurez...”.

Sin escandalizarse

Hay muchos jóvenes que no acuden a sus padres para preguntarles sobre sexualidad ni para contarles sus experiencias, porque tienen miedo de que estos se escandalicen o los critiquen.

Susana Herrera, madre de familia, dice que a ella este tema simplemente le desagrada. “Una vez le dije a mi hijo que no me contara cuándo ni con quién tuvo su primera relación sexual. Ni siquiera quiero imaginármelo”.

Su hijo mayor mantiene una relación afectiva con una compañera de la universidad. Es una relación que ha durado más de 3 años y que, según le ha comentado su hijo, durará aún más, porque ambos planean realizar estudios de posgrado en una misma universidad en el exterior. “Prefiero no pensar en el tema de las relaciones sexuales de mis hijos con su novias y por eso no hemos hablado del asunto. Me parece que es un tema muy delicado y muy íntimo y no tengo por qué invadir su privacidad”.

Susana está separada de su pareja hace varios años y cree que nunca estuvo preparada para hablar sobre el tema. “De pronto soy una chapada a la antigua, pero creo que cada la vida se encarga de enseñártelo. No les he hablado sobre sexualidad, pero sí les inculco valores”.

Mientras hay padres que defienden su posición frente al tema, el psicólogo Luis Emilio Eguiguren dice que el conocimiento sobre sexualidad ayuda a los jóvenes a manejar sus emociones y la presión de sus amistades, quienes suelen ‘sacar pecho’ de las relaciones sexuales que han mantenido.

Todas las personas, sin excepción, son seres sexuados y tienen el potencial de desarrollar su sexualidad. Por esta razón, la educación sexual prepara a la juventud para la vida, en particular, para construir y mantener relaciones satisfactorias que aporten a su personalidad y la autoestima.

En muchos casos, la educación sexual se ha centrado solo en la genitalidad. Aunque esta última cumple una función clave para la reproducción humana, la sexualidad debe entenderse como una expresión integral, porque involucra aspectos biológicos psicoafectivos y, por supuesto, el deseo erótico.

ESPECIALISTA

“Hay que entender la sexualidad como algo natural”

Los padres deben hablar con sus hijos sobre sexualidad y al hacerlo, tanto ellos como sus hijos aprenderán, si no lo han hecho ya, a entenderla como algo natural. Hay niños y niñas que desde muy pequeños hacen preguntas sobre sexo y uno puede contestarles de acuerdo con su edad, sin entrar en mayores detalles. Cuando ya son grandes, el libreto cambia, porque lo mejor es hablarles de manera directa y sin tapujos.

En muchos casos, sugiero a mis pacientes que recurran a videos y libros sobre cómo mejorar la comunicación sobre sexualidad entre padres e hijos. Hay muchos chicos y chicas que recurren a sus amistades cuando tienen dudas o quieren saber más sobre un tema que no se atreven a hablar con los padres, pero ellos tampoco son una fuente de información válida para despejar dudas sobre la sexualidad.

Lucía Noboa, psicóloga

http://www.lucianoboa.com/

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