Ecuador, 30 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

El hogar se convierte en jardín comestible (Galería)

El hogar se convierte en jardín comestible (Galería)
19 de octubre de 2014 - 00:00 - Andrea Rodríguez

Brócoli en los balcones, lechugas y ají en la sala, tomates en la terraza. La falta de espacio nunca será un obstáculo para sembrar en casa. Basta ver el departamento donde vive Benjamín Jones para constatar que las hortalizas pueden crecer en casi cualquier lugar. En la vivienda de este británico que llegó al país hace 7 años, crece el ají jalapeño y el tomate cherry junto al sofá.

Quizás no sea el sitio más adecuado para cultivarlos, pero es el que encontró Benjamín para cultivar. Este profesor de inglés, que decidió radicarse en el Ecuador, está convencido de que cualquier persona puede tener un huerto en casa. Cuando su sala se quedó pequeña, improvisó otro espacio en la terraza, junto al tendedero de ropa. Con la ayuda de sus amigos, una joven iraní y un estadounidense, con quienes comparte el departamento, procuran mantener el huerto en buen estado. Tiene varios maceteros en los que sembró limones, tomillo, orégano, albahaca y tomate.

Desde hace rato –comenta– quería saborear un tomate sin químicos o arrancar unas ramitas de albahaca para condimentar la pizza. El ají suele incorporarlo a un frasco con vinagre para luego servirlo como encurtido a sus amigos. Dice que hay muchas personas que están acostumbradas a ir al supermercado y comprar cualquier producto en casi cualquier época del año, no importa si es o no temporada, pero advierte que “esta forma de consumir no es la más responsable, porque nos lleva a producir de una manera que no siempre es sostenible”. En otros países, para producir tomates en invierno es necesario hacerlo en invernadero y en climas calientes se recurre a sistemas de riego artificial.

Agricultura urbana

La contaminación de la ciudad lejos de ser un problema se convierte en un motivo más para cultivar en plena urbe. Lucía Balseca se involucró con los huertos familiares desde hace 9 años y escogió la terraza de su casa para sembrar lechuga, acelga, apio, perejil, pepinillo, limón, cilantro y rábano. El huerto mide casi 6 metros, lo suficiente para producir legumbres, verduras y hierbas para el consumo familiar. Todo lo que utiliza está libre de químicos, incluso para exterminar a insectos, como la mosca blanca, utiliza un atomizador que contiene un licuado con ajo. Al regarlas con este líquido, protege su cultivo.

En una ocasión escuchó una frase sabia: “No pongas a las plantas nada que no pondrías en la ensalada”. Fabiola Rosero vive en la ciudadela Espejo, en el sector de Chillogallo, en el sur de Quito. En el patio de su casa, tiene un huerto familiar que mantiene desde hace un año. Siempre quiso sembrar sus hortalizas para el autoconsumo. En su afán por extender esta práctica, invita a sus familiares y amigos a cultivar en casa. “Es un entretenimiento y una manera de consumir alimentos sanos”. Este gusto por sembrar en casa también lo comparte Markos Toscano, un permacultor que durante 5 años vivió en una comunidad indígena de Cotopaxi, donde aprendió algunas técnicas de cultivo.

En la terraza de su vivienda, ubicada en el sector de Las Casas, construyó un invernadero en el que crecen rábanos, cebollas, brócolis y diversas variedades de tomates en contenedores plásticos que, con frecuencia, se utilizan para transportar la leche. Cuenta que uno de los secretos para mantener una buena producción es el uso del humus de lombriz, un abono orgánico 100% natural obtenido de la transformación de residuos orgánicos por medio de la lombriz. A diferencia de la tierra corriente, el humus tiene un alto contenido de nutrientes: fósforo, potasio, calcio, sodio, magnesio, hierro y nitrógeno, entre otros. Este permacultor advierte que cualquier espacio disponible en una vivienda puede servir para habilitar un huerto. Solo hay que asegurarse que tenga al menos 6 horas de luz y una tierra saludable.

Por lo general, los nuevos agricultores metropolitanos no tienen una motivación económica, ya que al plantar hortalizas en casa, no tienen como objetivo la venta, sino el autoconsumo. A Fabiola Rosero siempre le gustó cultivar; es un interés que comparte con su hermana. “Esto nos permite relajarnos y aprender lo que muchas generaciones han olvidado: cultivar la tierra”. Esta ama de casa recomienda elegir un buen recipiente, pueden ser contenedores o macetas. También hay quienes recurren a botellas de plástico, en cualquier caso es necesario que tengan un drenaje adecuado. Uno de los sistemas más utilizados son las mesas de cultivo, un método que permite cultivar sin agacharse. Una versión para aprovechar más el espacio es la de los huertos urbanos ubicados como jardineras superpuestas en forma de pirámide. En cada una de ellas se planta un tipo de cultivo.

El abono ecológico también es fundamental; uno de los mejores es el humus de lombriz, pero también el estiércol y el compost. Hay muchas personas que elaboran este último en sus propios hogares, como es el caso de Graciela Burbano quien combina los restos de la comida y los desechos orgánicos. “Todo es alimento para mis verduras”, comenta. Según la Agencia Metropolitana de Promoción Económica Conquito, el 84% de las participantes de los proyectos de agricultura urbana en la capital corresponde a mujeres jefas de hogar. Alejandra Rodríguez, responsable del proyecto de Agricultura Urbana Participativa (Agrupar), advierte que este programa tiene 12 años y se ejecuta en el Municipio de Quito, a través de la Agencia Metropolitana de Promoción Económica Conquito.

El proyecto, cuyo objetivo es garantizar la seguridad alimentaria, ha atendido a unas 14 mil personas, alrededor de 3.500 por año. El objetivo, dice, es aportar a la seguridad alimentaria de la población en situación de vulnerabilidad. Por este motivo, brindan charlas sobre el tema en centros de acogida para personas con discapacidad y centros de atención de adicciones, por mencionar solo algunos. “La propuesta de agricultura urbana es muy amplia. La idea es romper con la dependencia del supermercado. Es una apuesta a la producción orgánica”, indica.

Aunque no hace falta ser un experto horticultor, sí es necesario tener conocimientos mínimos para poder obtener resultados y no salir defraudado. El proyecto Agrupar brinda cursos, la mayoría con precios simbólicos para quienes están interesados en esta actividad.

Producir alimentos en casa promueve una cultura de alimentación diferente y cercana con la naturaleza. Además, mejora nuestra comprensión sobre el ciclo de la vida.

Toma nota:

Los primeros cultivos

1. Puedes empezar cultivando espinacas, lechugas y rábanos que son fáciles.También puedes iniciar con sembrando plantas aromática, indispensables para condimentar diferentes platos. Procure ubicar su huerto en un lugar que tenga mucha luz. Se requieren semillas de calidad para lograr una buena producción. Las semillas más grandes, por lo general, producen plantas más vigorosas.

2. Tienen que estar ubicadas en un sitio abierto y soleado, al menos recibir medio día de sol.En maceta, necesitan más riego y abono que cultivadas en tierra abierta. No te olvides de regarlas.

3. Si es un huerto casero, lomás adecuado es usar macetas o contenedores. Con un contenedor de 40-50 cm de profundidad, todas las hortalizas se desarrollarán sin inconvenientes.

4. Para el riego se puede usar solo una manguera. Si queremos automatizarlo, podemos seleccionar un riego por goteo con un programador y conectarlo a una toma de agua.

5. Es conveniente girar de vez en cuando las macetas para forzar un crecimiento uniforme. Un buen drenaje resulta esencial. Agujeros de drenaje en la base con grava o piedrecitas impiden que se tape.

Para estar siempre al día con lo último en noticias, suscríbete a nuestro Canal de WhatsApp.

Contenido externo patrocinado