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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

“Nada solo para los indios”

15 de julio de 2020 - 00:00

En junio de 1990, hace 30 años, el país pudo presenciar el primer levantamiento indígena en época contemporánea. Las demandas estaban relacionadas con sus reivindicaciones históricas y de carácter redistributivo como derecho y legalización de tierras, acceso a agua y riego, precios justos, y demandas de reconocimiento como construcción de un Estado plurinacional, educación bilingüe, medicina indígena.

Si bien las peticiones de los indígenas en los levantamientos subsiguientes de 1992, 1994, 1997, 2001, 2019 han variado, el hilo conductor ha sido la lucha de estos pueblos y nacionalidades contra el neoliberalismo y las políticas de gobiernos erigidos en una sociedad inequitativa y excluyente, que no ha dejado de ser racista.

Uno de los movimientos sociales étnicos más estudiados en el mundo es el movimiento indígena ecuatoriano, muchos investigadores se han preguntado qué factores concurrieron para que haya tenido lugar este devenir de un movimiento social potente, que luego decantó en un actor político: los cambios en la denominada arquitectura organizacional rural que logró negociar la dominación indígena; la existencia de una capa de intelectuales indígenas; el rol que jugó la religión católica y particularmente una suerte de teología de la liberación de Monseñor Proaño en la sierra ecuatoriana; el papel de los partidos políticos de izquierda que bregaron por la constitución de organizaciones indígenas, son algunos de ellos. Sin embargo, hay que poner atención en la caracterización que ellos mismos hicieron: “fueron 500 años de resistencia y no pudieron acabar con nosotros”, han dicho, de ahí surge una revitalización de la identidad étnica.

La existencia de un movimiento indígena potente, invariablemente, interpela a la sociedad mestiza, así como a la democracia ecuatoriana, la cual también cumple 40 años de esta nueva etapa democrática. Han sido los sectores pudientes, conservadores y retrógrados, así como los medios de comunicación tradicionales los que han confrontado permanentemente con el movimiento indígena en estos 30 años, aunque no hay que olvidar al correísmo de la última década. A pesar de ello, la expresión “nada solo para los indios” muestra una apuesta por la articulación con los sectores populares mestizos y por la construcción de la propia interculturalidad. (O)

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