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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

Buscando la luz en la Caverna

17 de junio de 2020 - 00:00

Hace más de 25 siglos, Platón, concibió en su libro La República, el mito de la Caverna. Por medio de esta alegoría trataba de dar una explicación didáctica acerca de lo que él concebía como la realidad.

El mito comienza describiendo a unos hombres encadenados que tan solo pueden ver y conocer las sombras proyectadas por el mundo ideal, es decir, conocer las meras apariencias de las cosas verdaderas. Por lo tanto, tan solo pueden moverse en el campo de las opiniones, mas no de las verdades absolutas.

Por el confinamiento se vuelven vigentes todas las preguntas planteadas por el filósofo griego. Al igual que en el mito, hasta ahora los ciudadanos tenían un alto grado de certeza sobre lo que estaban viviendo en ese momento y hasta podían predecir cuál sería su futuro. Luego de más de noventa días de confinamiento, la representación que teníamos del mundo resulta quimérica, embaucadora y frívola. Hoy, la realidad que nosotros la concebíamos como verdadera, no es más que una mera ficción.

Entre tantos problemas que nos hemos replanteado, merece especial atención el de la libertad. Según el psicoanalista Gérard Bonnet, a diferencia de las generaciones anteriores, para quienes el camino estaba ya marcado, hoy la libertad es tan vertiginosa como angustiosa. La gran frustración se ha generado por un fatalismo o pesimismo que se comienza a marcar en las nuevas generaciones. Antes pensaban que todo tenían bajo su control. Es más, nada ni nadie podía cambiar la ruta del éxito… Era una generación que dominaba cualquier predeterminación. Y hoy se ven a sí mismos como predeterminados por el mundo exterior.

Otra de las fantasías o representaciones que el hombre contemporáneo occidental deberá abandonar es aquella donde el ser humano era capaz de pasar de la ensoñación a la realización de un mundo del "todo es posible". Era la expresión de la omnipotencia de lo posible.

Ahora nos toca buscar la felicidad dentro de nosotros mismos. Para ser más felices deberemos aceptar la predeterminación de las circunstancias. Para ello se requerirá perspicacia, lucidez y sobre todo humildad. (O)

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