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El Telégrafo
Mauricio Maldonado

Legiones de imbéciles

11 de febrero de 2020

Umberto Eco dijo en alguna entrevista que un defecto de internet, específicamente de las redes, era que le había permitido a un montón de idiotas sostener sus posturas frente a un público potencialmente enorme. Las redes les han dado libertad para expresarse, con tal alcance, a legiones de imbéciles.

Las redes tienen sus ventajas. Y el mismo Eco las subrayó más de una vez. Pero este defecto señalado no es de poco alcance. En un tiempo tan tumultuoso como el nuestro, el idiota de cantina ha descubierto que puede juntarse con muchos de los de su especie. Así logra sentirse parte de algo más grande, incluso verse legitimado en algún imbécil conocido, a menudo algún político o expolítico con quien –nada de qué extrañarse– se siente identificado.

Las legiones, entonces, se han hecho de sus líderes, no menos idiotas, que pululan y pulularon en la política (aquí y en todo el mundo). Así, estas legiones de imbéciles han pasado al ataque (y aquí el vocablo “legiones” no apela solo a su número) de manera casi irrefrenable. No son ya solamente ejércitos de “trolls” o cuentas anónimas lanzando idioteces, sino partes de proyectos políticos. No escasean en ninguna parte del espectro. En ciertos casos son mirados con indulgencia, cuando se trata de los idiotas que más se acercan a las ideas de sus ingenuos defensores. Y por eso siguen allí, sin el más leve escrúpulo, acumulando su verborrea. Porque estos tiempos, que hace años nos imaginábamos tan maravillosos por las ventajas de la tecnología, hoy se presentan oscuros, presas de los extremismos y de la ceguera colectiva. Otra prueba más de que el progreso científico y el progreso moral no van siempre acompañados. O de que rara vez lo hacen.

Esto que digo puede ser leído como una mera y exagerada expresión de intolerancia. Lo sería, por supuesto, si no fuese porque, como en otros tiempos, esos imbéciles ansían arrebatarnos nuestras libertades solo porque creen que forzosamente hemos de vivir como ellos quieren que vivamos. Ven en la masa la oportunidad perfecta para hacerlo, y nos quieren decir que de eso se trata la democracia: de armarse de una mayoría y que sea lo que sea de nuestros derechos. ¿Cómo no llamarlos imbéciles? (O)

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