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El Telégrafo
Alicia Galárraga

La estrategia del gato y el ratón

22 de diciembre de 2019 - 00:00

Rosario es una mujer con carné de discapacidad del 72% y es funcionaria de carrera con 34 años de servicio en un hospital público de Quito. Cuando se presentó en Fiscalía, a denunciar por abuso sexual y violación sexual a su jefe, empezó su suplicio.

Los operadores de justicia asumieron, y así se lo hicieron saber, que no era creíble que una señora de su edad haya sido hostigada y abusada sexualmente; que para eso hay que ser joven.

Estos funcionarios, que continuamente se capacitan en políticas, visión y sensibilización de género parecen ignorar que el abuso sexual y la violación sexual no son cuestiones de gusto o atracción, no son medallas o reconocimientos; son relaciones donde el victimario ejerce poder sobre la víctima, independientemente de su edad o apariencia física.

El tortuoso camino que Rosario recorre en las dependencias de la Función Judicial está plagado de revictimización, inoperancia, indiferencia y desprecio. La penúltima fiscal que llevó su caso confesó por escrito tener una amistad con el victimario de Rosario y prefirió hacerse a un lado; esto luego de cinco meses valiosos en los que no se dio cuenta de que tenía esta relación de amistad y que además sugirió cambiar la demanda a delito de odio. La Fiscal que ahora maneja el caso de Rosario no presenta ningún interés en él. Ella le ha hecho saber que tiene miles de casos que atender y que el caso de Rosario es uno más; de seguir este esquema, la demanda de Rosario terminará archivada.

Más allá de las estrategias que siga la defensa de Rosario, llama la atención el esquema de encubrimiento al delincuente del que se hace gala en las oficinas de la función Judicial. No solo en contra de Rosario, sino en contra de miles de víctimas de abuso y violación sexual, cuyas denuncias reposan en estas dependencias y duermen el sueño de los justos.

Los delincuentes, aupados por operadores de justicia corruptos, llenos de compromisos, amistades y grandes rabos de paja, prefieren jugar al gato y al ratón, cansar a la víctima o simplemente, volverse inalcanzables… (O) 

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